Juegos perversos

in #spanish3 years ago

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Hace algún tiempo conocí al amor de mi vida, aunque admito que en ese momento no sabía todo lo que él iba a representar para mi. Estaba lloviendo y la universidad se estaba vaciando, todos corrían a sus vehículos y se marchaban bajo la impetuosa lluvia que golpeaba el capó de los vehículos haciendo un gran estruendo.

Los veía correr, desesperados y en la medida me generaba muchas ganas de reírme. ¿Por que correr de la lluvia? es agua. Y Ahí, en el fondo de la escena, mientras me empapaba caminando tranquilamente, saltando de charco en charco, con mi mochila a cuestas, lo vi. Su cara era seria, muy sería, veía todos los que iban de un lado a otro sin moverse. Su chaqueta estaba empapada igual que la mía, a pesar de estar debajo de un sicomoro.

Cuando lo vislumbre, algo en mi pecho me hizo detenerme en el medio de cuerpos. Solo observándolo, sin pensarlo si quiera, me encamine hasta donde estaba, algo de él me atraía abiertamente, y no sabía que era. Estando unos pasos frente a él, me observó detenidamente durante lo que quizás fuesen minutos o simples segundos. Recuerdo como las gotas de lluvia se acumulaban en sus gruesas pestañas y como sus ojos, pardos, con leves manchas oscuras recorrían mi rostro.

Su boca se tensó, y pude vislumbrar su nerviosismo, y entendí que quizás el acercamiento no había sido el adecuando. Que me estaba comportando como una demente. Sin pensarlo, corrí alejándome de él, esperando nunca volviera a verme.

Esa noche estuve despierta hasta muy tarde, pensando en él, en su mirada. Aún sin saber nada de quien era, algo dentro de mí había cambiado, y a pesar de mi deseo inicial, yo si deseaba volver a verlo. Y sí que lo hice.

Lo único que lo alejo de mi mente fue el caso en el que tuve que trabajar al día siguiente muy temprano en la mañana. Querían que ayudáramos a la forense al levantamiento de un cadáver muy cerca de la universidad. Así que mientras examinaba a la chica, que sin duda había sufrido mucho antes de morir, lo alejé de mi mente.

Cuando regresé unas horas más tardes a la universidad me lo encontré en la puerta de mi aula de clases, esta vez seco, con una sudadera gris y mirándome sumamente divertido, exhibiendo una media sonrisa que me hizo sonrojar. Obviamente sabía se burlaría, sabía tenía que pasar por esta humillación, aunque nunca imagine que tan pronto.

Aún no entendía mi arrebato del día anterior, aún así no iba a mencionarlo. Y no lo hice cuando me saludo con amabilidad a pesar de su expresión de petulancia, no cuando me invitó a ir por un café luego de las clases, incluso, cuando estábamos en el café tampoco hizo alusión a nuestro primer extraño encuentro.

Ciertamente fue una de las mejores salidas que he tenido con chicos, y si que he salido con varios desde que me mude sola. No digo que haya sido extraordinaria, porque al finalizar la tarde solo se despidió, sin darme un número de teléfono o pedirme el mío. Pensé que yo no le había agradado, aunque para mí la tarde fue magnífica.

Habíamos hablado de todas las cosas que me gustaban, todo lo que quería hacer, le mencioné las cosas que quiero hacer, aunque noté se tensó cuando mencioné estudio medicina forense. Me preguntó porque había escogido esa rama de la medicina y simplemente me reí. Para mí, las personas son solo sacos de carne que en algún punto dejarán de funcionar y yo debo buscar el porqué dejaron de hacerlo y eso me intriga.

Desde ese momento su expresión cambió un poco y luego se retiró apresuradamente. A muchas personas les disgusta esa rama de la medicina, y me molesta el hecho de que no lo vean como algo importante y piensen es extraño.

Pero no le dí importancia, muchas otras veces me había sucedido y no me iba a detener porque alguien no entienda mi profesión, así que con el ánimo más bajo, me fui a mi casa y me dedique a mis libros. Pero no dejaba de darme vueltas en mi cabeza una y otra vez, me incomodaba que toda la pena que pasé terminara de esa manera, en una cita sin nuevas promesas de futuras salidas.

Sin poder concentrarme, deje de un lado los libros y me quedé dormida. Pero unos golpes en la puerta de mi departamento me sacaron de mis sueños un tanto agitada. Miré la hora en mi celular y eran las dos de la madrugada, me coloqué una bata de baño y salí al recibidor, me asomé por la mirilla y ahí estaba. Mirando hacia un lado del pasillo, relajado, con la misma ropa de nuestra cita.

En un nuevo arrebato, abrí la puerta de un tirón y antes de decir palabras se abalanzó sobre mí y me beso. No hizo falta mucho más, nos dejamos llevar, fuimos uno, me sentí plena, me sentí viva.

Esa mañana desperté a su lado, y a la siguiente y la siguiente. Nos compenetramos rápidamente y todas las dudas quedaron despejadas. No había oportunidad de mucho más, solo éramos él y yo en un arrebato de amor, necesidad y lujuria.

