Initiative: Where were you on September 11, 2001 and what happened to your plans for that day? / Iniciativa: ¿Dónde estabas el 11 de septiembre de 2001 y qué pasó con tus planes de ese día? [Esp-Eng]

in Qurator3 years ago (edited)

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Spencer Platt/Getty Images Fuente

A medida que se acerca la fecha, he podido notar en las redes sociales que, para quienes pasamos de 30, el recuerdo del día en que terroristas suicidas impactaron con aviones las Torres Gemelas del World Trade Center se mantiene vívido en la memoria. Es como si, sin importar lo distante, ocupado o distraído que estuvieras, los hechos acontecidos en Nueva York aquella mañana estremecieron la conciencia de cada ser humano que vio caer los rascacielos que hasta entonces dieron forma a la icónica silueta de la Gran Manzana, dejando una huella imborrable que se asoció a los aspectos más sencillos o cotidianos de aquel día.

Las consecuencias de lo ocurrido entonces siguen sintiéndose y modificando nuestro mundo veinte años después. Nuestra seguridad, el “optimismo sin inocencia” que empezaba a florecer a finales de los 90, tras el cinismo derrotista de los años 80 y el comienzo de la década siguiente, la privacidad, la percepción de la paz, el multiculturalismo, incluso el modo de producir y recibir información, todo se vio estremecido ese día y cambió para siempre. Y el impacto en la conciencia de aquellas imágenes nos permite recordar lo que hacíamos el día exacto en el que tomar un avión, visitar un lugar concurrido o ver una maleta olvidada en un aeropuerto, estación de autobuses o metro, dejó de ser lo que era para convertirse en una fuente de miedo o sospecha.

As the date approaches, I have noticed on social networks that, for those of us over 30, the memory of the day when suicide bombers hit the Twin Towers of the World Trade Center with airplanes remains vivid in our minds. It is as if, no matter how distant, busy or distracted you were, the events that took place in New York that morning shook the conscience of every human being who saw how the skyscrapers that until then gave shape to the iconic silhouette of the Big Apple fell, leaving an indelible mark that became associated with the simplest or most ordinary aspects of that day.


The consequences of what happened then are still being felt and changing our world twenty years later. Our security, the "optimism without innocence" that was beginning to flourish at the end of the 1990s, after the defeatist cynicism of the 1980s and the beginning of the following decade, privacy, the perception of peace, multiculturalism, even the way we produce and receive information, everything was shaken that day and changed forever. And the impact on our consciousness of those images allows us to remember what we were doing on the exact day when taking a plane, visiting a crowded place or seeing a forgotten suitcase in an airport, bus station or subway, ceased to be what it was and became a source of fear or suspicion.


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El martes 11 de septiembre de 2001 no tenía en su inicio señal alguna que lo distinguiera de otros martes de aquella época, cuando alternaba mis días entre el trabajo freelance para periódicos, radios y empresas de asesoría con los estudios en la escuela de periodismo, en Ciudad Guayana. Solo una cosa lo hacía algo diferente para mí: estaba a unos 400 kilómetros al sur de casa, en El Callao, un pequeño pueblo en el corazón del estado Bolívar, preparándome para iniciar el trabajo de campo para un reportaje sobre la reactivación de una mina de oro en la empresa Minerven.

Ese día, según el plan, bajaríamos hasta unos 100 metros bajo tierra, en la mina Sosa Méndez, una red de galerías y túneles que llega hasta los 400 metros de profundidad para extraer el oro incrustado en sus paredes de piedra. La vieja mina era el centro de un ambicioso proyecto de reactivación y un equipo de periodistas, fotógrafos y productores de televisión estábamos allí para darle cobertura.

Desayunábamos con retraso en el comedor de la empresa minera cuando, poco antes de las nueve, alguien entró corriendo al lugar, pidiendo que prendieran el televisor porque “estaba pasando algo muy feo en Nueva York”. “¿En Nueva York?”, recuerdo que preguntó una de las mujeres que servía el desayuno, como extrañada por el repentino interés de su compañero de labores en lo que sea que estuviera pasando tan lejos de El Callao.

Cualquiera que fuera el canal que había sintonizado el impaciente trabajador, estaba retransmitiendo la señal de CNN en español. Aún sin entender muy bien lo que había pasado en la humeante torre, atestiguamos impávidos como un avión se estrellaba directamente contra el segundo edificio. Recuerdo haber sentido un sobresalto y que me cortó el aliento por un instante. La misma mujer que asomó un comentario burlón a su colega preocupado por lo que pasaba en Nueva York, dejó escapar un grito de consternación y horror. Aún incrédulos de lo que veíamos, aquella mujer y yo, a tantos miles de kilómetros de esas torres, estábamos paralizados frente al televisor por la misma causa: El miedo.

