Cerebrito

in #spanish4 years ago (edited)
Dicen que todo en esta vida se paga. Newton solía decir que toda acción tiene una reacción, aunque hay quienes prefieren llarmalo karma, yo creo que no importa cuanto te escondas o corras, la vida siempre se encarga de devolverte todo lo que hiciste, aunque en ocasiones de una forma mucho peor.

Cuando tenía 8 años, mamá y papá se divorciaron y como consecuencia, tuvimos que mudarnos. Mamá dijo que me adaptaría rápido a la escuela, pues era un niño muy inteligente y seguramente tendría muchos amigos. ¡Cuan equivocada estaba!

Lo único que había ganado en mi primera semana eran un par de insultos y empujones como bienvenida, que me dejaba claro que nadie le gustaban los cerebritos. El resto de año no fue diferente, los golpes y las burlas no pararon, en realidad, se hicieron más frecuentes, así que cuando no lograba esquivarlos, terminaba herido.

Mamá estaba tan ocupada en sus dos trabajos intentando mantenernos, que poco sabía de mí. Para ella ya era suficiente con todo lo que tenía que lidiar para que yo la molestara con mis problemas. A papá nunca lo vi luego que nos corrió de su casa, mientras que los maestros, se hacían la vista gorda sobre lo que estaba sucediendo.

De modo que estaba solo, y sin poder defenderme, desarrollé un gran resentimiento hacía quienes me lastimaron. Los años siguientes las cosas no mejoraron para mí, los abusos eran cada vez más habituales; yo no podía comprender porqué esos chicos me hacían esto, y todo empeoró cuando se enteraron que mi papá nos había abandonado.

A partir de entonces, las burlas no sólo eran por sobresalir en clase, sino también por mi vida, mi ropa y hasta mi madre. Había días en los que no podía soportarlo y lo único que quería era acabar con mi vida, pero pensaba en lo sola que dejaría a mamá y no lo hacía.

Pese a los abusos, terminé la escuela y obtuve buenas calificaciones que me permitieron ir a la universidad y alejarme de esos chicos.

Cuando mamá murió regresé a pueblo, me sorprendió encontrarlos aún viviendo ahí, seguian siendo los mismos cretinos de siempre, pero yo ya no era el mismo niño. Ahora sabía defenderme y era hora de hacerlos pagar por todo lo que me hicieron durante ese tiempo.

Los haría sufrir y lamentarse tanto que su mejor opción sería la muerte.

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