¡Aquí nos encontramos! En un lugar de ensueño, oculto a simple vista, donde los sueños se vuelven perdurables y la imaginación renace. Mucho nos costó el viaje, el camino jugo con nuestro brío y desenterró nuestros más oscuros miedos ¿basto para detenernos? Pues henos aquí, en lo que parece un lugar olvidado por el tiempo, donde la belleza permuta en su calma, la calamidad no encuentra desarrollo y la libertad se desprende de su significado.
Seguimos caminando; recorriendo el lugar y admirando lo que este nos hace sentir. Sus caminos, sus árboles, su abundante fauna, su ilimitada falta de decadencia es afrodisíaca para nuestra alma, da esperanza hasta para el mas angustiado viajero. Entre mas se avanza mas te sientes conectado, sientes que no quieres irte; que algo te aferra a este santuario, te das cuenta que hay algo más.
Con cada paso la soledad va perdiendo sentido, pierde importancia y va desvaneciéndose, hay algo ahí afuera, algo te vigila; observándote desde el silencio, cuidando sus dominios. Tus latidos se aceleran, entras en estado de alerta y tu curiosidad arde cuan fragua de Hefesto, deseas conocer el protector de tan bello santuario.
A lo lejos una sombra borrosa, una silueta a penas divisible; se funde con el paisaje como si fueran uno, mientras te acercas, te sientes diferente, crees que todo es producto de tu imaginación, dudas de lo que ven tus ojos, pero sí; ahí está, una forma etérea de hermosa silueta, belleza inconmensurable para el ojo mortal, una divinidad en la tierra.
Pido su nombre con deseo, persigo su andar esperando una simple tonada de su voz. A lo lejos se detiene, el viajero cree estar frente a la representación misma de la belleza, se acerca y vuelve a preguntar su nombre, ella desaparece; grito en su búsqueda, pido a los dioses mismos que la traigan ante mí. Todo queda en un silencio abrumador, solo se escuchaba el movimiento de los árboles, el paso del viento por el follaje; la calma del principio volvió a invadir el lugar.
Vuelvo por donde vine, recorro mis pasos con la cabeza abajo, sintiendo la desilusión de una oportunidad perdida, solo escucho el viento en mi rostro y el cantar de los pájaros; ya el bosque calla sus secretos.
Llego al génesis de mis pasos y subo la mirada, ella está ahí, mirándome. El bosque cobra silencio para mi y solo me importa escuchar su voz, se mueve a mi alrededor, me recorre con la mirada como si fuera minúsculo ante ella, ¡así me sentía! Nunca había visto a alguien tan hermosa como ella, tanta belleza no parecía posible, pero si lo era, y la tenía ante mí.
Ella se ríe al alejarse y vuelve a desaparecer; esta vez para no volver, el bosque vuelve a recobrar sonido, a lo lejos siento una voz que trae el viento, cada vez se escucha mas fuerte, susurra un nombre que no distingo, me concentro y logro tomarlo, ¡Dafne! El viento me lo repite una y otra vez, cierro mis ojos para gozar del momento, conozco la felicidad abrazando el recuerdo de su bello rostro, el susurro calla y vuelvo a realidad, mis compañeros llegan; nos vamos del lugar, no les digo nada de mi experiencia, prefiero guardarla para mí. Salimos de tal mágico lugar, en la entrada miro hacia atrás con una sonrisa y solo un nombre viene a mi mente.
