Esa figura de seguridad representaba valor y firmeza, como las olas del mar se alzan sobre las imponentes rocas. Pero a fin de cuentas, no era más que un mar de amor, el que viene del corazón, del alma, de la mente, con debilidades escondidas en lo más profundo de aquellos miedos que jamás quiso dejar salir.
Es probable que ahora mismo alguien esté sufriendo por amor por culpa de esa persona a quien le mostró sus miedos, sus temores, a quien le confió su todo, la persona equivocada, una persona errada de todo sentimiento real. Pero siempre queda un camino por recorrer, y aun cuando lo creamos imposible, al encontrarlo, llegamos a tener momentos inefables: una infinita distancia de la tristeza. Hallamos caminos viviendo el sueño de viajar por medio de aquella ilusión que nos persigue y nos da vida…