Ahí estaba ella, paseando por los pasillos con el mismo grupo de siempre. Pequeña, cabello corto ondulado (como el de tus waifus), tez morena, riendo a dondequiera, la chica que vi en mí sueño, sueño en el cual la abrazaba y en el cual parecíamos muy cercanos.
Pensé que en algún momento la conocería, pues estudiábamos en el mismo entorno y estaríamos haciéndolo por los años de los años hasta graduarnos de la universidad, esperaba impaciente el momento de al menos saber su nombre, pero tampoco me atrevía a hacer la travesía de acercarme hasta a aquel territorio que dentro de mi cabeza parecía tan prohibido e inconcebible como tener tu teléfono a la vista de todos en un barrio chungo; Ella vendría a mí, así lo mostró el sueño.
Cada vez que la observaba me sentía extraño, y no era algo raro, puesto que jamás había experimentado sentirme tan atraído hacia alguien, ¿amor a primera vista quizás?, divagué demasiado en mi mente hasta que un día ella entra en escena frente a mí.
Estaba con su grupo, siendo bulliciosos como siempre, irradiando la alegría que solo ella podía transmitir, le dice algo a uno de sus compañeros y veo la oportunidad de hacer un chiste (bastante malo), pero que causó la risa necesaria para que captar un poco de su atención. Aun estando del otro lado del salón, la ilusión de que me pudiera ver a la cara una vez en la vida era todo lo que mi alma pedía en ese instante.
-¡Al fin!, pensé. -Me miró a la cara, ¡sabe “quien” soy!
Ella prefiere no opinar nada, tampoco había mucho que decir luego de tan mala broma.
Pasa un día; Todos en nuestra clase por la tarde teníamos que esperar unas cuantas horas a que esta iniciase, pues la mayoría salíamos a las 10AM de la última para entrar de nuevo a las 2PM, durante ese intervalo, todos nos reuníamos dentro de aquella aula.
No tenía mucho que hacer, así que me recosté en un escritorio; Algo llama mi atención cuando estoy casi soñando con ovejas, algo que me tocó la cabeza, levanto la vista lentamente, cuando esclarezco la vista de tan profundo y pesado cansancio que sentía, hela allí, frente a mí, sonriendo.
-¿Cuál es tu nombre?, preguntó ella.
No me lo podía creer, no podía creer que fuera tan fácil, me estaba preguntando mi nombre, ¡y ni siquiera le hablé directamente una sola vez!; Perdido en su rostro, tardé cerca de 2 segundos en responder.
-Daniel, todos me llaman Urda, ¿verdad que me queda? --Se ríe un poco
-Si, tienes razón, te sienta bien.
-¿El tuyo?
-Paola.
Comenzamos a hablar un poco, de tontería en tontería, pero a los 5 minutos, una de las chicas de su grupo entra y se la lleva. Sentía que me había quedado corto, hubiera aprovechado el tiempo mejor, para pedirle su número o su apellido para buscarla en alguna red social. Volví a caer en mi pesadez encima del escritorio, pero esta vez pensando en que perdí una oportunidad muy buena y que quizás jamás me volvería a hablar así de cerca.
¡Suerte para mí cuando vuelve 10 minutos después! Justo a hablarme, solo se dirigía a mí; Así fue pasando el tiempo hasta que llegó el profesor. De nuevo, no le pregunté nada relevante y, de nuevo, me arrepentí...
Así sucedieron cerca de 3 días, ella siempre repetía la misma rutina, una y otra vez, me hablaba 5 minutos y salía del salón.
No podía entender por qué, ¿qué tanto hacía para tener que dejar de hablarme? Ya estaba necesitándola, algo que lamentaría más adelante, y mucho.
Entonces salí del salón, mis amigos me empezaron a reclamar.
-¿Adónde vas?, preguntó uno de ellos.
-Voy al baño. (Mentira cochina)
Ya habiendo quitado mis amistosas alimañas de encima procedí a abrir la puerta y a buscar con la mirada por los pasillos, no la encontraba por la estrecha periferia que tenía desde dentro del salón con la parcial abertura de ambas puertas, entonces terminé de salir del aula, cuando me volteo a cerrar, la vi tirada en el suelo casi dormida, haciendo lo mismo que yo todos los días… Pensé por unos 3 segundos la situación y me di cuenta del lío en el que me había metido como se diera cuenta de mi presencia, de repente… Ahora sí tenía ganas de ir al baño.
Me entraron muchos nervios, quería evitar hablarle como fuese puesto que a diferencia del aula, aquí estaríamos solos, así que traté de caminar en dirección opuesta a donde ella estaba tirada queriendo teletransportarme de aquella horrible situación. Quería correr para poder salir de su campo de vista en caso de que decidiera abrir los ojos, desaparecer inmediatamente de ese condenado espacio, pero… Fui demasiado lento, cuando estuve a punto de doblar hacia la izquierda en el pasillo contiguo…
-¡Heeeeeey!
Se erizaron cada uno de los pelos de mi cuerpo.
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