Comer pizzas en el día de las madres: Crítica de una comida deliciosa, aunque algo decepcionante...
Cualquier persona que me conoce, inmediatamente conoce tres factos sobre mí: amo la pizza sobre todas las comidas, la cerveza (tipo Pilsen) es Dios; y me encanta salir a hacer cosas fuera de casa... Junta todos estos detalles, y tendrás un excelente domingo de día de las madres. En un mes donde las cosas no me han salido cómo he querido, salir a distraerme un poco, y mientras tanto sentirme valorada, es algo que aprecio y que me fascina. Además, la pizza, ese manjar ideado por los dioses, es la figura central de este post: una sorpresa inesperada, pero que alguien tenía que decirlo...
Ahora bien, ¿qué tiene de especial salir con mi nena y mi novia a comer algo de pizza? En primer lugar, mucho. Jamás, en condiciones ideales, he rechazado la oportunidad de comer esta delicia. Y he desarrollado un gusto especializado hacia ella. Estoy segura, de que muchos de ustedes, con respectivas y específicas comidas, también serían capaces de realizar algo similar... Y es que, en esta ocasión, me di cuenta que el sabor tenía algo de dulzor. Raro para una pizza. Además, el grosor de la textura de la masa fue algo que me chocó de inmediato. Soy de la tendencia de preferir las masas delgadas y crocantes.
Sin embargo, algo que he notado de los restaurantes de mi ciudad, San Diego, Carabobo, Venezuela, es que la oferta en platillos y opciones es realmente espléndida. No sé cómo sean en los demás lugares, tanto de mi país como el de los demás, pero he notado el crecimiento de la oferta para los clientes. Haciendo que los precios se estabilicen y que la calidad acompañe a la oferta. Algo que como usuario de estos sitios, aprecio y mucho. Aunque, infortunadamente, estos conceptos que acabo de decir, no se aplican para las pizzas que ven en las fotografías.
Es curioso que, aunque ambas (pizzas) son relativamente similares, el sabor y la calidad sean totalmente distintas. Quizá, con un poco de autocrítica hacia mi parte, pequé de pasiva, ya que ordenamos dos; una de pepperoni y otra clásica de jamón con queso. Ése día, todos sentíamos que lo tradicional era mejor. En el menú había otras opciones, a priori, mejores, y viéndolo en retrospectiva hubiera sido mejor pedir otra opción. Como decía, estábamos mi hija, mi pareja y yo; esperando con ansías y hambre la llegada de la comida. La de pepperoni, una total decepción...
¿Sabes cuando muerdes el primer bocado, e inmediatamente, te das cuenta que el sabor no va a mejorar? Eso mismo me sucedió (nos sucedió). En contraposición, la de jamón y queso con un toque de aceite de oliva y pesto, pff... Una delicia. Es de las mejores que me he comido en muchísimo tiempo. Y sí, aunque también es de masa gruesa y no crujiente, no por ello fue menos espectacular. Qué lugar extraño, a decir verdad... Aún no puedo creer que el mismo lugar que es capaz de hacer un manjar, pueda ofrecerte una pizza sin ningún tipo de cariño, sabor ni intención.
No me considero una reviewer ni nada por el estilo, pero en serio hay cosas para las que el talento, que sólo viene con la repetición y los años, te sirve. Qué pizza tan bipolar.... No es culpa del platillo como tal, quizá sí del lugar, o de las cosas del destino... Igualmente, fue un día maravilloso. Los sabores y las curiosidades que aquí explico fueron parte de las conversaciones, y estar con las personas que te aman o te admiran, es parte de ese amor y ese placer, que incluso supera a la mejor de las pizzas. Espero, y esto es de corazón, que todas las madres en su día, hayan tenido una jornada maravillosa. Y obvio, que hayan disfrutado de una comida épica y riquísima.
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