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Considero que ser una persona que lo sobre-analiza todo es más una desventaja que una ventaja. Tenerse de manera constante al filo de observación es un acto de valentía que sobrepasa los límites, porque nadie está dispuesto a enfrentarse al dolor y a la incomodidad por haberse sometido a un proceso de crecimiento personal que involucre cambiar, mirarse, exponerse.
Y es que cuando hablo de exponerse, me refiero a sacar toda esa carga de miedos, patrones, actitudes; que llevamos de forma inconsciente en nuestra mente y nuestro espíritu, que muchas veces en lugar de limpiarlo, lo hemos metido en cajones o debajo de la alfombra.
Te terminas sintiendo sobrepasado por toda esa información que minuto tras minuto vas recopilando sobre ti mismo y, termina reflejándose como si jamás en la vida te hubieses conocido, llegando a rozar esa línea que te dicta que realmente no has cambiado nada, que solo pones cuadros a los huecos de las paredes, en vez de taparlos con verdadero yeso, pintarlas y dejarlas como nuevas.
Te das cuenta que realmente hay muchos espacios que se encuentran vacíos y que sólo les has puesto una tapa, no un contenido y, cuando navegas más profundo, terminas por enterarte que hay dolores que no han pasado por su luto.
¿Pero es esto una verdadera señal de que no hemos avanzado nada? Pues, mi respuesta a veces suele ser confusa hasta para conmigo misma, porque pese a que algunos días intento darme mucho ánimo, hay otros en los cuáles creo que si, que realmente no he avanzado nada. Pero creo que todo esto es una estrategia de autoengaño, como si tu cerebro te dijese que parases de observarlo, que dejases de ponerlo en la mira, que lo dejes en paz, porque ya no puede con tanto. Sin embargo, sabemos que lo hace porque es feliz en la comodidad de la miseria, porque nuevos retos significa crear nuevos mecanismos de supervivencia los cuáles simplemente, no quiere crear.
Y si, esa voz que siempre te dice que has fracasado es inclusive mucho más fuerte que cuando los aviones rompen la barrera del sonido, pero el hecho de que sea más fuerte no significa que necesariamente tenga la razón. Somos humanos y, lamentablemente nuestros logros no solemos aplaudirlos como lo aplauden nuestros amigos para con nosotros, a veces, ellos festejan más nuestros triunfos que nosotros mismos. Terminamos viviendo en el autoengaño de que no lo hemos logrado realmente, porque esa voz no tiene descanso.
Es por ello que cuando nos exponemos a la auto-observación sentimos tanto dolor, porque hay otra parte de nosotros que de forma involuntaria comienza a minimizar las cosas que hemos hecho a nivel individual. Cada vez que nos llevamos a nosotros mismos a períodos largos de análisis para poder sanar espacios dentro de nosotros, sentimos tanto dolor e ira. Pero yo considero que la ira es más dolor que odio.
Pero hay algo bueno detrás de todo éste sentimiento inacabable de incomodidad. Y eso es que nuestro cuerpo ante la respuesta del dolor busca cambiar de posición para evitarlo.
Lo mismo pasa con nuestra mente y con nuestra alma. Cuando estamos expuestos a nosotros mismos y, reconocemos todos esos patrones, conductas, actitudes que realmente al mirarlos nos hacen daño, empezamos a movernos para dejar de sentir dolor, es decir, comienza el cambio.
Buscamos ayuda, buscamos respuestas, cambiamos hábitos, soltamos cargas y empezamos a crear un espacio interior que nos permite habitar en el de forma segura, es ahí cuando los huecos de las paredes, en vez de taparles con cuadros, empezamos a arreglarlos o de plano, tumbamos las paredes y construimos un nuevo lugar.
Suena incómodo en todos sus sentidos, realmente no nos gusta el dolor, llegar a el o buscarlo, pero es necesario, muy necesario, transitar por el camino de la auto-observación si queremos crecer como personas. No podemos esconder nuestros miedos, carencias, dolores bajo la alfombra, porque inevitablemente te tocará caminar por sobre ella y sentirás que debajo hay algo, algo que en algún punto terminarás sacando.
