El Baco (mi primera novela) 46

in #spanish3 years ago

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56
Damián, por aquellos días, andaba leyendo un libro de Azorín. A pesar de la trivial y rápida lectura, se atrancó en un escollo que le deshacía la concepción marxista de la historia con la que, desde hacía años, andaba entusiasmado; conque caviló sobre el concepto de historia descubierto en la perversa cita de Renan que dice: «...el gusto por la historia es el más aristocrático de los gustos». Se vio desamparado con este machetazo al que no encontraba respuesta, porque el argumento de autoridad al que se agarraba en sus aseveraciones, se las daba dobladas en este libro indiscutible: no encontraba a nadie que contradijera satisfactoriamente esa cita reprobable; y él, de aristocrático no quería ni el vocablo. Inmerso en estos devaneos se entretuvo más de lo debido sin llevarle a Emilio las fotocopias del trabajo de Clara, por no contribuir a que Emilio se aristocratizara, porque pudiera ser que se aficionara al cuaderno del cuñado de Honorino en vez de resolverle las dudas de gramática latina. No obstante, no tuvo escapatoria cuando, solos en el pasillo, después de que Emilio ridiculizara a su compañera Estrella, le dijo:
—Ahora tenemos tiempo. Vamos al seminario de Latín para resolver tus dudas. Damián le contestó un poco reticente:
—¿Ahora? La verdad es que no tengo muchas ganas.
Emilio le devolvió lisonjas:
—Un intelectual como tú, nunca debe cansarse, sobre todo si se trata de un asunto pedagógico.
Damián se encontró trizado dialécticamente y repuso:
—Vamos a mi seminario, que allí tengo los trabajos de los alumnos.
—Vete tú a por ellos; te espero en el de Latín; estaremos más cómodos, y tendré que consultar los diccionarios —parecía humillarse—, no creas que de Latín lo sé todo —balanceó los párpados.
No tardó Damián en traer el trabajo de Clara con todas las dudas subrayadas. Le bastó a Emilio una lectura por encima para sospechar un venero en el trabajo, aunque rápidamente se dio cuenta de que tendría que despejar varias incógnitas. Le resultó fácil convencer a Damián de que necesitaría tiempo para tal empresa, porque el hibridismo lingüístico se mostraba evidente, y le dijo:
—Necesitaré un par de días para que no quede nada en el tintero. Como tienes marcadas las palabras importantes, me resultará más sencillo.
Se inquietó Damián, porque Emilio no soltaba el trabajo y sin más, lo metió en la cartera diciendo:
—Vamos a tomar algo al bar de enfrente, porque veo que ahora no tienes muchas ganas —lo agarró por su palabra—; mañana te lo traigo todo escrito para que no tengas dificultades.

57
LOLI Y EL VASCO.
—¿Qué te pasa? —dijo Loli después de sentarse a comer en el restaurante al lado del Instituto.
—Que se va notando el cansancio del curso a estas alturas —respondió el Vasco mientras desdoblaba la servilleta.
—No me puedes ocultar que algo extraño te preocupa. Te lo vengo notando desde hace algunos días.
Loli se sentía insegura en la permanencia del amor, ya que le notaba cierto enfriamiento, y trataba de amarrarlo durante todas las horas del día, porque pensaba que Eva rondaba en la cabeza del Vasco a cada instante; pero el Vasco estaba ido, pensando que Leo le mentía, que Leo custodiaba los pergaminos buscados por la policía y no se le presentaría mejor ocasión para alcanzarlos; a pesar de lo cual, no se atrevió en ese momento a decirle nada a Loli acerca de sus pretensiones, por lo que salió por la tangente sacando del bolsillo el sobre con el poema de Eva dentro. Tomó Loli el poema, y cuando lo iba leyendo, luchaba su sentimiento de culpabilidad con la pasión creada en su relación con el Vasco, lo que le produjo una inestabilidad que vino a acrecentar su inmadurez afectiva; sentía que el Vasco podía marchársele en cualquier momento, pero quedó algo más tranquila al encontrar totalmente verosímil la preocupación del Vasco por la tragedia que se deducía del poema, ya que, en definitiva, a él le correspondía la mayor responsabilidad del daño infligido a la poco más que una niña enamoradiza de los profesores; y dijo:
—Esto se le olvidará pronto. Todas las chicas sufren un amor platónico, sobre todo si se encuentran con uno de sus profesores tan encantador como tú. Lo que normalmente tendría que suponer una característica encomiable, se ha vuelto en contra tuya y ha supuesto para ti un «handicap» que no te ha traído más que problemas con los alumnos y alumnas; claro que, bien mirado, a pesar de los reveses, es mejor así. Date cuenta de que estos problemas no los tienen los ñoños, o los que ya están metidos de lleno en sus sentaderas burguesas, pagando el piso, el coche y soportando el aburrimiento de la monotonía de las clases. Lo peor es que Eva está sufriendo mucho, aunque sea pasajera su desdicha, porque todas hemos tenido en esa edad un amor imposible que no nos corresponde. Son cosas que hay que pasar y no tienen remedio hasta que el tiempo las borre, y se vaya olvidando a medida que llegue a ser adulta, y encuentre al hombre de su vida.
Loli cogió la mano del Vasco, quien no pestañeaba pues un sinfín de pensamientos se embarullaban con los dolores de sus entresijos. No podía pensar a la vez en dos situaciones: Eva y el retablo de «El Baco», con sendas circunstancias envolventes. A menudo le asaltaba la idea de verse en un hospital psiquiátrico como su madre.
En esta situación inestable se desdobló totalmente y le dijo a Loli amparado por el calor de la palma grácil sobre su mano:

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