PESADILLAS EN AZUL METALICO

in #spanishlast year

hive_angielb.jpg


Había una vez un niño llamado Max que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Max era un niño curioso y aventurero, le encantaba explorar los bosques y las montañas que rodeaban su hogar. Un día, mientras caminaba por el bosque, se topó con un extraño ser azul. Era un monstruo de enormes ojos rojos y dientes afilados que brillaban en la oscuridad.

Max se asustó al principio, pero pronto se dio cuenta de que el monstruo no parecía querer hacerle daño. De hecho, parecía más curioso que amenazante. A pesar de ello, Max no podía evitar sentir un escalofrío en su espina dorsal cada vez que se encontraba con el monstruo azul en sus excursiones por el bosque.

A medida que pasaban los días, Max y el monstruo azul empezaron a tener encuentros más frecuentes. El niño intentaba evadirlo, pero siempre aparecía en momentos inesperados. Incluso en su propia casa, Max podía sentir la presencia del monstruo azul. A veces lo escuchaba susurrar en la oscuridad de su habitación, o lo veía moverse en las sombras cuando apagaba la luz.

A pesar de su miedo, Max no podía evitar sentir curiosidad por el monstruo. ¿De dónde venía? ¿Qué quería de él? Pero no se atrevía a preguntarle directamente. La sola idea de hablar con él lo paralizaba.

Una noche, mientras Max estaba en su cama, escuchó un suave golpeteo en la ventana de su habitación. Al principio, pensó que era una rama, pero luego se dio cuenta de que el sonido provenía de algo más. Temeroso, Max se levantó y se acercó a la ventana. Fue entonces cuando lo vio: el monstruo azul, mirándolo fijamente desde el otro lado del cristal.

Max quiso gritar, pero no pudo. El monstruo empezó a hacer gestos con sus largos dedos, invitándolo a salir de la casa. Sin saber por qué, Max decidió seguirlo. Se deslizó por la ventana y siguió al monstruo azul en la oscuridad.

Caminaron durante un largo tiempo, hasta llegar a una cueva oscura y fría. Max estaba temblando, pero el monstruo parecía haber perdido su aspecto amenazante. De repente, se detuvo y señaló una roca en el suelo. Max se acercó y notó que algo brillaba debajo de ella. Con cuidado, levantó la roca y encontró un pequeño objeto azul.

El monstruo se acercó a él y le susurró al oído: "Gracias por encontrar mi amuleto. Ahora puedo volver a casa". Y sin más, desapareció en la oscuridad.

Desde entonces, Max nunca volvió a ver al monstruo azul. Pero cada vez que se acordaba de esa noche, sentía un escalofrío recorrerle el cuerpo. Y cada vez que salía al bosque, tenía la sensación de que algo lo seguía de cerca, observándolo desde las sombras.


hive_angielb2.JPG