Para sanar, debemos ponernos cara a cara con todo aquello, sentiremos mucho dolor, si, pero llegará el punto en que podremos observarlo en la total calma, sin que te aplaste en el pecho hasta ahogarte. Simplemente podrás tenerlo de frente, saber que existió y lo que hizo, pero seguir en paz contigo mismo, sin perturbarte, sin que las aguas se agiten.
I consider that being a person who over-analyzes everything is more of a disadvantage than an advantage. Being constantly on the edge of observation is an act of courage that exceeds the limits, because no one is willing to face the pain and discomfort of having undergone a process of personal growth that involves changing, looking at oneself, exposing oneself.
And when I talk about exposing oneself, I mean taking out all that load of fears, patterns, attitudes; that we carry unconsciously in our mind and spirit, that many times instead of cleaning it, we have put it in drawers or under the carpet.
You end up feeling overwhelmed by all that information that minute after minute you are collecting about yourself and, ends up reflecting as if you had never known yourself in life, coming to touch that line that tells you that you have not really changed anything, that you just put pictures to the holes in the walls, instead of covering them with real plaster, paint them and leave them as new.
You realize that there are actually many spaces that are empty and that you have only put a lid on them, not a content and, when you browse deeper, you end up finding out that there are pains that have not gone through their mourning.
But is this a true sign that we have made no progress? Well, my answer is sometimes confusing even to myself, because even though some days I try to give myself a lot of encouragement, there are other days when I think that yes, I really haven't made any progress. But I think all this is a strategy of self-deception, as if your brain is telling you to stop watching it, to stop putting it in the spotlight, to leave it alone, because it can't cope with so much anymore. However, we know that it does it because it is happy in the comfort of misery, because new challenges means creating new survival mechanisms which it simply does not want to create.
And yes, that voice that always tells you that you have failed is even louder than when airplanes break the sound barrier, but the fact that it is louder does not mean that it is necessarily right. We are human and, unfortunately, we do not usually applaud our achievements as our friends applaud us, sometimes they celebrate our triumphs more than we do ourselves. We end up living in the self-deception that we have not really succeeded, because that voice has no rest.
That is why when we expose ourselves to self-observation we feel so much pain, because there is another part of us that involuntarily begins to minimize the things we have done on an individual level. Whenever we take ourselves into long periods of analysis in order to heal spaces within us, we feel so much pain and anger. But I consider anger to be more pain than hate.
But there is something good behind all this endless feeling of discomfort. And that is that our body in response to the pain response seeks to change its position to avoid it.
The same thing happens with our mind and with our soul. When we are exposed to ourselves and we recognize all those patterns, behaviors, attitudes that really hurt us when we look at them, we begin to move to stop feeling pain, that is, the change begins.
We seek help, we look for answers, we change habits, we let go of burdens and we begin to create an inner space that allows us to dwell in it safely, that is when the holes in the walls, instead of covering them with pictures, we begin to fix them or flatly, we tear down the walls and build a new place.
It sounds uncomfortable in all its senses, we really do not like pain, to reach it or to look for it, but it is necessary, very necessary, to walk the path of self-observation if we want to grow as people. We cannot hide our fears, shortcomings, pains under the carpet, because inevitably you will have to walk over it and you will feel that underneath there is something, something that at some point you will end up pulling out.
To heal, we must come face to face with all that, we will feel a lot of pain, yes, but the point will come when we will be able to observe it in total calm, without it crushing you in the chest until it chokes you. You will simply be able to face it, know that it existed and what it did, but still be at peace with yourself, undisturbed, without the waters being agitated.
Translated with the help of deepL
Photo edited in Adobe Photoshop CC
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As always, gorgeous post. Self-observation is indeed vital. Some would call me a masochist for saying this, but I actually enjoy the sorrows and fears I find in my process, or a part of me does, the truest part. My ego is the one who suffers, and not that critically anyway. Thank you for highlighting these topics which such fine quality!