El Enigma de Baphomet (311)

in #spanish3 years ago

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Tuve que tragar saliva porque se me secó la boca, y seguí diciendo

—BA - PHAU - MET... las tres primeras sílabas de Bachus Faunus Metejo.

Siguió Pablo:

—¡La mezcla...!

Y nos salió a los dos a coro:

—¡... de Fauno y Baco!Había un tercer pergamino del mismo color negruzco que el de la segunda parte y con la tinta muy deteriorada. Me costaba leerlo, pero lo fuimos descifrando abusando de la santa paciencia del director y la secretaria.

¡Una copia del pergamino de Arias Didaz!

—O sea —me dijo Pablo asombrado—, que ésta es la copia del pergamino original que sacamos del archivo de Astorga en la excursión con el Vasco...

Cuando conseguimos aplacar la emoción, nos despedimos intercambiándonos tarjetas de visita y les ofrecimos nuestras casas en Boston y en Madrid cuando quisieran, lo mismo a la chica guía en idioma español que al director del museo.

Se mostraron muy agradecidos. Y la chica nos dijo despidiéndonos que nos trasmitía la enhorabuena del director, que se había emocionado al vernos recuperar los documentos tantos siglos perdidos, y que habíamos improvisado una ceremonia digna de una veneración religiosa o celebración litúrgica en una catedral católica, que son las catedrales más impresionantes. Y que hasta siempre.

Sus nombres y apellidos respectivos escritos en armenio, como de costumbre imposibles de escribir y menos de pronunciarlos, terminaban en “án”, único detalle con el que nos quedamos de este idioma tan antiguo. ¡Es de admirar que lo hayan conservado incólume, escrito con caracteres propios, como si nosotros hubiéramos conservado, tanto escrito como hablado, el idioma que hablaba Cicerón o Julio César.

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En el avión de vuelta, me decía Pablo:

—Oye, Leo, cuando el director del museo nos dio los pergaminos y la miniatura de San Gregorio Iluminátor, algo farfullaba consigo mismo.

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—Le contagié la emoción seguramente.

—Parecía como si rezara en su religión algo que no entendimos, claro...

—¡Qué gente tan buenaza, no podía imaginarlo! Te contagiaste tú también, y eso que eres duro como la cuarcita...

—Tenía que haberte grabado, qué lástima de cámara.

—Soy un poco idiota; menos mal que no nos vio nadie más que ellos. Menudo bochorno si me hubieras grabado... ¡Llorando como un niño! ¡Qué vergüenza!

—¿Vergüenza, por qué? Al contrario, hombre. No me seas un españolito chapao a la antigua.

—Se mezclaron en mi cabeza tal cúmulo de sensaciones, recuerdos y vivencias que me vine abajo. Me asaltaba machaconamente la idea de que tener razón antes de tiempo es lo mismo que no tener razón, por lo mucho que lo repiten Roderico y Martín en sus escritos, y tenerla después de tiempo, tampoco.
¡Cuánto sufrimiento se hubiera evitado si la razón y la justicia se hubieran asentado en su día y a su hora, y no después de setecientos años...!