¡QUIEN ME MANDO PA ESTA VAINA!

in #spanish6 years ago (edited)

Hola muy buenos tengan todas y todos los usuarios de @steemit.

El día de hoy quisiera contarles una historia, que estoy seguro no encontrarán en ningún libro o revista, ya que es una vivencia propia, que deseo compartir con ustedes.

Escucho la voz de Zino, diciéndome que me tranquilice, que sigamos trabajando

  • Tranquilo primo, que los tigres no atacan a las personas y menos cuando ven a más de una.
    Estábamos en lo más adentro de la espesa selva, al oriente de Venezuela, cerca de la frontera con Guyana sacando oro con una Batea, solos él y yo metidos en un pequeño río que nos llegaba hasta el pecho de profundidad, cuando de pronto empezamos a escuchar el rugido de un tigre, cada vez más fuerte y cerca de nosotros, yo le decía.
  • Primo vamos apurarnos, que se está haciendo tarde y parece que ese tigre como que tiene hambre, porque se escucha cada vez más cerca.

Batea

En ese momento yo tenía ya un año trabajando la minería en la selva, viviendo en una comunidad indígena llamada “San Martin de Turumbang”, nos habíamos ido a vivir a ese lugar mi esposa y yo, porque a ella le habían asignado un trabajo como profesora del colegio de la comunidad, ella había nacido ahí y tenía muchos familiares en el lugar, incluso el “primo Zino” es primo de ella, no mío, pero desde que llegue al lugar me decía primo y yo a él igual. A pesar de ser una comunidad indígena en territorio venezolano, se habla más el inglés que el español, ya que se encuentra muy influenciada por las tradiciones de los Guayaneses.

Ya no aguantaba las plagas estando en el río, estábamos ahí desde las 10 de la mañana y ya eran las 3 de la tarde, el agua se sentía cada vez más fría, casi que no entraba nada de sol por lo espesa de la selva, los árboles que nos rodeaban eran tan grandes que nos hacía perder la noción del tiempo, nos envolvía una gran variedad de sonidos de la selva, pero el único sonido que me causaba desconcierto y preocupación era ese rugir indiscutible de un tigre, que a pesar de no lograr verlo aún, podía darme cuenta que caminaba muy cerca de nosotros.

  • Yo: Primo tienes una nueve de zancudos en la espalda, sí salimos vivos de aquí, lo más seguro es que nos de Paludismo.
  • Zino: No, que va, en los lugares que hay muchos zancudos no hay paludismo, no te preocupes jejeje.

Las palabras que me dijo Zino, no me causaron nada de tranquilidad, pero lo que me hizo olvidar todo, las picaduras de los molestosos zancudos, el frío y hasta el rugir del tigre, fue cuando de pronto se asoma en el fondo de la “Batea” una roca muy brillante, de aproximadamente unos 5 gramos de peso (un cálculo al “ojo porciento”) era una pequeña roca de oro puro, mejor conocida por los mineros como “cochano”, ver eso nos alegró el día, sentimos que había valido la pena todo el malestar que estábamos pasando hasta ese momento.

Después de haber conseguido esa pequeña roca de oro, más unos pequeños pedacitos de oro que habíamos recogido en todo el día, decidimos regresar a casa, a la población indígena. Se nos hacía un poco tarde, ya eran las 5:00pm y apenas empezábamos a recoger nuestras cosas para irnos, no habíamos llevado linterna para el camino y eran un poco más de tres horas de caminata, unas dos horas para poder salir de la selva y una hora de caminata por carretera hasta el pueblo. Emprendimos nuestro camino a un paso muy apresurado, para que no nos agarrara la oscuridad total dentro de la selva, pero por más rápido que íbamos, nos agarró la oscuridad dentro de la selva, no podíamos ver nada, yo iba detrás de Zino, agarrándole el hombro para no perderme, el conocía el lugar como si estuviera caminando con los ojos cerrados dentro de su propia casa, para mí fue algo difícil, ya que tropezaba a cada momento con piedras y raíces en el camino, pero no podíamos parar, debíamos seguir caminando rápido hasta llegar a la carretera.

En ese momento mientras caminábamos por la selva a oscuras pensé <<¡Quién carajo me mandó a mí para esta vaina!>>, eso se me venía a la mente, porque hace un año atrás yo trabajaba en la capital de Venezuela, en Caracas, tenía un buen puesto de trabajo y ganaba bien, pero por las ganas de tener más dinero y de acompañar a mi esposa decidí internarme en esa selva, vivir en esa población indígena.

Al fin salimos de la selva y llegamos a la carretera, la luna brillaba en su máximo esplendor, era luna llena, pero mientras estábamos dentro de la selva no se podía ver nada, ya en carretera nos alumbraba el camino como un gran faro, podíamos ver tan claro el camino, que pareciera fuera de día.

Llegamos al pueblo como a las 8:00pm, estábamos los dos muy cansados, en lo que llegamos a su casa, Olivia (esposa de Zino) nos preparó inmediatamente café y una gran cantidad de comida.

Zino
Zino.jpg

Continuará…