Ventanas cerradas por el sin retorno
son nuestros ojos sin mirarse,
pequeños mundos en galaxias
distantes, imposibles de habitar.
Se ha vuelto mi pecho
papel arrugado cuando aprieta
siquiera la respiración.
En tiempos donde amar es leyenda,
sagrada la ilusión que provocaste.
Quedate la silueta de mi espalda
esa que miraste cuando crucé
los vacíos de tu habitación,
donde posaste las manos
buscando quizá salvación;
Tuvimos un sólo abrazo conscientes,
primero y último de un pecado
que no llegó a consumarse;
partimos antes, con miradas opuestas
hacia una distancia que nos marcaba.
San Carlos, 23/04/2021