Sobre la inmortalidad

in #spanish6 years ago

Desde el inicio de los tiempos, y para todas las formas de vida que hemos descubierto —con pocas excepciones— la muerte es algo natural e inevitable. Es la norma que todo organismo vivo se vea enfrentado a la muerte tarde o temprano. Incluso algunos defienden que la muerte es una parte indispensable de la vida misma;que para que exista la vida debe existir algo así como la muerte. Para muchos es tan importante que incluso se ha vuelto un punto fundamental de muchas doctrinas religiosas y prácticas culturales.

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Pero como soy un inadaptado social, de nuevo estoy en desacuerdo con la opinión popular. Personalmente, le tengo pánico a la muerte. No lo veo como algo necesario para la existencia, ni me ha comprado aún la idea de un más allá al que estamos destinados luego de dejar el plano terrenal. Solo logro percibir a la muerte como un estorbo innecesario que se debe evitar como si tu vida dependiera de ello —porque lo hace.

A estas alturas ya podrán adivinar cual es mi postura en relación a la inmortalidad; es una idea que me agrada bastante. Pero por alguna razón muy pocas personas comparten esta opinión. Al parecer muchos prefieren la muerte, ese acontecimiento del que tan poco sabemos, y que probablemente sea el final de la existencia del sujeto en cuestión, antes que la vida eterna. Cuando hablo sobre el tema con mis amigos, el argumento que más suele salir a la luz es aquel de lo insoportable de ver a todos tus seres queridos morir mientras tú vives para siempre. Pero yo les pregunto, a ellos y, en esta oportunidad, a ustedes, «Si todas las personas que conoces y aprecias también pudieran ser inmortales, ¿aún así lo rechazarías?».

Aquí la respuesta ya no parece tan clara, ¿cierto? Y me alegro que así sea. El miedo que casi todos tienen a la inmortalidad es, en el fondo, terror a la soledad. Pero déjenme decirles que si alcanzamos la inmortalidad, no será por un acontecimiento de fantasía, sino por el propio desarrollo humano, y este no es exclusivo. Gracias a la ciencia y la tecnología, así como el bienestar económico y la reducción de la pobreza, las personas viven cada vez más. Y el desarrollo tecnológico y científico no parece detenerse; de hecho, avanza de manera exponencial. Por lo que no me parece una locura pensar que en algún momento la medicina llegará al punto en que se logre aumentar la longevidad del ser humano más rápido de lo que la gente envejece. Y en un mundo desarrollado, sin pobreza —como probablemente sea el futuro—, estos avances estarán al alcance de todos. Y en ese caso dudo que alguien se vaya a negar a la idea de vivir la vida más larga posible. Mas estas son puras especulaciones, y realmente no sé si se pueda alcanzar ese objetivo antes de mi partida. Así que tendré que resignarme a la muerte.

Por otro lado, algo que también me asusta de la muerte, además de la muerte en sí, es la desaparición de mi persona. Si mañana me muero, no habrá nadie dentro de cien años que sepa quién fue Wilderman Niño. Será como si no hubiera existido; una simple existencia insignificante para el planeta que, de no haber existido, no habría causado ninguna diferencia. Como una persona con quien cruzas miradas por pocos segundos en el tren, que desaparece de tu memoria al cabo de un día.

Me parece muy impresionante que a día de hoy aún recordemos a personas como Mozart, más de 200 años luego de su muerte. Fue alguien que logró trascender la vida, y cuyo recuerdo y obra sigue vivo. Alguien que influenció a un incontable número de artistas y cuya existencia sigue siendo relevante en el presente. Pero no podemos ver el futuro, y es posible que por alguna razón acabe con el recuerdo de Mozart, quizá dentro de 100 años, quizá dentro de 300, o incluso 500. Y en ese caso su existencia habría sido casi igual de fugaz que la del Wilderman hipotético que morirá mañana. Para los 13 mil millones de años del universo, unos cuantos siglos son poco más que insignificantes. E incluso para los 4 mil millones de años de nuestro planeta, su existencia habría sido casi imperceptible.

Pero nos estamos yendo con las magnitudes. Mantengamos todo a escala humana. Para el tiempo de vida de una persona, la existencia de Mozart, de varios siglos, sería significativamente más relevante que la de 16 años de Wilderman. Así que, sin duda alguna, me gustaría ser recordado por siglos como lo es Mozart —aún cuando no soy ni la mitad de talentoso, incluso menos—. Y aquí me encuentro con otro problema: no sé qué hacer para ser recordado. No hay un camino claro, y sin duda la suerte debe jugar un papel importante. Y lo que más me irrita: no lo voy a saber. No sabré si seré recordado años luego de mi muerte porque... estaré muerto. Y esto me parece particularmente triste. Todas las personas que recordamos tantos años luego de su muerte no lo sabe. Podemos seguir recordándolos, y mantener vivo su legado, pero esas personas, irremediablemente, están muertas. Y jamás serán capaces de apreciar la trascendencia que han tenido para el planeta. Es un destino muy trágico. Por lo que pondré todas mis esperanzas en la ciencia y la tecnología, y confiaré en que nos logren hacer inmortales antes de tener que enfrentarme a la muerte.

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Wooow. Asombroso. Bueno, yo ya medio comenté mi opinión sobre eso, y realmente opino que quiza y sea algo necesario para la vida, peeeero si una vida no tuvo reconocimiento alguno, su muerte va a ser en vano "/

Y la idea de una existencia olvidada me parece muy triste. Imagina que la esperanza de vida de los seres humanos llega a los 400 o 500 años... las personas tendrían mucho más tiempo para realizar cosas realmente significativas...

O desperdiciarla(? Pero bueno, todo tiene sus pro y sus contras ;3;