Catástrofe o país - Primera parte

He leído sobre ciudades devastadas por catástrofes
en su mayoría liderada por humanos.

Indignos, pero con coronas, comandan una raza.
Al principio con cariño y alevosía, pero en el proceso todo se desvanece.

Se debe a los cambios, o a las realidades descubiertas,
quién sabe, ¿quién quiere saber?

Pero al hablar de culpables, las flechas se disparan a todos lados, y a la vez, a ninguno.
Pero cada punta toca la tierra que hace mucho se dejó de labrar.

Lástima aquel que se dejó convencer y eligió a quien llevaría el mando.
Mucha más tristeza siento por aquel que no cayó en tentaciones porque también se vió afectado.
Pero no confundamos, es por los segundos por lo que siento admiración.

Ahora parten, de unos lados y de otros,
de religiones diferentes,
de culturas adversas,
de ideas enemigas.
Algunos olvidan y se toman de la mano, el resto destila veneno a quien fue escalera del opresor.

Otras ciudades, antes dañadas, dañadas o que serán dañadas,
abren sus puertas y son recompensadas.
Algunos otorgan alegrías y sus vidas,
otros las quitan.

Este país nos enseñó tanto y en cada minuto nos daba algo que gozar,
pero le dieron los hilos a los titiriteros equivocados
y a muchos en un camino errado pusieron andar.
Ahora esas personas apoyan y justifican la travesía que se recorre.

Justo en eso andamos
viendo quienes son unos, los otros y los del más allá,
sin darnos cuenta que somos la misma cantidad de carne,
por lo menos para quien dispara.

Hubo una temporada en que las casas reían,
ahora esas son las que le prestan las lágrimas a las nubes.

El éxodo empezó a recorrer hace algún tiempo estas calles de esperanza.
Pero elegimos sumarnos y darnos por vencidos -algunos le llaman resignarse-
Queremos que emigre otro tipo de cosas en esas maletas llenas de sueño, pero es imposible en un rompecabezas con no reúne todas las piezas, y sin esa unificación
no hay fuerza, ni salida.

El único ejemplo que nos han dado es el negar,
quizás no lo han hecho con suficiente descaro.
Pero algún día no habrá nada bueno, todo será infértil,
¡enhorabuena! no negarán nada.
Y no nos quejaremos, no porque nunca lo hayamos hecho
sino porque ya no recordaremos nada de lo que un día fue.