La Vida Auténtica

in #psicologia6 years ago (edited)


 

  “La Creatividad significa nacer antes de morir”. 

Erich Fromm  


  Erich Fromm afirmaba que solemos ver a las personas de forma superficial y marginal, poco realista debido a nuestras propias emociones irracionales que nos hacen proyectar ideas y creencias sobre ellas sin tener consciencia de lo que hacemos. Distorsionamos a otra persona porque nuestros prejuicios sobre ella nos impiden ver a la persona tal y como es, viéndola tal y como queremos que sea, de acuerdo a nuestras expectativas, ambiciones y deseos.  


¿Cómo cambiar esta distorsión en la percepción? Para ello hay que tomar conciencia de nuestra realidad interior y exterior, nuestra verdad y la del otro y sus circunstancias, siendo empáticos y compasivos, observando muchas veces aquello que nos negamos a ver: su sufrimiento, así nos mantenemos distantes, sin comprometernos en la ayuda solidaria del otro que sufre y permanecemos seguros y conformes, sin sufrir más de lo necesario, ahogando el impulso por ayudar que clama por salir.  

¿Cuál es el problema de defenderse así del dolor que nos produce el sufrimiento del otro? ¿Por qué no habría de evitar sufrir y buscar en la medida de lo posible mi propia felicidad? La respuesta es que mientras se está “muerto” para sentir el sufrimiento del otro, cuando somos indiferentes y solo reaccionamos de forma “cerebral” sin compasión, nosotros mismos comenzamos a sufrir por ser incapaces de reaccionar ante nuestro propio sufrimiento y nos volvemos igualmente incapaces de sentir alegría y dicha verdadera y plena. 

Cuando somos capaces de percibir de manera auténtica y no superficial, observamos el carácter único del individuo, aquello que solo se da una vez en la vida, y eso siempre produce asombro, maravilla. Ya la otra persona deja de ser un objeto juzgado en base a su utilidad o inutilidad para mí y se comienza a percibir como una persona digna, valorada por lo que es y no por lo que tiene.

 Aparte de la capacidad de compasión, se necesita igualmente de la capacidad de concentración, prestar atención al aquí y al ahora, no viviendo en el pasado, en el futuro o en un mundo imaginario, producto del soñar despierto. 

Otra condición para la vida auténtica es ser capaces de pensar, creer, sentir y actuar por nosotros mismos. Fromm afirma que muchas veces “creemos” o “pensamos” creencias y pensamientos ajenos que han sido internalizados por la educación recibida de los padres, escuela, iglesia, etc, sin llegar nunca a determinar si esas ideas son verdaderas o falsas, simplemente nos limitamos a reproducir ideas y creencias dadas por la tradición, de la misma manera que un reproductor reproduce música.  

Lo mismo puede decirse de las emociones y sentimientos, muchas veces sentimos lo que se supone se debe sentir ante una situación determinada, lo que la gente cree que debe ser la reacción normal en nuestra cultura sin preguntarnos realmente que sentimos ante un hecho determinado.  

Así se piensa y así se siente, y así debe ser, mostrando una ética autoritaria, donde las normas establecidas por la autoridad, sea de aquellos que detentan el poder o de la mayoría de la gente y su poder de persuasión conformista declara como legítimo. Así el individuo se debilita, conformándose con mantener una máscara que ahoga su verdadero yo, con la finalidad de cumplir las expectativas de los demás y ser aceptado.  

No solo la autoestima depende de esa aceptación de los otros sino también el éxito social. Su identidad viene dada por la apariencia reforzada por los otros, mientras el yo auténtico se oculta. En este sentido se pierde independencia y autonomía y se vive con la ansiedad de quien no sabe su valor porque depende del valor del mercado de la personalidad, lo que genera un sentimiento de impotencia y sensación de inseguridad al tener que luchar por adaptarse cómo sea a las exigencias sociales. Igualmente siente su autoestima herida y la tristeza o la depresión de saberse traidor de sus más íntimos pensamientos, creencias, sentimientos y deseos. 

De esta manera, la relación con los demás deja de ser creativa y auténtica, pero también la relación con uno mismo. El individuo se vuelve un ser aislado, angustiado, como los personajes de las novelas de Frank Kafka. Nos volvemos prisioneros de nosotros mismos, identificándonos con lo que tenemos y no con lo que somos realmente. 

Una condición necesaria para superar ese estado de dependencia y falta de autenticidad es aceptar el valor del conflicto, para Fromm, representa la oportunidad de ser creativo, luchando apasionadamente por recuperar nuestro ser auténtico y ser libres, reconociendo nuestra dignidad humana en el valor único de lo que somos junto a otros que son igualmente únicos y dignos, no simples medios para satisfacer mi codicia o ambición en medio del rebaño que lucha contra sí mismo.

Pero para aceptar el conflicto y la lucha se requiere coraje, la capacidad de renunciar al rebaño, de abandonar la incubadora social y dar el salto y nacer plenamente, estar vivo realmente, siendo nosotros mismos, autónomos y creativos, teniendo fe o confianza en nuestras propias creencias, pensamientos, sentimiento y deseos, sin espejismos, apoyándonos y fortaleciéndonos en la realidad, en la verdad de lo que somos.

"El había amado y se había encontrado a sí mismo. La mayoría, en cambio, aman para perderse".

 Hermann Hesse