¿Las merecemos?¿Deberíamos darlas? ¿Dará resultado esta vez?
Pocas de las preguntas que corren por mi mente al momento de escribir este pequeño artículo. Recientemente me he encontrado en una encrucijada en la cual puedo dar una segunda oportunidad y recuperar algo muy querido o negar la oportunidad y ver que depara el futuro. En ambos casos hay ventajas y desventajas, de ahí la encrucijada.
Sin embargo, he decidido hacer lo que mas feliz haga a mi alma. No hay sentido en hacer alguna otra cosa que no sea esto, ya que lo único que deseo evitar es el sufrimiento, igual que todos. Soy una persona orgullosa, no lo niego. Estoy en paz con este hecho desde hace mucho, sin embargo me es aún difícil discernir orgullo de autopreservación... y en el proceso he herido personas que mucho me han dado, cosa que detesto profundamente.
Tengo tatuajes. Uno de ellos, encima de mi pectoral izquierdo, arriba del corazón, reza: Teach Peace. Enseña la paz. Ir en contra de eso sería irrespetar el principio mismo que me hizo querer el tatuaje en primer lugar. Y podré ser muchas cosas, pero no traicionaré mis propios principios y valores. Perdonaré, me enseñaré la paz a mi mismo y seguiré con mi vida orgulloso de mis decisiones.
¿Es acaso este el aprendizaje de las segundas oportunidades? Saber que si las cosas fallan, no es porque no se les ha dado la oportunidad de tener éxito, sino porque simplemente no están destinadas a ser.