¡Espinas rotas!
A veces la vida nos prueba, nos aprieta,
nos ahoga como al pasto el paso del río,
nos aplasta como a la tierra el paso de las bestias,
nos hiere como a los árboles el fuego,
nos marca como las espinas clavadas en la piel.
A veces queremos levantarnos y crecer,
cantar, soñar, reir, llorar, sentir y gritar,
correr, caminar, saltar y andar,
y es cuando sentimos que nos callan,
que nos despiertan, nos dejan sin aliento,
que nos amarran, nos encadenan, nos atan,
que nos llenan de obstáculos el camino,
que nos traban, nos mutilan las palabras,
que llenan de tinieblas nuestros ojos
y nos dejan en zozobra.
Al pasar el tiempo,
y encontrarse con tantos tropiezos,
éstos van formando capas, escudos,
van forjando el carácter,
van encorazando los sentimientos,
van endureciendo el alma,
de por vida marcándola
y sin darnos cuenta…
nos volvemos hostiles,
fieros defensores de nuestra integridad herida,
subimos la guardia y apilamos barreras,
creamos muros impenetrables,
donde ni el mismo pensamiento es capaz de infiltrarse,
nos cerramos ante cualquier intento nuevo de amistad,
imponemos una distancia muy grande
para aquellos que intentan llegar a nosotros,
y como en el medio de una avalancha
los dejamos a la deriva ante la inmensidad del mar,
los hundimos en el pantano mismo de nuestros recuerdos
ahogados por tantas cicatrices y marcas que han dejado las espinas…
…pero aún en la inmensidad del dolor, del miedo a lo desconocido,
de la oscuridad plena de las tinieblas del fuego que quema y consume,
aparece una gaviota en medio de ese mar, que como una estrella fugaz,
avanza firme, rápida y audaz, dejando como huella su estela;
se presenta una luz al final de ese camino por enredaderas entorchado,
pero aún con la sangre latente de las heridas por las espinas,
dudamos, tenemos miedo y por lo tanto
sucumbimos ante la intriga y nos convertimos en jueces,
sin dar oportunidad a quien silente
se acerca como un fiel soldado a protegerte,
a custodiar tus manos para que no se enreden,
sometiéndolo al juicio más duro del universo,
y lo sentencias…
…a la oscuridad de tu ausencia, a los gritos de tu silencio,
a la penitencia de sufrir tu indiferencia, tu arrogancia y tu desprecio,
al ayuno de tus palabras y a la asfixia de negarle tu aliento,
implacablemente te muestras hostil a sus palabras,
dudas y te sobran pruebas para demostrar tus cicatrices,
pero no permites siquiera que vea las marcas de esas espinas,
el miedo te invade y domina, te agita y estremece
solo la idea de volver a sentir una espina en tu piel…
Por ello…
déjame llegar a ti para mostrarte lo bello de la vida,
déjame enseñarte las cosas más sencillas,
déjame compartir lo más simple y enseñarte a reír,
déjame podar esas espinas para que no puedan herirte más,
déjame limpiar tu camino para que nada pueda marcarte,
déjame hacer espacio ante los escombros que la vida ante ti ha puesto,
déjame eliminar esas murallas impenetrables para llegar a ti misma,
déjame enfrentar tus temores para ahuyentarlos,
déjame alcanzar la cima de tu alma y tu corazón,
y una vez allí poder disfrutar de la luz de tu mirada,
del calor de tu piel, del suave toque de tus manos,
y sentir el viento fresco y suave de tu sonrisa,
y velar por que ésta nunca más se apague o sucumba ante ninguna herida,
por ello…
… solo déjame romper las espinas de tu vida!
FJJRG
Texto autoría de @fjjrg
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Este es un poema que mi papá nos escribió a mi hermana y a mí, es una expresión de su amor y protección para con nosotras. Papi te amamos
Mi estimado profesor, siempre creando versos y prosas, excelente, me encantó. Saludos