Lengua vasca. Su origen investigado por Leibniz Primera Parte

in #spanish3 years ago

Leibniz investigó el origen de la lengua vasca.

Si de entre todos los humanos hubiera que elegir el mejor cerebro, yo creo que Leibniz y Newton estarían empatados entre los primeros, por la sencilla razón de que los dos inventaron a la vez, y sin ponerse de acuerdo, el “cálculo infinitesimal”. ¡Vaya dos cerebros!

No obstante, Leibniz no tuvo tanto tino en lo referente a la búsqueda de los orígenes de la lengua vasca, a pesar de su dilatado intento aplicando la metodología del momento en sus investigaciones, durante más de veinte años.

En una de sus cartas de la amplia correspondencia que mantuvo con lingüistas e intelectuales, se lamenta de no tener una gramática y un diccionario de la lengua euskara. Eso hubiera facilitado su labor pues, por lo menos, hubiera encontrado la tierra roturada, valga la metáfora. Lo difícil es arar una tierra que nunca se ha arado.

Leibniz, desde fuera de las tierras vascongadas, observó la lengua euskara como “aislada” ya que no se parece en nada a ninguna lengua de las que él conocía, que eran varias, a pesar de la poderosísima influencia del latín en la formación de la lengua vasca.

Esta idea de “lengua aislada” se divulga dada la personalidad de Leibniz y la toman más tarde los vascólogos oficiales, y ya no la sueltan hasta nuestros días; y la siguen manteniendo.

Aunque Leibniz no conocía las lenguas asiáticas de la antigua Escitia, sí debía de conocer lo que hasta su momento se había escrito sobre historia de la Humanidad, siempre envuelta en mitología; y ya pensaba que la cuna de la civilización humana era oriunda de esas antiguas naciones asiáticas. Así, su pensamiento rezuma influencia de una concepción enraizada en los círculos eclesiásticos del norte de España y sur de Francia: el libro de Ximénez de Rada. Tengamos en cuenta que el obispo navarro del siglo XIII, Ximénez de Rada, mitificó la procedencia del euskera, lengua del nieto de Noé, que vino desde Armenia, desde el monte Ararat bíblico del Diluvio Universal. ¿Esta concepción del obispo, la inventó partiendo de la nada? Sin duda que no. Por el contrario, algo en la tradición de sus antepasados navarros de tres o cuatro siglos antes de su existencia influiría para extender esa concepción aparentemente tan atrevida pero muy arraigada. ¿Retomaría Ximénez de Rada una tradición trasmitida de boca en boca durante miles y miles de años? El sentido común nos dice que no. Además, cotejando las posibles tradiciones del resto de los supuestos descendientes de Noé, no existe ni rastro de algo paralelo en otras partes del mundo.

¿Cómo un filósofo como Leibniz iba a atascarse en una exaltación tan particular de la lengua euskera mezclada con elementos mítico-religiosos para, a partir de ella, investigar con criterios científicos?

Leibniz, intentó investigar con criterios más empíricos por otros pagos, y fue el primero que atribuyó el origen del vasco a los pobladores del norte de África porque encontró palabras iguales y parecidas en los vascos y muchas tribus bereberes (esta hipótesis ha sido desarrollada contemporáneamente por algunos lingüistas), y sostuvo esta hipótesis durante algún tiempo, aunque titubeante.

A través de sus cartas a gramáticos y científicos** coetáneos, del principio del siglo XVIII, han llegado hasta nosotros los bandazos que dio a lo largo de sus investigaciones, hasta que se estrelló en un mar de confusiones y no pudo concluir nada cierto. Murió con la zozobra después de haber dedicado más de veinte años en el empeño de descubrir el origen de la lengua vasca.