Stephen Hawking, the brain of the Universe

in #wr7 years ago

Stephen Hawking por cosmólogo, físico y matemático, probablemente uno de los más grandes del momento, pero, lo que no sabía es que su pensamiento científico había comenzado a apoyarse en términos y métodos filosóficos. Su comentada teoría en (El gran diseño) en la que dice que: El universo podría explicarse sin la necesidad de un dios o un creador, nos ha cogido a todos los que le conocemos y seguimos su trabajo por sorpresa. Criticar a un sabio como él, es algo complicado, pero cuando este abandona su terreno puramente científico, y se adentra, no sabemos si por despecho o ignorancia, en otras ciencias menores, el genio se nos muestra mucho más vulnerable.

Hace unos 25 años, tuve la oportunidad de entrevistarme con él. Fue en el antiguo hotel Luz Palacio de la madrileña castellana. En aquel entonces, no era un personaje tan conocido, había venido a dar unas conferencias y a buscar editor para su libro - La historia del tiempo - . Allí estuve desayunando a solas con él y la enfermera que más tarde se convertiría en su mujer. Fue muy interesante para mí y pude darme cuenta de su gran talla intelectual.

Entonces su enfermedad estaba bastante avanzada ya, la enfermedad de Lou Gehrig, un tipo de esclerosis lateral amiotrofia que lo mantenía prácticamente paralizado permitiéndole solamente mover los ojos, parte de los labios, la boca y algunos dedos de la mano. Una enfermedad sin duda terrible, casi desconocida que padecía desde su juventud y por la que solo le habían dado unos pocos años de vida. Pero, por increíble que pareciera, unos escasos apoyos técnicos le permitían comunicarse no sin algunas dificultades. Sentado en su silla de ruedas, frente a su computadora, su mano, podía mover un ratón con el que seleccionaba las palabras que luego el sintetizador de la maquina repetía con voz lúgubre y mecánica. Fue una experiencia impresionante porque, entonces las computadoras todavía no estaban tan desarrolladas como ahora. La enfermera le daba de comer como si de un niño se tratara, desayuno inglés, huevos con bacón y alubias. La inexpresividad de su rostro podría conferir a la escena un aspecto, siniestro, quizás mejor tétrico como si de una película de ciencia ficción se tratara, pero, a pesar de ello, el conjunto irradiaba una atmosfera simpática y familiar, y el hombre, pese a su aspecto, se mostraba cercano.