Anfibios: Los vigilantes del ecosistema.

Un saludo cordial a todos los miembros de la prestigiosa comunidad HIVE.

A medida que transcurren los años, y la actividad humana hace estragos en los ecosistemas naturales, afectando la vida y la armonía de miles de especies, se hace más importante la existencia de una señal, que nos alerte acerca de los riesgos de destruir la vida en nuestro planeta.

Los adelantos tecnológicos han permitido observar la capa de ozono, y ese fue un marcador del riesgo de contaminación atmosférica, por emanaciones tóxicas, hasta hace poco tiempo.

Sin embargo, la propia naturaleza tiene sus mecanismos de alerta, por medio de los cuales nos dice, a gritos, que paremos la destrucción de los ecosistemas.

Una de esas alarmas naturales, la representan los anfibios, grupo de seres vivos, para muchos repugnantes, pero que ocupan un nicho ecológico fundamental, para determinar la calidad del agua, donde desarrollan su vida.

En vano, he tratado de fotografiar anfibios en estanques contentivos de aguas servidas.

En cambio, en los espacios en los cuales se acumula agua limpia, libre de contaminantes, estos animales de cuatro patas (tetrápodos), pululan y se reproducen sin problema, expresando a través de sus melodiosos y estridentes cantos, su satisfacción por el hábitat que disfrutan.

A medida que se contamina el agua de un estanque, los anfibios van desapareciendo, se alejan, o simplemente mueren, al no poder reproducirse, alimentarse, o por problemas respiratorios, al no absorver el oxígeno a través de sus branquias, o la piel.
Esto ocurre, sobre todo, con los de vida acuática.

Los de vida terrestre están un poco más aliviados, sin embargo, también los afecta mucho la contaminación medioambiental.

Los anfibios tienen una doble vida, que se inicia en el agua.

Mientras tienen vida acuática, respiran por branquias, o por la piel.

Al dar el salto a la vida terrestre, respiran a través de pulmones.
Tienen reproducción sexual, sin cópula interna.
Solo se produce un abrazo nupcial, para estimular a la hembra a depositar los huevos en algún lugar, para que, luego, el macho los fecunde.
Los huevos eclosionan dentro del agua, y pasan por un período de metamorfosis.
Las larvas se convierten en voraces renacuajos, con cola.
En el caso de las ranas y sapos, al crecer, pierden la cola, y pasan a la vida terrestre.

A nivel taxonómico, los Anfibios pertenecen al dominio Eucariota, reino Animal, filo Cordados, subfilo Vertebrados, superclase Tetrápodos, clase anfibios, subclase Lissamphibia (7420 especies).

Existen cuatro órdenes taxonómicas:

Orden Gymnophiona (cecilias):

Imagen propiedad de Ryan Somma .
Fuente

Orden Anura: Ranas y sapos): 6608 especies, repartidas en 54 familias.

Orden caudata: Salamandras y tritones: 695 especies vivas, distribuidas en 9 familias.

Orden Albanerpetontidae (grupo extinto).

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En Venezuela, podemos conseguir unas 400 especies de anfibios, distribuidos entre : los cecílidos (Gymnophiona), las salamandras (Caudata) y las ranas y sapos (Anura).

Destaca el sapo marino, o sapo de caña (Rhinella marina), que presenta glándulas de veneno detrás de los ojos y en toda la espalda, que segregan un líquido viscoso, blanco, lechoso, conocido como bufotoxina, que es letal para muchas especies animales.

El rol ecológico de los anfibios es muy superior al de individuos del reino animal, de mayor grado evolutivo, incluido el hombre.

Sus hábitos alimenticios, incluyen insectos de todo tipo, pequeños reptiles y roedores, pájaros y otros anfibios. Es decir, son omnívoros.

Esto garantiza a los agricultores una ayuda invaluable en el control de plagas.

La salud de los ecosistemas acuáticos se evalúa, entre otros factores, por la presencia de anfibios, que son determinantes de la calidad del agua.

Lo mejor será empezar a cuidar a los anfibios, para así, cuidar los ecosistemas, donde viven las ranas, sapos, tritones y salamandras.

Ali Riera

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