UN EXTRAÑO DESPERTAR
mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido
Jorge Luis Borges
Rememora vagamente los elementos que decretaron su andanza y el punto en el que se encuentra ahora mismo. Se desdobla en su pensamiento y se mira como si fuese un narrador que cuenta la historia de un personaje inventado. Se sabe de un hombre que ha vivido una serie de tribulaciones. Ahora mismo no puede precisarlas pero sabe que lo han llevado a andar, con apariencia de mendigo y enfermo, un camino tortuoso y peligroso. Ha presenciado, en el camino, el asesinato de dos o tres hombres, aunque sospecha que la entidad corpórea de los asesinos puede que sean tan sólo proyecciones de sombras en la mirada del hombre personaje.
El hombre no ha terminado de reconocer sus propias cualidades cuando la imagen de otro sujeto lo interrumpe en su andar y él siente como si le desconfiguraran la existencia y el sentido de vivir. Se turba su espíritu y tiene miedo, se le erizan los cabellos en la cabeza agobiada y permanece estupefacto.
Sintiéndose al acecho de la imagen del otro, se incorpora silenciosamente y continúa andando, pero esta vez buscando algún refugio para ocultarse. Al llevar la delantera y burlar lo que considera el primer ataque, el hombre siente que ha ganado un primer round. No obstante, la imagen del otro ha penetrado de algún modo en su desesperado propósito. Piensa en cruzar a la izquierda, y aunque su visión se extiende por una llanura, esa idea le prefigura la imagen de ciertos laberintos. Atraviesa unos arrozales y se traslada entonces a la cumbre secreta de una montaña. Olvidando su destino de perseguido, percibe el mundo en su abstracción y se siente ubicado en un tiempo indefinido.
El azul del cielo parece cercano y al mismo tiempo se extiende al infinito. El camino que el hombre tiene ante sí baja en forma de cuesta y se bifurca entre las confusas praderas. El viento trae una música aguda y silábica y la arrastra entre hojas y la lleva distante. El hombre llega a un portón alto y oxidado. Entre las rejas puede ver una alameda y una especie de pabellón. Es impreciso la imagen y el sonido de llamado en la puerta. ¿Una campana?, ¿un timbre?, ¿la voz o las manos? Lo único cierto es una luz de farol aproximándose. Una luz que agrietan y a veces borran los troncos de los grandes árboles, como si fuese una luz de papel, con forma de tambor y del color de la luna.
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