Las artes marciales y sus beneficios psicológicos

Hoy quise hacer una publicación sobre mi segunda pasión que son los deportes, en particular las artes marciales que practico actualmente.

Desde niño me gustaron mucho las películas, dibujos animados y documentales de artes marciales. Mi primera inspiración infantil fueron películas como las Tortugas Ninja, Karate Kid, 3 Pequeños Ninjas, películas de David Carradine, Steven Seagal y videojuegos como Mortal Kombat y Street Fighter. Aproximadamente entre los 6 y 9 años practiqué karate, avancé hasta casi llegar a cinta marrón pero no me atrapó el estilo por considerarlo no realista y lo abandoné por la natación.

Daniel San y el icónico señor Miyagi de Karate Kid. Crédito imagen

Estuve muchos años sin volver a practicar nada similar, aun así no dejé de ver producciones de artes marciales. Admiraba el trabajo de coreografía de un enfrentamiento para hacerlo ver lo más real posible. Mis películas favoritas son las de Ip Man que trata de la vida del maestro de Bruce Lee, con el actor chino Donnie Yen; y las de Ong Bak del actor tailandés Tony Jaa. Algunos puristas me crucificarán por lo que diré pero no me gustó ninguna película de Bruce Lee ni Chuck Norris por considerarlas irreales. ¡Por favor! Hasta las películas con Jet Li tienen mejores coreografías.

Escena de la película Ip Man 3 con Donnie Yen y Tony Jaa

Irónicamente, nunca fui fanático de ver peleas reales, ni boxeo, ni MMA, las pocas veces que lo hago es con fines didácticos. No disfruto ver a dos personas haciéndose daño de verdad, sobretodo las MMA y Vale Tudo que pienso que raya en lo antideportivo.

En fin, no fue hasta hace un año viviendo en un nuevo país, sin posibilidad de practicar deportes acuáticos por el frío y sin tener todavía bicicleta que finalmente me atreví a volver a practicar artes marciales. Pasé por un proceso de selección de estilos y al final me quedé con el Muay Thai, sobre el cual seguramente escribiré en otra ocasión. Por ahora solo diré que este video influyó en mi decisión:

Más allá de los beneficios físicos que cualquier deporte puede proporcionar, les quiero contar mi experiencia personal sobre los beneficios psicológicos que me dieron las artes marciales.

Yo con 28 años para entonces nunca había tenido una pelea de verdad más allá de unos empujones en el colegio, mucho menos había recibido un golpe en la cara. Tampoco me encantaba la idea de hacerle daño a alguien, podría decir que soy muy pacífico pero a la vez sumiso, en el fondo me daba pavor que me hicieran un daño grave. Recibí algo de “bullying” en el colegio y nunca pasó de unos insultos y forcejeos porque evitaba la pelea directa. Algunos venezolanos que me lean dirán que “me faltó barrio” o haber estudiado en un liceo público, no lo niego.

Desde la primera clase golpeé el saco hasta no poder levantar los brazos, cosa que nunca había hecho ni siquiera en los años que practiqué karate. Era la experiencia más terapéutica que había tenido en mi vida, sentía que expulsaba toda la rabia que tenía en el momento por desamores y otros problemas.

Tuve la mala suerte de lesionarme dos veces por novatadas, por lo que aunque empecé hace más de un año he tenido varios meses de reposo o entrenando suave, tampoco he participado en un torneo aún.

Lo más importante que me ha dado las artes marciales es superar el miedo a la confrontación física. En mi vida solo había tenido en tres oportunidades situaciones de amenaza real en la calle, en todas me había “chorreado” e ido. Tal vez fue lo mejor porque en Venezuela nunca se sabe quien puede tener un arma, “mejor dejar el mierdero que dejar el sangrero”, dicen. Pero hace un par de meses en Chile me topé con la situación de ver a un borracho de la calle molestando a una mesera de donde trabajo, fui a confrontarlo y pedirle educadamente que se fuera. El señor más alto que yo, con una mirada de demente y una botella de vidrio en la mano se acercó de forma amenazadora a centímetros de mi cara; una situación que en el pasado me habría “chorreado” pero me sorprendí a mi mismo sin ponerme nervioso y manteniendo la compostura hasta que el tipo dio media vuelta y se fue. Quedé con una sensación de confianza en mí mismo que no había experimentado jamás.

Otro beneficio es el de no menospreciar al que parece más débil físicamente, he practicado con chicas y adolescentes que me han dado buenas sonadas en la cara y hasta dejado sin aire, eso me enseña humildad. Bien se dice que las artes marciales igualan al hombre fuerte con el débil. He aprendido de compañerismo y respeto cuando me preocupo de no golpear demasiado fuerte a mi compañero, cuando le corrijo la técnica, y aún si nos golpeamos muy fuerte y me dé rabia en ese momento, al finalizar un toque de guantes y un abrazo cierran cualquier enemistad posible. Ni hablar de la disciplina que se debe asumir si se desea participar en un torneo.

Buakaw Banchamek (derecha), estrella tailandesa de Muay Thai y Kickboxing. Crédito imagen

Se suele pensar que las artes marciales las practican personas violentas con trasfondos de delincuencia, tal vez sea así pero no me ha tocado conocer a ninguna. Aún si así lo fuese esas personas están lidiando con sus problemas con la mejor terapia que haya conocido. Por todo eso y más las artes marciales son mi nueva pasión.

¡Gracias por leerme y por tus comentarios!

Bernardo Kostich Benítez
Biólogo y aficionado a la divulgación científica

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