Tuesday, September 11, 2001 had no sign at the beginning that distinguished it from other Tuesdays of that time, when I alternated my days between freelance work for newspapers, radio stations and consulting firms and my studies at the journalism school in Ciudad Guayana. Only one thing made it a little different for me: I was about 400 kilometers south of home, in El Callao, a small town in the heart of Bolivar state, preparing to start field work for a report about the reactivation of a gold mine in the Minerven company.


That day, according to the plan, we would go down to about 100 meters underground, in the Sosa Méndez mine, a network of galleries and tunnels that reaches up to 400 meters deep to extract the gold embedded in its stone walls. The old mine was the center of an ambitious reactivation project and a team of journalists, photographers and television producers were there to cover it.


We were having a late breakfast in the mining company's dining room when, shortly before nine o'clock, someone rushed into the place, asking to turn on the television because "something very ugly was happening in New York." "In New York?", I remember one of the women serving breakfast asked, as if puzzled by her co-worker's sudden interest in whatever was going on so far away from El Callao.


Whatever channel the impatient worker had tuned into, it was broadcasting CNN in Spanish. Still not quite understanding what had happened in the smoking tower, we watched undaunted as a plane crashed directly into the second building. I remember feeling a jolt and it took my breath away for a moment. The same woman who made a mocking comment to her concerned colleague about what was happening in New York let out a cry of dismay and horror. Still in disbelief of what we were seeing, that woman and I, so many thousands of miles away from those towers, were paralyzed in front of the TV set by the same cause: fear.




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Foto de AFP Fuente


Cerca de una hora después, una nueva ola de expresiones de horror volvió a inundar el espacio cuando vimos caer la Torre Sur sobre sí misma, como en una larga secuencia cinematográfica, en la que lo imposible te toma por sorpresa y te roba las premisas de todo lo que creías saber de la historia. El siglo XXI no solo llegaba sin cumplir las promesas de progreso tecnológico y bienestar general que alimentaron nuestra imaginación infantil, sino que iniciaba anunciando un infierno de inseguridad capaz de arder en cualquier lugar del mundo, incluso en el corazón de la ciudad-ícono de la primera potencia mundial, el mensaje era claro: “nadie está a salvo en ningún lugar”, solo faltaba saber quién lo firmaba.

Salimos del comedor y nos dirigimos a una especie de sala de prensa u oficina de comunicaciones de la empresa donde había dos televisores encendidos, en canales diferentes, transmitiendo la misma noticia, la única sobre la que se podía hablar en todo el mundo para aquel momento. Allí vimos, alrededor de las diez y media de la mañana, el derrumbe de la segunda torre. En medio del aguacero de voces incrédulas que amenazaba con desbordar el salón, noté que había olvidado en el comedor el morral con mis equipos y la agenda de notas. Corrí hasta el comedor y al llegar respiré aliviado al ver el morral sobre la mesa. Fue cuando reparé que mi desayuno estaba casi completo, junto a los demás, olvidados como tantas cosas aquel día. Como ese desayuno, la pauta de ese día y casi todo el trabajo de la empresa se habían interrumpido. La vida misma parecía haber entrado en una densa “realidad suspendida”, como esa sordera en cámara lenta con la que el cine nos presenta los segundos siguientes al estallido de una bomba en el fragor de las batallas.

About an hour later, a new wave of expressions of horror flooded the space again when we saw the South Tower fall on itself, as in a long film sequence, in which the impossible takes you by surprise and robs you of the premises of everything you thought you knew about the story. The 21st century not only arrived without fulfilling the promises of technological progress and general welfare that fed our childhood imagination, but it began announcing an inferno of insecurity capable of burning anywhere in the world, even in the heart of the icon-city of the first world power, the message was clear: "no one is safe anywhere", it only remained to know who signed it.

We left the dining room and went to a sort of press room or communications office of the company where two TV sets were on, on different channels, broadcasting the same news, the only one that could be talked about in the whole world at that time. There we saw, around half past ten in the morning, the collapse of the second tower. Amidst the downpour of incredulous voices that threatened to overflow the hall, I noticed that I had forgotten the backpack with my equipment and notebook in the dining room. I ran to the place and when I arrived I breathed a sigh of relief when I saw the backpack on the table. That was when I noticed that my breakfast was almost complete, along with the others, forgotten like so many things that day. Like that breakfast, the day's pattern and almost all of the company's work had been interrupted. Life itself seemed to have entered into a dense "suspended reality," like that slow-motion deafness with which movies present us the seconds following the explosion of a bomb in the heat of battle.


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Thomas Nilsson / Getty Images Fuente


Pese a que, naturalmente, la vida siguió y “la normalidad” fue reconquistando sus espacios conforme pasaba el tiempo, no estoy seguro de cuanto de aquella afectación innegable nos acompaña todavía. Veinte años después, análisis siguen yendo y viniendo, aparecen películas, documentales de tv y cientos de artículos y libros casi a diario, pero el significado de aquel día en la Historia se sigue viendo mejor a la luz de su impacto en las pequeñas historias de la gente alrededor del mundo… ¿Y tú? ¿Recuerdas dónde estabas el 11S y qué pasó con tus planes ese día?

