-¿Quisiera saber qué evades?
- Y yo quiero saber ¡Qué te hace suponer eso?
-Además de tu interminable silencio, tus ojos no me extrañan y cuando me hablas tu voz es vapor ácido tus palabras.
-¡Ah, caramba! Ese superpoder lo desconocía en ti. ¿Acaso sabes leer el alma? O ¿tan solo eliges la más práctica escena que se te ocurre?
-De suponer y pensar si sé mucho, sí. Entonces, de estar equivocada, dime ¿a qué se debe tu actitud? Así como que si no quisieras saber nada, todo tu ser evade. Evitas, lástimas, atiendes a regañadientes... acercarme a ti es saber que algo que me pinchará la cara, algo dolerá, puede ser orgullo o el ridículo, la torpeza, la libertad... puede ser un gesto, una palabra, una expresión.
Me duele el silencio más que la desconexión, perder los lazos por lo cotidiano, perder la ilusión por sobrevivir.
Creo saber que no soy fácil, pero tampoco tonta
-Yo también tengo misterios y no quiero que sean minimizados. Por eso no los comparto, por respeto a su valor, para que siempre sean lo que se merecen en mi.
Es cierto, tenemos una historia, pero otra más larga tengo conmigo misma.
Son muchas las cosas que vivimos, pocas las que contamos. Porque existen hechos, recuerdos, eventos a preservar del presente...para no compararlo, para no confundirlo, ni mezclarlo...
así fue, y así queda. Sin más versiones que la mía, sin más emociones que las ciertas. Nadie es juez de lo vivido, más que Dios mismo. Y aunque jures y cuente con tu discreción, imparcialidad y confianza, sé que muy dentro de ti eres incapaz de omitir una sentencia.
Y no me interesa.
Prefiero ser libre, prefiero contar, aunque sea con esa libertad.
Entiendo, tienes razón- ¿quien soy para juzgar tu ser, actitud o ganas? Entonces, lo correcto será ¿esperar, asumir y aceptar lo que quieras dar? es decir, que la mejor opción es ¿cambiar mi percepción? ¿que es un filtro que interpreta su actuación sin saber de verdad la razón? ¿el filtro del ego? ¿La esclava soy yo, entonces?
