Monstruo - Un relato sobre lo que hacen y dicen los demás y cómo nos afecta

in #spanish6 years ago

Saludos, comunidad de Steemit.

Por muy fuerte que seamos, siempre permitimos que alguien nos importe tan profundamente que hasta el más insignificante silencio de esa persona nos afecte. Sobre eso va este relato: sobre cómo nos transforman los demás en patéticos y tristes monstruos.

Monstruo

Espantosamente triste, desconsolado, caminaba tembloroso. Había rectado desde debajo de la cama en lo que en un principio fue un ataque de irá incontrolable. El sol le lastimaba las pupilas (no lloraba), y apretaba los dientes buscando los restos de niños que conservaba con afecto (no era la frustración que le oprimía las mandíbulas). Frotaba de forma compulsiva sus garras, pasándolas de vez en cuando por el pelambre de su frente y su cornamenta. El arrebato que lo desalojo de su refugio se había transformado en decepción, en un dolor profundo y lastimero hacia sí mismo.

Ya no, había dicho el niño. Repasaba la frase mientras arrastraba por la acera las pesadas patas, mezclándose el pensamiento con el rasgar del asfalto, el sollozo de su orgullo, la verja que se estremecía a su roce, el silencio hermético de su pecho convulso. No llevaba rumbo. La acera parecía tortuosamente eterna, sin obstrucción merecida y justa. Ya no, y la mirada fija y segura. No se había percibido nunca, no de esa forma. Al día se veía desvalido, desproporcionado y ridículo, inadecuado en maneras no entendidas ni por él. Ya no, no tengo miedo. Un “no te quiero” monstruoso, un gesto despreciativo, una sacudida terrible.

Fácil habría sido tragarlo de un bocado. Si lo trituraba lentamente seguro se arrepentiría de no temer a la criatura que de noche pensaba en su sueño, que se agobiaba en ingeniar sustos a su medida. Sustos perfectos. Un bocado. Un mínimo apretón y volvería a ser el monstruo de las noches tormentosas y las sombras móviles. El niño, arrogante y estúpidamente confiado, dijo lo dicho; el infante cínico lo dijo sin titubear. No entendió nada, no en el momento. Salió a la calle, sin más, esperando que nadie lo viera derrumbarse de tristeza, ni resoplar quejoso, ni recordar la punzada. Cínico de unos siete, tal vez ocho años. La mirada aterrada de los paseantes le confirmó que seguía siendo lo que era. La cera no acaba, y caminó pesadamente, deshecho, amargo, sintiendo pena de sí, vergüenza. Caminó pesadamente anhelando un rincón oscuro, un refugio de humedad.

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Buen relato. Te felicito.

Muchas gracias. Significa mucho viniendo de usted.
Saludos.

Me gustó tu relato, @ramhei.textual. Esa mezcla entre lo monstruoso que puede ser, paradójicamente, terrible y tierno, lo tratas muy bien. Es un terreno lábil y difícil, pero creo que lo abordas narrativa y sensiblemente con calidad. Hay ejemplos de la mitología, el Minotauro (que en algo te inspira, creo), o en la literatura y el cine: Drácula de Bran Stocker o Frankenstein de Mary Shelley, o "El laberinto del fauno", de Guillermo del Toro. Es un tratamiento y tema de sumo interés, que abordas con creatividad y belleza. Saludos.