Polvo y Sangre (SCI-FI Miniserie) - Capítulo 2: Pérdida

in #writing6 years ago

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"Nadie está listo para ver morir a las personas que amamos. Y menos una niña de 13 años, que tuvo la dicha de nacer cuando el mundo recién terminaba."


Mi padre, un hombre corpulento con una barba tupida y un cabello ondulado ahogado en sudor no paraba de cavar una pequeña tumba para enterrar a mi madre. O lo que quedó de ella.

Mi padre solía decir que toda historia con un final feliz, comienza con una tragedia. Si la tragedia aún no sucedía pues era sabio prepararse y esperarla.

Al menos en mi caso, mi historia comenzaba con la tragedia. El sol era abrasador ese día, el aire era denso y dejaba un sabor salado bastante característico. No ayudaba para nada a la sed que aquejaba a todos los ciudadanos del pueblo donde solía vivir.

Oaxacla o Paradiso para los más optimistas, era un pueblo árido y solitario donde reinaba la violencia y la desgracia; que antes era un sitio turístico bastante famoso por sus cuevas repletas de minerales raros.

Pero a sabiendas de todos ¿Qué lugar no tenía esas condiciones? Todos los días era una constante batalla para conseguir agua o comida. Las medicinas eran casi inexistentes por lo que la fiebre calégola era mortal para todos.

–¿Harás algo? –pregunté a mi padre mientras seguía excavando.
–No –dijo con el tono mas seco y firme posible
–¿Por qué no? –dije viendo la tumba con rabia.

Mi padre no dejaba de cavar. Su mirada estaba ida y su mente totalmente corrompida por una infinidad de pensamientos. Unos violentos, otros de indiferencia. El sudor cubría las lágrimas que brotaban levemente de sus ojos. El hombre cálido y amigable que siempre trató de mantener el orden a donde sea que fuese estaba completamente muerto desde el primer segundo en el que vio a mi madre Selina yaciendo en un charco de la sangre mas roja de todo el oeste.

–No lo vas a entender.
–No papá, no lo entiendo. Santino lo hizo y vamos a dejar que se vaya. –exclamé volviéndome contra él con un deje de agresividad.

En ese momento clavó la pala con enojo y dijo por debajo. –No haremos nada.
–Al menos mírame a los ojos cuando te hablo. MÍRAME.

El no podía. Acababa de perder la mitad de todo lo que amaba. Mirarme suponía imaginar perder la otra mitad y era un dolor que no se comparaba con nada en este mundo.

La cuestión de todo esto, es que sabíamos la identidad del asesino de mi madre. A decir verdad, todos la sabían.

Nadie sabe de donde vino, ni por dónde. Si anuncio fue la matanza de todo el que se interpusiera en su camino sin razón alguna, incendiando casas y reclamando todo a su paso con el simple fin de controlar los recursos e imponiendo la locura del nuevo mundo.

Muchos decían para entonces que era solo una excusa para cubrir el hecho de que mutilar y asesinar eran dos de las actividades favoritas de Santino y sus hombres, cosa que terminé creyendo al verlo con mis propios ojos.

Las consecuencias de la guerra habían llegado a nuestras puertas y nadie estaba preparado para ello.


Ilustración hecha por Nameless Ghost


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