Although, of course, life went on and "normality" recaptured its spaces as time went by, I am not sure how much of that undeniable affectation is still with us. Twenty years later, analyses come and go, movies, TV documentaries and hundreds of articles and books appear almost daily, but the significance of that day in History is still best seen in the light of its impact on the little stories of people around the world... What about you, do you remember where you were on 9/11 and what happened to your plans that day?


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Te invito a compartir con nosotros tu recuerdo, bien sea en los comentarios o escribiendo un post usando las etiquetas #RecordandoEl11S o #Remembering911, según sea tu idioma. También puedes convocar a tus amigos de Hive a que se sumen a esta reconstrucción colectiva de nuestras “pequeñas memorias” sobre un gran momento de conmoción mundial. Invito a @saulos @josemalavem e @isaomaroon en esta ocasión.

I invite you to share your memory with us, either in the comments or by writing a post using the hashtags #Remembering911 or #RecordandoEl11S, depending on your language. You can also call on your Hive friends to join in this collective reconstruction of our "little memories" of a great moment of global commotion. I invite @saulos @josemalavem and @isaomaroon on this occasion.


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Monumento en memoria de las víctimas del 9/11
Memorial for 9/11 victims Fuente


Quisiera despedirme honrando la memoria de las casi tres mil vidas que se perdieron aquel día como consecuencia de los ataques, solidarizándome con sus familias y reconociendo la labor de los cuerpos de seguridad y rescate, que son la primera línea contra el miedo cuando ocurren desgracias como estas. Ese día, de los que perecieron durante los atentados y el derrumbe posterior de las torres, 343 eran bomberos de Nueva York, 23 eran policías de la ciudad y 37 eran agentes de la Autoridad Portuaria. Paz a sus almas y honor a su recuerdo.

I would like to say goodbye by honoring the memory of the nearly three thousand lives that were lost that day as a result of the attacks, standing in solidarity with their families and recognizing the work of the security and rescue forces, who are the first line against fear when tragedies like these occur. On that day, of those who perished during the attacks and the subsequent collapse of the towers, 343 were New York City firefighters, 23 were New York City police officers and 37 were Port Authority officers. Peace to their souls and honor to their memory.




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Una crónica conmovedora de tu experiencia de ese nefasto día en la historia contemporánea. Como bien señalas, las primeras reacciones: el asombro y la consternación, como en una reacción en cadena, llevaron a la impotencia, el dolor y el miedo. El horror nuevamente, esta vez desde otra procedencia e ideología, manchada de la más destestable barbarie y fanatismo religioso, se instalaba en "el corazón de las tinieblas" de la humanidad.Gracias por compartir esa vivencia y reflexión, @tupamalo. Saludos.

Por aquí pasó El Comentador
: @josemalavem

Gracias a ti por la lectura y el comentario, @josemalavem... Siempre he creído que somos el puente entre la memoria y el futuro, de allí la importancia de nuestras "pequeñas historias" en la construcción del "gran relato" de los tiempos, especialmente uno que nos libere de repetir nuestras tragedias. Saludos, amigo.

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La verdad amigo, esto fue demoniaco, destaco tu experiencia en ese dia, te dejo mi voto y te sigo, saludos.

Gracias, @comandoyeya!... Ya te sigo también. Nos estamos leyendo. Saludos.

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Excelente crónica de un día nefasto que conmocionó el mundo entero, como bien apuntas @tupamalo , ese día "a tantos miles de kilómetros de esas torres, estábamos paralizados frente al televisor por la misma causa: El miedo". No había, sensatamente hablando, quien pudiera alegrarse de que sucedió en Nueva York y no en nuestro país. El hecho de ese acto terrorista, sin precedentes en la historia, será siempre inaceptable, por artero y criminal. Un ataque despiadado contra población civil, sin importar el número de víctimas solo por destruir unos edificios símbolos del progreso y el poder económico. Te felicito por una crónica bien contada y argumentada con el excelente apoyo de las gráficas y la referencia de los comentarios hechos por los testigos que te acompañaban ese día en la mina. Saludos.

Muchas gracias por tu lectura y comentario, @pelulacro, los valoro mucho. El ejercicio de la memoria no siempre es fácil. Por eso reconstruirla, haciendo buen uso de nuestra hermosa lengua, es una tarea vital para legar a quienes vienen después de nosotros la oportunidad de no repetir los errores y difnificar nuestra experiencia con su aprendizaje... Saludos y Buen Hive. Nos seguimos leyendo.

Estoy revisando y siguiendo tus escritos por el interés que despiertas, además de buen fotógrafo también eres buen redactor, slaudos @tupamalo

Gracias por tus elogiosas palabras, @pelulacro... Ya te sigo también. Saludos y feliz fin de semana.

Feliz fin de semana @tupamalo , se admira su trabajo de calidad