LA DICTADURA

in #spanish2 years ago (edited)


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Estábamos en el supermercado, eran aproximadamente las 3.45 de la tarde; ella llevaba un vestido beige con estampado de flores en tono rojizo y yo sólo iba en short, camisa y una gorra. Caminábamos por los pasillos en busca de la despensa de la semana, ya era una rutina que veníamos haciendo desde hace 8 meses. Al principio, era un momento divertido, pues se trataba de conocer los gustos de ambos, podía conocerla mejor sobre que opinaba sobre los productos de limpieza o del cereal de colores. Eran experiencias divertidas, pero conforme paso el tiempo nuestras salidas al supermercado se convirtió en una rutina estresante.
Los pasos para terminar envueltos en un nido de inconformidades comenzaban el fin de semana por la mañana, ella despertaba y lo primero que notaba era que la había dejado destapada, así que me despertaba de golpe apuntando con voz firme que la había dejado destapada toda la noche. Entonces yo me preguntaba: ¿cómo se supone que deba dormir? Tal vez al revés, en sentido contrario, pero eso no funcionaría para mí. Después, mientras se preparaba su café, ella se daba cuenta que la taza la había dejado mal acomodada, así que subía molesta las escaleras a decirme lo molesta que estaba al encontrar la taza movida; yo trataba de explicarle que era un suceso simple, pero sólo lograba hacerla enojar más. Yo sólo me quedaba mirándola con curiosidad, tratando de entender que era lo que ella necesitaba y como hacerla feliz, pero nunca pude entenderlo.

Para la tarde, la incomodidad me invadía de pies a cabeza, pero no fue algo que sucediera de repente, esto ya se venía cosechando desde tiempo atrás. A veces ella no se daba cuenta, pero yo sufría cada vez que recalcaba los errores más mínimos; era como si estuviera viviendo en una dictadura. Pero no sólo era culpa de ella, también yo no supe de qué manera escapar, supongo que estaba esperando a que ella se diera cuenta que me estaba clavando poco a poco una enorme estaca sobre mi corazón, en embargo, eso nunca sucedió. Así que ahora me encuentro en el mismo escenario que hemos estado viviendo los últimos meses; mientras ella se queja y continúa haciendo gestos extraños, yo me pongo a recordar la última vez que fue divertido venir de compras, pero ya ni siquiera lo recuerdo.

Creo que cada día me confronto a mi mismo, estoy atascado como auto en pleno lodazal sin poder moverme. Entre más veo, menos siento; todo se esta volviendo confuso y cansado para mí. Ahora son las 4.30 de la tarde, es hora de ir a pagar y me he olvidado de la cartera, siento un estrés tremendo, porque se que ella se va a molestar. Así que me anticipo y le propongo un plan para que todo salga brillante (como a ella le gusta), pero eso sólo hizo que se despertará la bestia. Corro y me apresuro, ya ni me fijo tan si quiera si ella se ha molestado, corro lo más rápido que puedo mientras en el camino se me cae la gorra por la velocidad, ¡chin! Mi gorra (dije dentro de mí). Me agaché para tomarla y continuar corriendo, ya casi llego al estacionamiento, pero justo cuando voy de salida mis cabellos me tapan la vista, pero no puedo parar de correr, tengo que llegar lo más rápido. Corro, corro, corro y corro hasta llegar a la salida donde justamente al atravesar la calle no me di cuenta de que iba saliendo un auto. Mientras yo corría para llegar al auto, una camioneta venia hacía y sin darnos cuenta los dos, causamos el accidente número 40 del mes. Así es, terminé atropellado por aquella camioneta. Estaba inconciente, pero al mismo tiempo sentía una especie de alivio, era muy extraño; sabía que estaba accidentado y no sé si probablemente sobreviviría, pero de lo que si estaba seguro era que por fin iba a ser libre de mi dictadora. Así que mientras había caos a mi alrededor sonreí y agradecí por haberme dado la gran lección de mi vida: siempre tuve el poder de decidir, pero hasta que no paso algo peor me di cuenta de que era el momento indicado. ¿Por qué tuvo que ser de esta forma? A caso… ¿por cobarde?


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