En ese momento llega su mamá.
-¿Qué ocurre aquí?
-Su hijo tiene un amiguito que no es de la tierra.
-¿Cómo dice?
-Sí. Ese tal Pepe no es humano, ni muñeco.
La mamá se fija en el muñeco que está parado mirando a todos lados.
Pega un grito.
-Entonces. ¿Es verdad que eres de otro planeta?
-Si señora, mis padres me dejaron aquí para que conociese su mundo, ellos me vendrán a buscar pero no sé cuándo.
-Es necesario que te destruyamos.
Dicho esto Ramón se acerca al muñeco.
-Vine en paz, solo deseo divertirme, estoy como dirían ustedes, de vacaciones.
-Eres un peligro, te quemaremos.
-No lo toque.
Jaime se interpone entre el camino de Ramón y Pepe.
El hombre lo aparta.
-Podemos jugar, ustedes no tienen a nadie que lo haga, puedo enseñarles muchas cosas que no saben.
-No nos convencerás.
-Señor Ramón puede decirnos la verdad.
-Tonterías, cuando le dejemos libre llamará a sus amigos y nos invadirán.
-No quiero hacerles daño, si lo hubiese querido ya le hubiera hecho algo a Jaime.
-Es verdad. - Dice la mamá del niño.
-Nadie te salvará.
-No se acerquen más, no quiero hacerles daño.
-Tú, tan pequeño, ¿Crees que vas a asustarme?
El muñeco toma su medalla de coral.
Cuando Ramón intenta tocarlo, un rayo de luz sale del medallón de Pepe y choca con el cuerpo del viejo fabricante de muñecos.
Este queda paralizado y recibe una descarga eléctrica muy breve.
Todos gritan.
-Pude hacerle daño pero no quise, no deseo pelear con ustedes, solamente jugar y divertirme.
La mamá de Jaime lo abraza.
El viejo Ramón temeroso cede.
-Está bien, te daremos la oportunidad que demuestres lo que dices.
Jaime se suelta de los brazos de su madre y se abraza con Pepe.
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