Ragnarok Conspiracy 2/44 | En español

in #spanish5 years ago (edited)

Hello みなさま!~
¡Hola a todos!~


¡Otroo cap :D! Espero les guste.

A modo de aclaratoria, el autor de la novela es @pibara y la traducción al español ha sido realizada por un amigo mío llamado Gabriel, quien no posee cuenta en ésta plataforma, razón por la cual hemos decidido que sea yo quien publique esta versión en español adjuntando mis ilustraciones en los 12 capítulos correspondientes. Todo esto con el motivo de continuar ofreciendo contenido original por y para stemians, y seguir desarrollando y apoyando éste crypto-ecosistema.

Gracias a Pibara por concederme los derechos de autor que me permiten postearla únicamente aquí en mi blog de Steemit, como pueden ver en este siguiente link.


Capítulo 1 Capítulo 3

Parte I


2 John

Seru Grandi, Curazao. Abril 1 del 2034.



— Quita esa sonrisa presumida y haz tus quehaceres, Junior. Tu padre llegará en cualquier momento.
Mientras John junior llevaba los cubiertos a la mesa del porche, su mente comenzaba a divagar de nuevo. Maruja era dos años mayor que él, no era la persona más brillante que conocía, pero era realmente bella. Para todos en su clase de chicos de apenas dieciséis años, ella estaba muy lejos de su alcance, o al menos eso pensaba John hasta la semana anterior. Ahora se sentía en las nubes.

