I don't know if it's true, but there are those who affirm that the older man gets, the closer his heart approaches that happy paradisiacal state, similar to that of childhood, where memories recover their original force and become present again with the same intensity as at the moment in which they were experienced. If this is so, it does not surprise me, then, to feel again those beautiful sensations that a spring, just recently regaining its vigil and awakening again to the sleep of life, produced in a beautiful city of the North, anchored, like an ark , to the everlasting bank of a river, the Arnoia, whose roots echo the relatives of that patriarch, Noah, who, according to legends, landed on the coast and grew and multiplied inland through these beautiful latitudes, through which it circulates , towards Compostela, the old Roman road, which is called Vía de la Plata.
The fragrance of the lilacs, settled in beautiful gardens along the riverbank, their roots anchored in the same earth in which the foundations of the fountains and the beautiful period buildings also sink, with their expensive stone carefully carved and that today they receive the kind sheet that the fidelity of the lichen always grants, silhouetted under some storm clouds, which barely let through the rays of a sun that pretended to be just, they meant a few moments of peace and pleasure, of happiness and enchantment, that I have never been able to forget and now remember, with the first look of that child I once was.
Yo no sé si será verdad, pero hay quienes afirman, que cuanto más envejece el hombre, más se acerca su corazón a aquel feliz estado paradisíaco, similar al de la niñez, donde los recuerdos recobran su fuerza original y vuelven a hacerse presentes con la misma intensidad que en el momento en el que se vivieron. Si esto es así, no me extraña, entonces, volver a sentir aquellas bellas sensaciones que una primavera, apenas recién recobrada su vigilia y despierta de nuevo al sueño de la vida, me produjo en una bella ciudad del Norte, anclada, como un arca, a la sempiterna ribera de un río, el Arnoia, en cuyas raíces resuenan los parientes de aquel patriarca, Noé, que según dicen las leyendas, desembarcaron en la costa y crecieron y se multiplicaron tierra adentro por estas hermosas latitudes, por las que circula, hacia Compostela, el viejo camino romano, que se llama Vía de la Plata.
La fragancia de los lilos, asentados en bellos jardines junto a la ribera, ancladas sus raíces en la misma tierra en la que se hunden también los cimientos de las fuentes y de los bellos edificios de época, con su costosa piedra labrada con esmero y que hoy reciben la bondadosa sábana que otorga siempre la fidelidad del liquen, recortados bajo unas nubes de tormenta, que apenas dejaban pasar los rayos de un sol que pretendía ser justiciero, significaron unos momentos de paz y placer, de dicha y encanto, que nunca he podido olvidar y que ahora recuerdo, con la primera mirada de ese niño que una vez fui.
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