Existen perfectas fabricas donde niños y mujeres son los que yacen sobre las bandas deslizantes de producción, directos a ser comercializados.
Sueños y deseos, todos robados. Bodas, trabajos y una mejor vida, promesas putrefactas de mentiras.
Frecuentes forcejeos y sometidas. Cicatrices talladas en delicadas partes ya indoloras, pero en la mente, eternas.
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Nunca solas, con perros guardianes o mas bien con perros raptores. 25, 35, o 40 veces son profanadas por aberraciones porque eso es lo que son, hombres no, sino engendros.
Golpeadas y desfiguradas cuando la cuota que se les exige no pueden pagar y multas cuando la menstruación las visita. Como si estos engendros dueños de sus vidas fueran.
Simplemente cuando por estos seres son secuestradas ya pasan a ser mercancías en un mercado negro gigante con una economía en ascenso.
Ellas solo quieren justicia, quieren advertir de estas redes de fábricas de esclavitud.
Sus vidas no vuelven a ser las mismas, su virtud queda destruida y marcadas para siempre.
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