— ¡John Junior! —gritó su madre mientras el seguía recordando su beso con Maruja. No un beso cualquiera, sino uno real, con lengua incluida— ¡John William Bridgewater Junior!
En ese preciso instante en que ella le gritó y él trataba de mantener en su mente el recuerdo, levantó la mirada. John pudo ver el contorno de la chancla azul de su madre volando en su dirección una fracción de segundo antes de que diera de lleno en su cara.
— ¡No te quedes simplemente parado ahí, Junior!, ve a poner la mesa, ¡Ya!
La mirada que su madre le brindó le dejó sin dudas de que, si no hacía lo que le pedía, no podría sentarse sin sentirse adolorido por al menos un par de días. Entonces se apresuró adentro para sacar los platos del cajón de la cocina, entonces, su madre le dio una firme palmada detrás de su cabeza. John no sabía de dónde había venido su mano, y cuando miró por encima de su hombro la vio ahí, batiendo la leche y el azúcar exactamente como había estado antes de que entrara corriendo a la casa.
— ¿Qué buscas, Junior? ¿Quieres otra?
Su madre dejó a un lado la leche y tomó un gran cuchillo de carnicero, lo miró directamente a los ojos, alzó el cuchillo por encima de su cabeza sin quitarle de encima su penetrante mirada y, sin ver y con una gran habilidad, cortó la barra de mantequilla que había estado reposando en la tabla de madera en dos mitades perfectas. John rápidamente tomó los platos del cajón, quedando sin manos libres ya que cargaba una pila de cinco grandes platos, así que cerró el cajón con su cabeza. «¡No la mires!» pensaba para sí mismo «¡Ni siquiera un poco!».
John se dirigió a la puerta que daba al porche, y ahí vuó una silueta que contrastaba contra el sol poniente, parada en el corredor.
— ¿Papá?
La silueta, contrastada contra el sol, poco a poco fue dejando ver sus rasgos mientras iba tapando la luz del sol. No era su padre. La persona ahí de pie frente a la puerta era blanca, ¿Un Makamba? Entonces, John trató de mirar su rostro. A pesar de que el cielo detrás de la figura era demasiado brillante, la distintiva forma de un implante cerebral se reveló y la pudo ver muy claramente. John, entonces, se dio cuenta de que había un luchador parado en el pórtico, de inmediato se arrepintió de haber jurado lealtad al movimiento de Nueva Zion. John retrocedió con un miedo total; dejó caer el montón de platos. «María madre de Jesús, ¡Me han rastreado!» pensó John, él no había considerado este escenario. La guerra entre Nueva Zion y Nueva Babilonia se estaba desarrollando en Florida y Louisiana, muy lejos de las islas del sur del Caribe. Nueva Babilonia no tenía representación allí, por lo que John no se preocupaba. Por esto, unirse a Nueva Zion había sido una afirmación política más que todo, hecha para poder impresionar a Maruja.
«¡Oh, Maruja!» John era el único chico “Inglés” en la clase. Maruja estaba intrigada por la guerra que se desataba en el norte. Para ella, los guerreros por la paz del norte del Caribe yendo contra la antigua gloria de Nueva Babilonia era una lucha casi mítica. Casi todos los guerreros de nueva Babilonia erán Ingleses; Caribeños de islas anglo parlantes al norte del Caribe, y como tal, John con sus raíces inglesas tenía ese pequeño “extra” que sus compañeros no. No suficiente, aun así, para que Maruja pasara por alto su diferencia de dos años, pero sí que lo hizo el unirse a Nueva Zion. Después de habérselo dicho a Maruja, sus intentos de avance con ella comenzaron a ser fructíferos, y el beso de hoy había demostrado que John se las había ingeniado bien en cuanto a Maruja concernía.
Pero ahora, ¿Esto? ¿Un luchador Quant? Los Quants y los Neozioninos eran aliados, al menos en el aspecto defensivo de la guerra y en un sentido muy limitado, y hasta ahora, no había habido un aspecto no defensivo en el desenvolvimiento de Quant en la guerra.
Hasta donde John había entendido, con los Quants en una guerra a dos frentes con los Ottomans y la alianza defensiva GNU, los Quants no querrían arriesgarse a volver a Nueva Zion su enemigo. Si John hubiese pensado que había siquiera una pequeña posibilidad de guerra entre Nueva Zion y Quant, no habría hecho su juramento.
— ¡Junior!
Su madre había oído el sonido de los platos haciéndose añicos en las baldosas del suelo y se volteó. Mirándolo con unos ojos que hubieran asustado incluso a un toro español de más de media tonelada y hacerlo correr como un ratón de un gato. Pero al ver a John en el suelo, viendo con miedo no a ella sino a la puerta, dirigió su mirada hacia allá.
— La residencia Bridgewater, supongo —habló una voz fría.
— ¿Quién es usted, señor, y por qué, en el nombre de todo lo bueno, no llamó a la puerta principal? —La madre de John hablaba mientras se limpiaba un poco de masa de las manos.
— Estoy buscando a John William Bridgewater —El reclutador habló en un tono más duro.
Era cierto, él había venido para tomarlo prisionero, entregarlo a Nueva Babilonia tal vez. John sentía un miedo como nunca antes había sentido.
— Lo siento, señor, pero mi marido no está aquí aún, pero si nos permite su información le diré que le escriba apenas llegue a casa.
— ¡Esperaremos! —dijo de manera monótona— Esperaremos en el porche.
— Escúche bien, señor —La madre de John se había terminado de sacudir la masa de las manos con una prenda, algo que jamás habría considerado. Tomó el cuchillo de carnicero que había usado tan habilidosamente antes para cortar la mantequilla y dio un paso al frente hacia el hombre—. O tu madre no te enseñó modales o simplemente eres una persona muy grosera. De cualquier modo, señor, me temo que ya no eres bienvenido aquí, señor, creo que ya es momento de que se vayan.
— ¡Esperaremos! —dijo nuevamente en un tono ahora más decidido. Un pequeño enjambre de drones pentacopteros se elevó por detrás de él e hizo una formación en arco, entonces entendió porque su hijo estaba tan atemorizado— Baje el cuchillo y siéntese en el porche, ¡Esperaremos!
John y su madre habían escuchado las historias de los luchadores Quant. Pilotos de enjambres de drones con implantes cerebrales capaces de controlarlos con sus pensamientos. Historias de luchadores que por sí solos abatieron pelotones enteros. Si siquiera la mitad de esas historias fuera real, John y su madre no tenían oportunidad contra él.
«¿Está buscando a papá?» John y su madre obedecieron a regañadientes las órdenes del luchador. John trataba de comprender este cambio en los acontecimientos. «¿Qué habría hecho mi padre? Esto no puede ser una coincidencia» No era como si los luchadores fuesen trabajadores sociales que venían a tener una charla con los padres de chicos descarrilados, no, los luchadores eran guerrero visto de buena manera, asesinos visto de mala. El mejor de todos los escenarios era que el luchador viniese a tomar prisionero al padre de John.
John se sentó en el porche y cayó en cuenta de que debía avisar a su padre. Comenzó a tocar su reloj, escribiendo un mensaje corto: “Mantente a”, pero trataba de escribir “Mantente alerta”, John sintió una picadura en su dedo. ¿Una abeja? El dolor era exasperante. Instintivamente John trató de golpearla, pero falló. Entonces, un pequeño enjambre se posó en su reloj. ¡Drones! ¡Drones pequeños! El reloj de John se comenzó a derretir, rápidamente se dio cuenta de lo que estaba pasando y se lo quitó de la muñeza. «¡Ácido, mierda!»
— No trates de ser un héroe, niño —habló el luchador con su voz impasible—. Tengo dos mil de esos drones ubicados en la habitación en donde tu hermanita está jugando. Piensa al respecto antes de hacer nada más.
Su madre lo miró con horror y le golpeó tras la cabeza.
— ¡Mamá!
John se sentía inútil, ¿Qué podría hacer? Deseó poder detener el tiempo, asegurarse de que su padre no volviera a casa, pero no podía. ¿Era su culpa? Deseaba que el luchador hubiera venido por él, no por su padre. No podía avisarle, si trataba, heriría a su hermana menor. Los minutos pasaban y el sentimiento de desesperación y culpa de John iban creciendo. Era completamente inútil. Donde hace una hora John se sentía como el hombre más grande del mundo, ahora se sentía totalmente emasculado. En ese momento, John se percató de su padre acercándose. «Papá, ¡Por favor, date cuenta de algo! De que no puse la mesa, del miedo en nuestros ojos…»
— Nuestra casa es tan grande que no consigo el camino hacia la cocina. Mujer, ¿Y mis bollos? —hablaba con una voz frívola y amigable con un muy marcado acento del oeste de la India. Cualquier indicio de chovinismo en su voz se veía disuelto inmediatamente por su amigable y gran sonrisa que tenía en su rostro. Sabía lo orgullosa que se sentía su mujer de tener la cena lista siempre que llegara a casa.
«Papás, ¡Piensa! ¡Algo anda mal, corre! Por favor…» John deseaba que pudiera leer su mente.
John vió a un pequeño platanero, una vivaz ave pequeña y gris con plumas de un amarillo brillante en su pecho, muy comunes en la isla. Entonces recordó las abejas y miró más detalladamente al pájaro. Algo estaba mal, era sutil, pero definitivamente ¡No era un platanero!
No lo pudo soportar más, sin pensar en su hermana menor se levantó y gritó: “¡Dron!”.
En el momento la pequeña ave falsa se lanzó medio segundo en frente de su padre. Un medio segundo que para John pareció medio minuto. La inmensa sonrisa de su padre se apagó un poco mientras miraba a John con confusión. Entonces, fue como si el ave simplemente desapareció, y mientras John seguía consternado por su desaparición, se percató del pecho de su padre.
¡Un agujero del tamaño de una pelota de cricket!


Capítulo 1 Capítulo 3

Porfavor respeten nuestros derechos de autor.


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