En algún momento te supe amar.
No lo podrás nunca dudar.
En algún momento sin que me lo pidieras te ofrecí mi vida.
Muy bien lo sabes.
Creo que la razón por la que ahora me encuentro sólo aquí viendo el horizonte de mis desastres, es porque eso no bastó, no fue suficiente lo que te ofrecí o creí regalarte.
A manos llenas me he quedado vacío.
Respetando un convenio entre la despedida de mi deseo y la negación de lo incorrecto.
Supe ocultar mis miedos de tus ataques
verbales.
En medio de mi desesperación rompí el vestido que te había comprado en aquel lugar donde lo vimos juntos de la mano en la vitrina.
No tuve ni una sola razón para guardarlo, seguro él que tomé mi lugar tendrá más que ofrecerte de lo que yo iluso creia darte.
Es trágica la zozobra que queda con una pregunta que se teme saber, cuando sabes que el llanto desinfectara las heridas que dejan las promesas fingidas.
Te di más de lo que con nadie más me permitía.
Deseche temores por cambiarlos por besos fugaces que no resistieron la apatía.
Ahora no se bien asegurarte, si me mentiste o te mentí.
Es tan confusa ahora todo, que casi nada tiene razón.
Ambos estamos en líneas paralelas a nuestros recuerdos.
Seria fácil decirte que te deseo ver una última vez más, pero se que en la situación que me dejaste seria otro nuevo desastre.
Y no, no dejaré ya que me veas como solo un juego de mesa del que te cansarás cuando entres en la razón de que no soy yo al que por las madrugadas esperaste.
