¡Oh, divina Flor!
Que naciste en el jardín equivocado.
Un jardín con tierra arcillosa y con población destructiva.
Sentimientos de odio y posesión con lo que no corresponde a tus nutrientes y enzimas; no es necesario tenerte, pero te he obligado a crecer ahí.
Naciste donde no debías, y el jardinero se emocionó, pero solo fue eso. No sabía cuánto daño te hacia al tenerte allí, junto a sus desastres naturales.
Divina Flor, con colores brillosos y con pétalos finos: Tú, radiante y serena, muda al dolor e insensible a lo que te daña. Nadie es digno de quedarse donde no debe, simplemente por el capricho de sentirte de alguien.
Con la existencia de que estás en el lugar donde debes, puesto que allí naciste. No debería ser así.
Correspondes a un lugar mejor Divina Flor.
Ya la sensación de pertenencia se irá, y tu simplemente quedarás allí, desnutrida y maltratada, tu brillo se esfumará, como se esfuman los amores rotos y el quebranto llegará a ti. Tus lágrimas te nutrirán y las raíces secas se volverán tu fuerte y tu soporte. Tú no lo quisiste, pero allí te dejaron.
Te hicieron hermosa y creciste así, hasta que te diste cuenta que no pertenecías.
Clama el amor de alguien que te quiera en tierras fértiles, donde de verdad tu brillo y tu entusiasmo sea visto de buenas maneras,
¡Oh Divina Flor, naciste equivocada y te mantuvieron obligada!
El aroma que desprendes es lo que te ha vuelto amada,
El dolor de tu corazón es lo que no te deja sentirte así.
El clamor de tu corazón está siendo vacío porque lo hiciste una vez y ya a la segunda te cansaste; preferiste quedarte allí, donde sólo tú aroma era querida, pero dónde quedas tú.
Quedaste bienvenida. Sí, quedaste, porque ya no lo eres.
Se queda en sentimientos lo inequívoco que somos a valorar por lo que de verdad somos, somos efímeros por complacer con una aroma y somos tercos al mantenernos allí por la sensación de compañía.
¿Dónde queda el amor propio?
Se esfumó, ya no existe, lo diste a todo y no quedó ni una gota para ti.
Y… las decisiones que tomaste alguna vez?
Es simple, se las lleva el viento al salir de tu boca y salen de tu corazón porque las suplantaste con la tristeza de aquellos que con tus palabras sonreían.
Y es aún más simple descifrar lo que no eres, porque lo que eres y serás, seguirá siendo lo que los demás quieran, debido a que así, tú lo creaste.
Que naciste en el jardín equivocado.
Un jardín con tierra arcillosa y con población destructiva.
Sentimientos de odio y posesión con lo que no corresponde a tus nutrientes y enzimas; no es necesario tenerte, pero te he obligado a crecer ahí.
Naciste donde no debías, y el jardinero se emocionó, pero solo fue eso. No sabía cuánto daño te hacia al tenerte allí, junto a sus desastres naturales.
Divina Flor, con colores brillosos y con pétalos finos: Tú, radiante y serena, muda al dolor e insensible a lo que te daña. Nadie es digno de quedarse donde no debe, simplemente por el capricho de sentirte de alguien.
Con la existencia de que estás en el lugar donde debes, puesto que allí naciste. No debería ser así.
Correspondes a un lugar mejor Divina Flor.
Ya la sensación de pertenencia se irá, y tu simplemente quedarás allí, desnutrida y maltratada, tu brillo se esfumará, como se esfuman los amores rotos y el quebranto llegará a ti. Tus lágrimas te nutrirán y las raíces secas se volverán tu fuerte y tu soporte. Tú no lo quisiste, pero allí te dejaron.
Te hicieron hermosa y creciste así, hasta que te diste cuenta que no pertenecías.
Clama el amor de alguien que te quiera en tierras fértiles, donde de verdad tu brillo y tu entusiasmo sea visto de buenas maneras,
¡Oh Divina Flor, naciste equivocada y te mantuvieron obligada!
El aroma que desprendes es lo que te ha vuelto amada,
El dolor de tu corazón es lo que no te deja sentirte así.
El clamor de tu corazón está siendo vacío porque lo hiciste una vez y ya a la segunda te cansaste; preferiste quedarte allí, donde sólo tú aroma era querida, pero dónde quedas tú.
Quedaste bienvenida. Sí, quedaste, porque ya no lo eres.
Se queda en sentimientos lo inequívoco que somos a valorar por lo que de verdad somos, somos efímeros por complacer con una aroma y somos tercos al mantenernos allí por la sensación de compañía.
¿Dónde queda el amor propio?
Se esfumó, ya no existe, lo diste a todo y no quedó ni una gota para ti.
Y… las decisiones que tomaste alguna vez?
Es simple, se las lleva el viento al salir de tu boca y salen de tu corazón porque las suplantaste con la tristeza de aquellos que con tus palabras sonreían.
Y es aún más simple descifrar lo que no eres, porque lo que eres y serás, seguirá siendo lo que los demás quieran, debido a que así, tú lo creaste.
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