11 Cipotes (2014)

in #honduras6 years ago

Dirigida por Tomás Chi
Formato: Cine

Es sorprendente lo difícil que fue escribir esta reseña, por un largo y vergonzoso momento pensé en simplemente no publicarla para evitar el enojo de las 3 ó 4 personas que leen este blog.

El cine hondureño tiene una larga y orgullosa historia de expresiones de talento y cultura; es mi opinión que esta película no merece ser parte de ese orgullo.

11 Cipotes cuenta la historia de un aprendiz de sacerdote (Edgar Flores) que entrena a un grupo de niños sin nombre, personalidad o historia, colectivamente apodados como ”Los Cipotes”, para jugar en un torneo de fútbol juvenil.

En el camino se enfrentan a un equipo lleno de otros niños sin nombre, personalidad o historia, llamado ”Los Panteras” liderados por un director técnico (Álvaro Matute) que es más experimentado, pero malcriado y egoísta, y conocen a una periodista (Karen Alcántara) con nombre… pero sin personalidad y con poca historia quien se enamora del Aprendiz… después de que este le dio jalón de la carretera a San Pedro Sula (No pasaron nada de tiempo hablando, ni siquiera explorando la relación… pero la película nos dice repetidas veces que se gustan, así que supongo que ese es el propósito del personaje).

Me alegra decir que esta película tuvo muy buenas actuaciones, particularmente Edgar Flores y Anuar José Vindel, quien interpretó al conductor de buses, ellos vendieron a sus personajes y tenían una verdadera química cómica. También está Álvaro Matute como el intimidante director técnico, el esta hecho para interpretar villanos, le dio una naturalidad al personaje y honestamente no puedo esperar a ver su próxima actuación; y Karen Alcántara, como la periodista, le dio cierto carisma a un personaje que no creo que lo habría tenido con otra actriz, más impresionante aún al no tratarse de una actriz experimentada.

También cuenta con Polache quien aparece como una especie de Coro Griego, narrado la historia a través de una canción (la cual por algún motivo no aparecía listada en los créditos bajo el soundtrack). No me puedo contar entre los muchos fans dedicados a Polache pero el verdadero talento se debe celebrar, y estando en ese cine escuchando su guitarra y sus ingeniosas líricas puedo entender porque tiene ese enorme seguimiento.

Esto pudo haber hecho de una buena película. Los actores se esforzaron por inyectarle carisma a esta obra y hacer un trabajo del cual podrían estar orgullosos, pero es detrás de cámaras que esta película se va al diablo.

La dirección de Tomás Chi me parece confusa; en momentos parecía como que si los actores estuvieran recitando al pie de la letra sus diálogos y en otros parecía como que si todo fue improvisado. Esto llevó a muchas escenas innecesarias que no avanzan la trama ni tenían sentido alguno, probablemente causa de lo que considero fue su mayor problema, la pobre edición que le quitó el sentido de coherencia a la película y la hizo parecer muchísimo más larga de lo que en realidad es (palcine.me, un excelente sitio hondureño de cine, me dice que duró 110 minutos, pero yo podría jurar que duró por lo menos 160).

La devoción al guión también reveló la unidimensionalidad de los personajes. Están, por supuesto, los cipotes quienes no tienen nada que exprese individualidad, como mencione en la sinopsis, ni siquiera tienen nombres para diferenciarse el uno del otro, mucho menos un rastro de personalidad. El aprendiz de Sacerdote puede ser definido por su profesión, tiene una clara devoción a Dios, la cual cambia por un romance que aparece de la nada para crear conflicto que es resuelto como que si nada, ¡para darle lugar a un vídeo de reggaeton que aparece antes de los créditos y que no tiene nada que ver con nada!

A través de esta película sentí como que si el director esperaba manipularme al recordarme tantas veces que se trata de una producción hondureña; el constante uso de hondureñismos (aún en un contexto donde el uso sería inapropiado) los recordatorios de que Honduras fue al mundial y una canción de los créditos que mencionaba el nombre de Honduras repetidas veces (aun si esta historia podría contarse en cualquier otro país con un modelo socio-económico similar), me dio la impresión de que estaba tratando de invocar un sentido de patriotismo en la audiencia para que esta perdone sus múltiples fallas.

Si tengo razón y esas son sus intenciones eso sería vergonzoso e inaceptable. Honduras es un país que produce arte hermoso que no necesita esconderse detrás de una bandera blanca y azul y de la misma forma que no condenare a una producción por ser hecha en Honduras, no puedo perdonar un ejemplo tan pobre como esto, no cuando sé de lo que la gente de Honduras es capaz.

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