Fotografía: BBC Mundo
Actualmente en Venezuela sufrimos una de las peores crisis de toda nuestra historia, hemos sido noticia en el mundo por las peores razones y para mí los motivos por los que llegamos a esto son simplemente dos, el fanatismo y la poca voluntad que tenemos por hacernos responsables de nosotros mismos. Nuestra historia política relata las victorias y vicisitudes de nuestros héroes libertadores, endiosándolos y metiéndonos la cabeza con cada libro y artículo que se haya escrito desde que somos niños, siempre un líder te va a “salvar” del opresor, con su audacia y tu lealtad irrestricta por supuesto, sin ese ingrediente no funcionará su propuesta, así que si fracasa en el intento es culpa tuya. Al mismo estilo de una historia de Disney en donde el príncipe rescata a la bella princesa de la malvada bruja ó como aquella frase que me produce urticaria cada vez que la escucho en mi país (y han sido muchas veces) “Lo pongo en manos de Dios”, malas noticias, las conquistas que tengamos en nuestra vida en general, no ocurren de una manera tan sencilla como esperar que alguien te salve, no existe la “persona ideal” por eso nos decepcionamos en las relaciones y en mi opinión, Dios tampoco existe, así que básicamente cuando “Ponemos algo en manos de Dios” estamos siendo cómodos al esperar soluciones celestiales.
La historia que nos enseñaron en el colegio, lejos de mostrarse como una narración de hechos, obvia deliberadamente el carácter autoritario de muchos de los libertadores venezolanos y solo muestra sus logros, que no se dejan de reconocer y valorar, pero que no los exime de su tiranía en algunos casos, ni los vuelve perfectos modelos a copiar ¿Cómo podría ser un individuo, un ciudadano más crítico a la hora de analizar su situación política-social y en consecuencia a la hora de elegir a sus gobernantes, si lo único que ha consumido como “hechos de la historia” es la cara bonita de esos personajes? Pertenecemos a una sociedad en donde es un gran orgullo autoproclamarse a toda voz parte de algún Ismo (Catolicismo, Feminismo, Bolivianismo), necesitamos pertenecer a algo y decírselo a todos, hasta llegar a definiciones tan devaluadas a mi parecer como “Chavismo” y como si no fuera suficiente, después de haber promovido la desgracia que ha significado ese movimiento para nuestro país y nuestras vidas, comenzamos a definirnos como “Caprilistas” y “Leopoldistas” entre otras, lo cual deja muy claro que seguimos sin entender nada.
Miguel Pizarro, dirigente del partido político Primero Justicia, dijo una frase muy apropiada para la época y el momento, “Nosotros en la Mud no somos Los Vengadores de Marvel” puede sonar incluso graciosa, pero para mí encierra mucho, “Nosotros nos somos Los Vengadores” ergo, acepta tu responsabilidad en todo esto, que es fundamental e indispensable, no podemos hacerlo solos, también nos equivocamos, nuestro rol es de conducción y motivación, ciudadano tu eres tan responsable como yo de lograrlo o no. Los dirigentes políticos deben dejar de ser vistos como ídolos mesiánicos que tienen el deber de salvarte de la atrocidad que ha significado el Chavismo para Venezuela, la responsabilidad es de cada uno de nosotros como individuos y ellos decidieron ser políticos de oficio, así como tu decidiste ser médico, actriz, estilista, ingeniero, pintor o cualquier otra. Estar en un partido político, pertenecer a un movimiento o simplemente simpatizar con las ideas de un político no te obliga a colocarte una etiqueta como ser “Caprilista” o “Leopoldista” y estar de acuerdo con todas sus actuaciones y opiniones, no debes dejar de cuestionar a los dirigentes con los que te sientas identificado, además seria genial si te gustaran más sus ideas que sus habilidades histriónicas, como un gran discurso. No existe un manual para derrocar dictaduras, no sabemos si lo vamos a lograr aún, pero siempre tenemos nuestra mente para escudriñar, criticar y proponer, ante todo lo que nos planteen los políticos, porque a diferencia de cuando se idolatra a un artista, el político si puede afectar tu vida drásticamente al gobernar, tal como está ocurriéndonos en Venezuela desde hace 18 años. Si el fanatismo político y religioso tuviera algún resultado positivo no seguiríamos teniendo, guerras, dictaduras y gobiernos terriblemente corruptos en esta época, en todo el mundo, porque por supuesto que no es un problema exclusivo de Venezuela. Si cada vez somos más exigentes con el nivel de nuestros políticos y de nosotros mismos como ciudadanos difícilmente podrían engañarnos al pedirnos un voto en el futuro.
Yo tengo esperanza, pero creo que necesitamos obligarnos a ser mejores, mejores en todo, en nuestras profesiones, en nuestra participación en la lucha por la libertad venezolana, en nuestra conducta como ciudadanos, en nuestras familias y sobre todo debemos hacernos responsables.
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