A veces no sé cómo despedirme de ella,
siempre espero quizás un poco de nuestros mejores días,
saborear los instantes en los que respiro
y el viento cambia de dirección,
haciéndose casi tangible en mi garganta,
mis dedos recorren lugares que parecen desconocidos
y los colores adquieren un nuevo matiz más vivo.
Todo con ella iba acompañado de una sensación de primera vez.
No creo que haya algo que no hayamos hecho juntas.
Al parecer se cansó de mí pero yo no de ella,
nada es igual y yo sigo queriendo intentar.
Es una hija de puta, me dio los mejores sueños
y una vez que se marchó se los llevó con ella,
ahora el insomnio es un visitante frecuente.
Cómo me gustaría decir que no volveré,
que más nunca lo haré, que no es para mi
y que no es una relación sana.
Pero el punto crítico de la carencia
no comienza con el insomnio o la ausencia de apetito,
ni siquiera con la resaca emocional
que trae consigo las nostalgias más dramáticas,
sino con la vida suspendida entre dos maneras de ser:
lo que realmente eres; y lo que aparentas cuando otros te ven.
Una dualidad peligrosa cuando ya te conocen.
Me quiero libre, feliz, decidida,
y tú querida, ya no puedes darme nada de ello.
Foto propia
Lorca el mejorrrr,
buen desahogo...