Alguien en Facebook propuso un experimento mental: reunir a niños recién nacidos y aislarlos de otros humanos para que no aprendan el lenguaje de humanos adultos y a la vez proveerles comida y cuidado básico. ¿Será que esos niños aprenderían a comunicarse de otra forma? Mi reacción a este experimento fue bastante chocante porque he aprendido (ver, por ejemplo, la obra sobre técnica de Stiegler) que el lenguaje y la crianza son técnica que ha sido desarrollada colectivamente por la humanidad desde hace miles de miles de años y sobre esa técnica se ha construido toda la técnica que tenemos actualmente.
Para ejemplificar lo violento que me ha parecido propongo que pensemos en este otro experimento: reunir a niños recién nacidos, amputarles las manos y ver si esos niños aprenden a comer usando los pies. Ese experimento sería, por supuesto algo inmoral y extremadamente violento contra humanos inocentes.
¿Sera que negarle la técnica del lenguaje a un niño es violento?
En este país de tercer/cuarto/quinto mundo justamente hay analfabetismo de 18.5% de acuerdo al censo del 2018. En el censo del 2002, se midió un analfabetismo de 28.8%. El analfabetismo refleja la cobertura de la educación pública la cual está limitada por infraestructura y marginalización de ciertos grupos de personas. A saber, los grupos más marginados son personas indígenas que viven en lugares alejados de las áreas urbanas al igual que población en extrema pobreza. El analfabetismo significa no saber leer o escribir. Leer y escribir son también técnica desarrollada durante miles de miles de años (aunque no se le puede comparar con el lenguaje oral y la crianza de niños, que llevan exponencialmente mayor tiempo de haberse desarrollado y perfeccionado) y sobre tal técnica se construye gran parte de la técnica de la modernidad a 2020. No tener acceso a esa técnia básica deja eliminadas las posibilidades de participar en la sociedad en igualdad con el otro 81.5% en 2018. No hay que hacer mucho análisis para comprender que no saber leer o escribir hace que el analfabetismo sea una forma de violencia en la que se amputa una porción de la técnica que nos hace los humanos que la mayoría somos, dejando a los analfabetas como no-humanos, a menos que hiciéramos nuestra infraestructura capaz de aceptar la participación de gente analfabeta (algo como el ableism, que tampoco es algo muy recomendable). Si no se combate la pobreza extrema construyendo infraestructura básica y haciendo esfuezo para que nadie se queda atrás (como en el Popol Vuh, la técnica de no dejar a nadie atrás también es vital para la humanidad), entonces se le negará a esas personas un factor técnico muy importante para participar en la sociedad.
¿Será comparable amputar una extremidad del cuerpo humano a amputar una técnica del cyborg humano?
Ya Haraway puso en duda la división entre lo natural y lo artificial, entre el humano y el robot, y junto a muchos pensadores posmodernos (que no, posmoderno no es sólo un insulto memético barato) nos presentan a los humanos como cyborgs o aparentes paradoja entre esas falsas dicotomías que pretenden separar lo natural de lo no natural, o lo técnico de lo que no es técnico. Pero aquí estamos, siendo cyborgs, con partes tecnológicos y partes biológicas. Mi capacidad para escribir este texto surge de esa convergencia entre mi cuerpo físico y la técnica que he heredado de mis padres y todo mi entorno social y cultural.
Negarle a un recién nacido el acceso a la técnica básica para participar en la sociedad es comparable, para mí, a amputarles una extremidad corporal. Esto es porque los objetos técnicos son tan reales como el cuerpo humano. El humano no termina en el borde de la piel. Se extiende a la técnica que usa para interactuar. Por eso para mí es muy violento que existan comunidades sin acceso a internet, sin acceso a energía eléctrica, a vivienda, alfabetización, educación, poder computacional, memoria digital, capacidades básicas de telecomunicación, y muchas cosas más.
La violencia por omisión puede parecer un concepto rebuscado y es justamente uno de los argumentos que liberfachos suelen desechar por no ser una violencia subjetiva (violencia ejecutada explicitamente por un sujeto o una persona). Esta idea la saco un poco de Zizek y sus ideas sobre la violencia. La violencia subjetiva es por ejemplo cuando una persona golpea a otra o cuando un grupo de personas hacen una guerra. Pero si una persona no hace algo, deja de ser violencia que gira en torno a una o muchas subjetividades humanas.
Aunque sí hay sujetos en estas violencias. Hay funcionarios públicos que deciden usar los fondos estatales para repartir coimas, por ejemplo, y allí deja de ser violencia no subjetiva. Aunque en general al ser omisión es fácil para muchos desechar esta idea. En especial bajo una lente capitalista y libertaria/maltusiana, la violencia por omisión es sólo mala suerte y hasta es culpa de esos recién nacidos por haber nacido en nuestra imaginación para hacer experimentos absurdos y viles, o es culpa de ese 18.5% por no "superarse" ni echarle ganas.
No hay violencia por omisión si nisiquiera se admite la existencia de "la sociedad" (como dijo una de las fachas más queridas, MThatcher). Si la sociedad como el transindividuo que omite la construcción de infraestructura básica, para asegurar el acceso a la técnica para todos, no existe entonces ni siquiera existe un culpable de tal omisión y esa violencia se vuelve imaginaria y se le puede negar a mayor profundidad.
Negar la existencia de la sociedad es como negar la existencia de un átomo y decir que sólo existen las partículas subatómicas y cada una actúa de acuerdo a su naturaleza y procurando sus propios potenciales energéticos. O negar la existencia de las moléculas tal que sólo existen los átomos individuales. O negar la existencia del cuerpo humano tal que sólo existen las células que actúan procurando su propia supervivencia. Y así podemos mostrar el absurdo de ese argumento yendo a distintas escalas. Se podría así negar la existencia del bosque, del planeta tierra, del sistema solar, de las galaxias y del universo mismo.
Estas ideas develan la política de la técnica, que es una política fundamental en nuestra realidad social. Al negar la realidad social se puede esconder tal política fácilmente pero sus efectos son evidentes y masivos.
Más allá de la idea de negar el lenguaje a recién nacidos, podemos hablar de la negación de la técnica actual mediante licencias privativas de software, la negación de la técnica actual mediante el robo del trabajo de los desarrolladores por parte de los dueños de las empresas que se adueñan de esos códigos para lucrar, o en ocasiones de programadores que saliendo del círculo de la explotación capitalista, niegan su técnica nueva a la sociedad a nivel personal. Pero para que una tecnología se vuelva importante para la sociedad, esa tecnología debe ser adoptada masivamente.
Esto ya lo han entendido los oligarcas de la tecnología al punto que Microsoft, el diablo del software libre en los 80s y 90s, acaba de comprar Github, la red social más popular para desarrolladores de software libre, creando una alianza con el software libre y open source que nadie hubiera imaginado hace unas décadas. El dominio sobre la técnica es artificial y temporal. La técnica se integra al humano desbordándose de los cercos de la territorialización capitalista. Esto se aprecia en la deflación de los precios de toda tecnología, se aprecia en el cambio de trayectoria de los oligarcas tecnológicos que ahora apoyan el software de código abierto y comparten su código para lograr adopción masiva y un inmenso lucro mediante monopolios temporales y frágiles. Nunca faltarán los esfuerzos para territorializar la técnica para el lucro.