La nostalgia del peñero

in #gems4 years ago
En Carúpano, en el mismo mar donde mi padre me llevaba a pescar desde pequeño, están los barcos abandonados, algunos aún están en el mar, bailando el ritmo de las olas, aquellos al menos están en su elemento, la mayoría no han corrido con la misma suerte.

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Aunque todavía muestran sus viejos músculos, cuadernas, quillas poderosas de peñeros que partían el mar en dos, el salitre, la soledad y la falta de campañas de pesca los hacen parecer muebles viejos.

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Yo estuve un rato con ellos, escuché sus penas, sus ansias de revivir los días de navegantes.

Luego me fui caminando pensando en mis amigos, los barcos de la orilla del mar, rogando porque vuelvan a salir, y naveguen como peces a flor del agua, viviendo su vida natural.

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Buenos días, mi pana. Siempre que tengo ocasión de desplazarme a zonas costeras, observo con atención los barcos y barquitas pesqueras y generalmente me suelo dejar ensoñar por aquéllas, aparentemente abandonadas en la orilla, jubiladas de sus habituales faenas marineras. Y al hacerlo, no puedo, por menos, que compararlas con la propia existencia humana, pues al igual que cualquiera de nosotros, su vida se desarrolla de la misma manera: nacen, se fortalecen en el tajo y mueren afectadas de vejez y posiblemente también de soledad. Por eso opino, que hay un mensaje poético en ellas, una reflexión sobre la vida y su, en ocasiones, triste realidad. Un fuerte abrazo

Tengo un amigo, Danilo, que su trabajo es repararlas, trabajo que heredó de su papá, y las deja como nuevas, claro que eso ahorita cuesta mucho dinero.
Quizás el problema de la gasolina este haciendo que también aumente el número de pacientes en la orilla, pero son como esas viejas bailarinas que aún conservan su elegancia.
Ai gusta ver cuándo las están haciendo, normalmente las hacen de una madera que se llama Yaque, también le dicen cují, una mata que da una madres arrechisima, tiene muchas espinas, da buena sombras, una canción popular dice: "aromo al que por por aquí pasa, y espino al que me menea".
Ese arte se aprendió de los españoles, pero luego hubo un desarrolló propio de los artesanos de por acá, que en algunos casos, como en Margarita, los hacen a puro cálculo, casi como si fuera una escultura de madera, hechas con hachuela y mucho talento.
Nos vemos peregrino, soñando conque quiten la cuarentena, para que no terminemos como los barquitos de mi pueblo.