El juego de Dios y el hombre

in #spanish5 years ago

Imagina que un día despiertas con un superpoder. El día anterior no te picó una araña ni te fumaste nada raro, pero te despiertas diferente. A medida que estas despertándote, que abres tus ojos, culminas con tu estado de vigilia y pasas a la plena consciencia, sientes algo extraño.

Imagina que cierto momento, cuando no había nada y no había nadie que pudiese llamar “nada” a la nada, en el eterno vacío cósmico, una marea de partículas empiezan a actuar, en cadena, conscientemente. Esa marea, ese viento repleto de polvo, llamado Marduk por los mesopotámicos, se hace consciente de su existencia. La consciencia etérea no se siente sola porque tampoco es que sepa qué carajos es estar sola, pero decide transformar el vacío, decide darle forma.

Como si fuese un niño, juega con la nada y crea reglas cómicas, crea un sistema divertido y funcional capaz de marchar bien, más o menos, en todo lo que es y en todo lo que se va expandiendo. Le gusta crear supernovas porque las explosiones son brillantes, le gustan los agujeros negros por su atrayente belleza, le gustan las constelaciones armónicas y le gusta observar el desordenado desorden de todo lo que crea.

En un momento descubre que en un significante planeta hay consciencia. Descubre que, según las reglas que él mismo había promulgado, se dan las condiciones necesarias para que existan seres racionales: los humanos.

“Espera”, se dice, “volvamos un poquito para atrás”, retrocede al momento en que se formó la primera célula viva, y, pum, en un pis pas ya habían humanos, guerras, drogas, universidades, religiones, países, discotecas, música, internet, pornografía, idiotez, inteligencia y muerte. Marduk se enamoró de esto, se enamoró de la humanidad y de su incapacidad de perdurar para siempre: se enamoró del sentido ilógico y optimista que cada individuo veía en la vida, mientras le durase, hasta hundirse entre mierda y gusanos estando bajo tierra.

Marduk notó una cosa: “los humanos son cortos de miras, solo ven pa’ delante”. Mientras que Marduk era capaz de observar el tiempo, de observar el pasado, el presente y todos los posibles futuros -que de hecho, existían simultáneamente según lo que el humano había llamado “física cuántica”-, los pequeños seres de la tierra solo podían moverse hacia adelante, solo podían observar el momento presente.

Algunos humanos vivían en el pasado, solo metafóricamente, pues torpemente se hundían en recuerdos y dejaban de observar su ahora mientras el ferrocarril de la vida seguía por los rieles; otros vivían viendo hacia adelante y descuidando su ahora. A Marduk le causaba gracia lo incapaces que eran de comprender el tiempo, sometidos a su control y a su miedo a la inminente muerte. Pero Marduk encontraba belleza y gracia en el caótico sentido de la vida humana, y decidió, luego de una eternidad cósmica, hacer un experimento directo: decidió darte a ti un superpoder.

Luego de levantarte, te das cuenta de que todos tus sentidos estan supermaximizados. Escuchas todo, sientes todo, percibes todo y controlas todo. Piensas “deseo comer algo, y, kapum, tienes un pan en tus manos. Dices “joder, creo que sería genial no tener hambre otra vez”… y tu voluntad se cumple. Te conviertes en el tejemanejes del mundo, y por un tiempo, mientras descubres toda tu capacidad, lo disfrutas. Asesinas a los malos, te haces millonario, fornicas con quien te da la gana, te enamoras y enamoras, haces justicia, eliminas a quien te cae mal, evitas la muerte de personas inocentes… Te conviertes en un Dios, en uno que adoras ser. Pero mientras más experimentas, más descubres que puedes hacer.

Empiezas a desarrollar sentidos ajenos a tu naturaleza humana. Descubres que puedes ir hacia atrás. Viajas al pasado e intentas cambiar la historia del mundo: evitas guerras, salvas personas, evitas conflictos… y regresas. Al llegar tu presente, todo sigue igual. Lo que evitaste ocurrió luego, y todo lo que hiciste fue perder energía: la historia del ser humano se caracteriza por ser cíclica y repetirse mucho, por lo que requieren vivir situaciones críticas, como especie, para poder dar un paso adelante.

Llegado un momento, puedes ver hacia adelante. Puedes observar todos los posibles futuros, todo lo que podría pasar según cóomo decidas ahora… y juegas con ello. Abusas del poder, porque todavía queda humanidad en ti y el humano disfruta del abuso, pero te cansas.

Un día te ladillas y, pum, el tiempo se frena. Como si fuese una reproducción de video, caes en cuenta que puedes irte de atrás hacia adelante en la dirección que elijas: te vuelves un ser omnisciente capaz de verlo todo. Te vuelves un Dios capaz de estar donde sea, cuando sea. Y tu existencia pierde sentido.

Marduk se ríe: al haberle donado al hombre la capacidad de ser un Dios, perdió su brillo y su sentido de la existencia. Marduk te deshumanizó.

Viajas, por eones, a través de las estrellas buscando cosas que te sorprendan. Te sientas en un planeta lejano a contemplar la existencia misma. Y piensas: “marico el que lea esto, porque soy Dios y puedo romper la cuarta pared cuando me plazca”.

Y luego eres observador consciente de todo, junto al hijo de puta Marduk, por el resto de la eternidad.


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