El Verdadero Yo Parte 1.2

in #psicologia6 years ago

 

En segundo lugar caracteriza a Dogen que la consecuencia del rechazo le conduzca a fundar su propio Templo, a enseñar lo practicado, actualizando así a los Budas y Patriarcas del pasado, revitalizándoles momento a momento, sin miedo. 

En tercer lugar, haber observado el estado de cosas en su país y como los 

Templos y Monasterios “se enfrentaban en discusiones sobre el ceremonial”. Es sabido que cuando la esencia se disipa se pierde la virtud, y aparece el ceremonial que todo lo substituye; la apariencia, los gestos, las palabras. (Sentencia china). 

En cuarto lugar, aprende a no depender de las personas por motivos de rango y poder material, a huir de las ciudades, centros de gestión de ese poder, cuya influencia, difícil de evitar, limitaría sus enseñanzas porque sería utilizado según los intereses de los poderosos, corrompiéndose por falta de libertad. 

En este punto, bien pronto, pediré ayuda al lector: 

Sensibilizar a las personas en la consciencia de lo que padecen, reconocer el propio sufrimiento y que gran parte de éste depende solo de la propia ignorancia, desencadena reacciones de oposición y resistencia porque llevan mucho tiempo atribuyéndole a la mala suerte o a la maldad de los demás. Pero transmitir la Enseñanza de Buda por cuya Práctica desaparece el sufrimiento, eso es el colmo, increíble. 

La gente,”sí que quiere conocer a los sabios pero no quiere serlo”, dice Dogen. Sin embargo, sabemos que muchas veces desaparece un efecto indeseable si conocemos la causa. Podríamos también aprender a ver la causa de los sufrimientos. Si la suprimimos, dejamos de sufrir. Para ello no intervienen los milagros, ni la magia, ni la sugestión. Es solo que, primero, hay que comprender alguna cosa fácil y luego practicar. Es tan sencillo como freír un huevo para quien ya sabe y tan difícil como para el que aún no sabe. 

Un ejemplo razonable es que si nos ilusionamos sobre algo y no lo conseguimos, el resultado es sufrimiento. Ilusiones pequeñas, desilusiones pequeñas, pequeños sufrimientos. Ilusiones y deseos grandes, grandes desilusiones, grandes sufrimientos. 

Pero si aprendemos a ser disciplinados, en lugar de caprichosos, es decir, comprender algo más que el “me gusta y él no me gusta” como guía de los deseos, el “quiero hacer lo que me dé la gana” en lugar de lo que hay que hacer, como guía de la conducta, así como “yo y lo mío por delante”, nos ahorraremos muchos sufrimientos y desilusiones. 

Aún más, está en nuestras manos aprender practicando el Óctuple Sendero y los Seis Paramitas. El Óctuple Sendero o de la justeza o ajustamiento o corrección, de la confianza en la propia Budeidad del pensamiento, la voluntad, la acción, la atención, la meditación, los medios de existencia y el esfuerzo. Los Seis Paramitas son la Práctica del desapego por la donación, la disciplina, la paciencia, la disponibilidad, la continuidad y la libertad. Si aprendemos siguiendo estas Instrucciones, el sufrimiento se irá diluyendo con nuestro egoísmo. 

Así es la enseñanza de los Budas que hace el bien y evita el mal. ¿Pero qué es el bien y qué es el mal? Tampoco distinguimos esto dominados por el egoísmo. Llamamos bien a lo que nos gusta y mal a lo que nos disgusta. Esta es la “gran” orientación del placer. Algunas mentes más evolucionadas piensan que más allá de eso, el bien es lo que conviene a la mayoría y el mal lo contrario. Otros opinan que el bien es lo que quisieras que hicieran contigo y no contra ti. Otros en fin, buscan información en escrituras, revelaciones y otros sistemas normativos, legales, morales, tradicionales, políticos, más allá, eso sí, de sus sentimientos e inclinaciones pero no saben buscar dentro de sí mismos creyendo que la verdad está fuera de ellos. En todo caso, todos buscamos el 

Camino, tanteando primero, sin saber cuál es. 

¿Qué es lo bueno y cómo saberlo? 

¿Qué es el egoísmo? 

¿Qué son las palabras? 

¿Qué son por fin, las no palabras? 

Por la Práctica realización llega la comprensión, por la comprensión se llega a la Práctica hasta que ambas se funden sin distinciones. 

Mientras tanto, la contaminación está fuera como está dentro. La contaminación es mental, psíquica, física, ambiental, individual y colectiva, está en el mar, en el aire, en la tierra, en la grasa de los pingüinos, en las palabras del escritor, el periodista, el hombre de la calle y la buena mujer, en niños y ancianos. Todo contamina y está contaminado de la misma contaminación porque teoría, deseo, ilusión, proyectos, metas, se llevan a la Práctica de manera egocéntrica y cerrada, creyéndonos el centro del Universo solo porque nuestro Ego es lo primero y estamos en la ignorancia como bueyes en el barro, paralizados, parciales, aislados sin contar con nada, siempre auto justificados, auto defendidos, auto glorificados: ¡yo me lo guiso, yo me lo como! 

La investigación de la propia mente más allá de lo que es comúnmente entendido por la cultura occidental, es un campo ilimitado que en todo caso proporciona al sujeto bienestar. Cada persona marca la exigencia de profundización Práctica y Realización, según su disponibilidad y esta, según su abandono del mundo Ego. Es asunto de dedicación. 

Insisto en este fenómeno que unifica los opuestos conceptos mentales de lo absoluto y lo relativo según el lenguaje occidental, en la individualidad del sujeto. Practicar siempre satisface, ensancha, enseña, agiliza, reverdece, integra, permite el auto reconocimiento de las ataduras del propio egoísmo, las mecánicas, defensas, dependencias... etc. No hay motivo para prescindir de algo tan básico. Por tratarse de la experiencia de uno mismo, las palabras son insuficientes. ¿Cómo explicar una nueva manera de percibir? 

Es lastimoso que una información obcecada, prejuiciada o partidista, prive a la gente buscadora o a algunos de ellos, de evolucionar desde una consciencia parvularia o juvenil, a la madurez de una mente adulta. 

Sin embargo, esto también pertenece al funcionamiento de la sabiduría cósmica que no me atreveré a traducir porque la suplantaría, convirtiéndome en místico o poeta, papeles demasiado juveniles aún. 

Recuerdo mi estancia durante el año 84 en el Monasterio de Koshoji, el primero que fue fundado por Doguen y muy apreciado por Narita Rosshi. Alguien preguntó en una reunión relajada y simpática por la gran disminución de budistas en el Japón. El Abad extendió los brazos y se rio a carcajadas como diciendo: ¡son las cosas del cosmos!, ¡Es su asunto!, ¡A mi qué me dices! 

Se despreocupación me intrigó mucho.