Mis amigos entendían mi ausencia en las reuniones, hacía mucho tiempo que no amaba de esa manera. Y por su parte no había oportunidad de conocer a nadie de su circulo de amigos, eramos nosotros en un circulo cerrado.

Su nombre resonaba en mi cabeza día a día e incluso algunas mañana no deseaba alejarme de él, y las clases se me hacían mi última preocupación.

Esa mañana desperté en sus brazos, y no queríamos despertarnos, el clima era lluvioso, hacía mucho que no llovía de esa manera. Y yo solo quería seguir en sus brazos. Me beso mucho, y me propuso jugar.

Ya habíamos tenido esos encuentros íntimos muchas veces antes, nos atabamos y disfrutabamos el uno del otro. Un juego perverso, una necesidad de amarnos.

Me ató al poste de la cama por ambas manos y también mis pies. Mientras poco a poco me desvestía. Rompía mi ropa, y me besaba en el proceso.

Su mirada era de intenso deseo y me fascinaba. Sentía su respiración fuerte junto a mi nuca siempre que se acercaba. Jugo con nuestros objetos, unos que ya teníamos tiempo usando. Me penetró de todas maneras posibles, me hizo explotar de placer.

Me dijo que llevaríamos todo aquello a un nuevo nivel, a un desenlace más amplio, de más disfrute para él. Y yo acepte, porque no había nada que el me propusiera que yo no aceptaría.

Así que empezó con una pequeña correa, golpeaba levemente mis piernas, mis muslos, mis brazos, mi abdomen. Pequeños pellizcos de placer que me gustaban. Tomó una especie de mordaza y me la amarró detrás de la cabeza, porque esa imagen le gustaba, eso me dijo.

Y siguió pellizcando mi piel una y otra vez. Me dio en mi vientre, en mis pechos, hasta que uno alcanzó mi cara y dolio mucho. Trate de pedirle que se detuviera, que me había hecho daño, pero no podía hablar. Le hice señas y cuando me entendió me pregunto: -¿Que pasa cariño? ¿Te duele? - Asentí enérgicamente, se acerco lentamente, besó mi frente y me dijo : - Lo siento, siento mucho que haya dolido. Es que eso me genera mucho morbo, no sabes cuanto disfruto. - Beso mi mejilla, ahí donde me había golpeado y continuó - Y siento mucho más todo lo que va a doler a partir de ahora, pero ya no hay marcha atrás cariño. -

Y alzó la correa una vez más y me golpeo una y otra vez en mi rostro, sentía la cara ardiendo en carne viva. Sentía como poco a poco la sangre, caliente, empezaba a caer de mi nariz con cada golpe, intentaba gritar, pero la mordaza estaba muy sujeta, muy fuerte y no salía mas que un leve sollozo. Mis manos estaban totalmente pegadas al borde de la cama y aunque halaba, no podía sacar la mano.

Luego avanzó a mi vientre y a mis pechos. Se detuvo un momento y me miro durante mucho tiempo, mis ojos estaban sumamente hinchados y no podía verlo bien. Miles de lágrimas caían por mi rostro y el solo observaba.

Salió de la habitación y lo vi volver inmediatamente con un bolso, desgastado y sucio. Nunca lo había visto antes, pero ahí estaba, en mi pequeño departamento, donde había dormido durante muchas noches con un hombre que quería y me estaba haciendo mucho daño.

Sacó una vara de metal, la sentí fría cuando la paso por mi cuerpo, esta vez suavemente. Sentí como recorría mis piernas, mis caderas desnudas, mi entre pierna. Mi respiración se aceleraba, porque presentía lo peor, e incluso presintiendolo jamás imagine lo que haría.

No imagine que introduciría ese objeto en mi, una y otra vez, fuertemente, desgarrandome, rompiendome. Quería gritar pero nada salía de mi boca, hasta que por fin me desmayé.

No se cuanto tiempo habrá pasado, pero me sentía muy débil, no podía moverme, me tenía amarrada, pero esta vez mis manos estaban en mi vientre. Iba en la parte trasera de su vehículo, uno que me era tan familiar, seguía sin poder hablar. Vi que estábamos en la ruta de la universidad, vi como el agua corría fuertemente por todos vidrios, sentía mi corazón latir rápidamente, sentía mi piel fría.

-Así que ya despertaste, me has arruinado la diversión, tenías que resistir más, tanto tiempo invertido para nada -

Abre la puerta del carro y me deja ahí, observando a través de la ventanilla. Veo como afuera todos corren, como se refugian en sus vehículos, quiero intentar arrastrarme a la manilla de la puerta pero no puedo, no tengo energía, no tengo fuerzas, mientras él sigue ahí, parado en la lluvia, empapándose con cada gota que cae.

Y lo comprendo todo. Él fue quien asesino aquella joven, estaba ahí a solo metros de mí aquella vez, esperando para morir y el se aprovecha de la lluvia para que borre su rastro, su mancha, que borre el daño que ha hecho.

Cuando todo queda vació se acerca al carro, abre la puerta, me ve y sonríe para sí. -Cada vez es mas fácil - me dice justo antes de clavarme su cuchillo en mi lo profundo de mi pecho.

Así como todo lo bueno inicia de repente, lo malo, perverso y malvado llego a mi vida, sin pensarlo, sin imaginarlo.

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