A veces, la ciudad te regala postales inesperadas. Hoy, caminando por la 15 de Retiro hacia el barrio Carlos Mujica, me encontré con este atardecer. Las luces doradas bañaban las calles vacías, contrastando con los edificios y el cielo enrojecido.
Es un momento que encapsula la esencia del barrio: movimiento constante, historia en cada rincón y, de vez en cuando, instantes de tranquilidad que valen la pena detenerse a mirar.
Porque más allá de su ritmo acelerado y su historia compleja, Retiro también tiene belleza en sus detalles, en sus colores y en su gente