Cuando supe que me mudaría a Argentina, lo primero que hice fue buscar maneras de llegar a la Avenida Santa Fe 1860: El Ateneo Grand Splendid. No puedo explicar lo feliz que me puse al enterarme que iba a estar a unas 20 cuadras de distancia.
El Ateneo es una de las librerías más hermosas del mundo. El lugar donde está ubicado solía ser un teatro y esto se sigue notando en el presente. El escenario se convirtió una cafetería, pero conserva el telón. Los palcos ya no tienen asientos, tienen estantes con cientos de libros. Es precioso ver el resultado de lo bien que se mezclaron estos lugares.
Sinceramente, lo que más me hace amar al Ateneo es el hecho de que no solo es librería, también actúa como biblioteca. Perdí la cuenta de cuantos libros he leído ahí, ya que tiene áreas acondicionadas con sofás y mesitas para la gente que quiera quedarse un rato a leer. Cuando estaba recién llegada al país tenía un montón de tiempo libre, así que iba al Ateneo varias veces a la semana. Leía tanto que me dolían los ojos, y quien me conoce sabe que esto me genera GRAN felicidad.
En el segundo piso hay espacios para conferencias, reuniones, firmas de autógrafos, entre otros. Lo que más me gusta de estos espacios es, definitivamente, la gente que los visita. Todas las veces que he ido a alguna actividad de este tipo muchas personas han asistido, y aún así todos se comportan educadamente, mantienen el orden y logran que todo se desarrolle sin problemas. Amo rodearme de esa gente que, como yo, sólo quiere disfrutar todas las cosas lindas que vienen con el gusto por la lectura.
En el subsuelo del teatro está el Ateneo Junior. Como su nombre lo da a entender, es un espacio para que los niños se entretengan y exploren. Se nota que fue hecho con muchas ganas de que los niños sientan interés por la lectura, y una de las cosas más lindas de visitarlo es ver desde bebés hasta adolescentes concentradísimos en libros que quizás no entienden completamente pero al menos sí un poquito, y eso ya es suficiente.
El Ateneo tiene varias sucursales y soy TAN afortunada que una de ellas está a dos cuadras de mi trabajo. Me da mucha paz saber que cuando estoy teniendo un mal día puedo ir a pasar mi hora de descanso leyendo en el Ateneo... y cuando no estoy teniendo un mal día, también.