Reflexiones (in)necesarias 081: Yo prefiero el color verde. Sobre las pláticas "vacías", por bonzopoe

in Holos&Lotus5 months ago (edited)

image.png
Fuente

Siempre que charlo con mi madre sobre nuestras diferentes manera de relacionarnos con los demás y entre nosotros, saco a colación que las charlas insustanciales no son lo mío. Puedo tenerlas sin problema alguno, e incluso puedo propiciarlas si lo necesito, o las circunstancias me llevan a ello, y puedo afirmar, sin por ello contradecirme, que a veces hasta las he disfrutado, pero no son lo mío, no me interesan.

A mi me gustan, y disfruto, las charlas con cuerpo, con sustancia, sobre las cosas que me apasionan o interesan. Me gusta plantear mis puntos de vista y escuchar los ajenos, y profundizar. Si las pláticas fueran el mar, podría decirse que me aburre nadar de a muertito en la superficie. Lo mío es el buceo libre, y mientras más profundo mejor, aunque eso implique ir un poco a ciegas y no saber con que te vas a topar. Aunque eso implique una posible descompensación.

Pero yo soy la excepción (creo), al grueso de la gente el buceo a profundidad les asusta o sencillamente no les interesa, y prefieren casi siempre chapotear en la orilla, o simplemente flotar y dejarse llevar por la corriente. Eso no tiene nada de malo, y es totalmente válido, y puedo hacerlo, pero no es para mí. Me aburre. Después de unos momentos ya no le encuentro el sentido.

image.png
Fuente

Habrá quienes digan que tiene su encanto, que incluso es un arte, y no los contrariaré al respecto, es una manera totalmente válida de verlo, y no le quitaré mérito. Pero digamos que si eso es el equivalente a decir que les gusta el color azul, pues respeto mucho sus gustos, pero yo prefiero el color verde.

Las plática casuales, o insustanciales, como yo les llamo, me parecen un ritual absurdo. Y no quiero con esto descalificarlas, entiendo su utilidad, y estoy perfectamente consciente de que una plática casual puede ser la puerta de entrada a muchas otras cosas, incluía una plática profunda como las que me gustan, lo que externo aquí es solo mi punto de vista al respecto.

Lo aclaro para evitar los intercambios de comentarios de siempre, de quienes con todo el respeto y la mejor intención del mundo me comparten que hay otras posibilidades. Eso ya lo sé, pero no de eso trata este post, y perdón si mi tono puede sonarle a alguien grosero, esa no es la intención. Lo aclaro, también, para evitar herir susceptibilidades. Curiosamente ahora antes de decir casi cualquier cosa uno tiene que disculparse, por si alguien puede sentirse ofendido o aludido por lo que se comparte de buena fe y sin ninguna mala intención.

image.png
Fuente

Esto es cansado, pero tristemente cada vez más necesario. Pero volvamos al punto, antes de que estas aclaraciones se vuelvan una disertación. Decía que las charlas casuales, o insustanciales, como yo les llamo, me parecen un ritual absurdo, una especie de duelo de frases pre-establecidas, que como atinadamente plantea Marta Orriols, en su libro 'Aprender a hablar con las plantas', son "un inventario de sentencias fonológicas entre el respeto y el miedo', aunque ella usa esta frase al referirse a las charlas en las que te dan, o das el pésame por el fallecimiento de un ser querido.

Visto desde este enfoque son como un juego de ajedrez. Uno en el que los políticos son las estrellas máximas, los 'Karpov' y los 'Kasparov', y que todos, incluido quien les escribe, jugamos, ya sea por necesidad y/o por placer. Y desde esa perspectiva sociológica, me parece muy interesante, pero como observador, no como protagonista.

Las charlas sobre el clima, los resultados del partido de ayer, las noticias, y similares, al final son solo una caja de eco, frases que rebotan y rebotan y rara vez llevan a algo más, aunque por supuesto, como en todo, pueden darse excepciones. Uno muchas veces no las pronuncia para comunicarse de verdad, para establecer un vínculo con el otro, las pronuncia para romper el silencio y llenar el vacío, ese que a muchos incomoda con su presencia inevitable.

image.png
Fuente

Son una formalidad social. Frases seguras a pronunciar en un mundo en que todo mundo se ofende cada vez con mayor facilidad de todo, un todo que no entiende y no le interesa conocer, pero del que siempre tiene una opinión "fundamentada" en lo que le contaron, lo que escuchó, lo que dicen los otros, o incluso lo que plantean los expertos, que no entiende, pero que usa como comodines incuestionables para ganar una discusión artificial e inútil.

Hay quienes genuinamente disfrutan de ellas, y son objeto de mi más sincera y honesta envidia. Mi abuela materna era de esas personas, y mi madre y mi hermana menor le heredaron mucho de eso, pero yo no. Esas personas me agradan, y son con quienes puedo tener esas charlas más fácilmente. Se les nota la honestidad y sinceridad en las palabras.

Puede que detrás de ellas haya ciertos prejuicios, los propios de toda generación y cultura, algo de lo que nadie escapa, pero fuera de ello, no hay falsedad ni segundas intenciones, no hay hipocresía, no hay trasfondos ocultos.

image.png
Fuente

En contraparte están aquellos cuyas palabras están totalmente muertas, carentes de su significado original, y como el lobo vestido de oveja, detrás de su disfraza de cortesía y amabilidad, están llenas de veneno, de una pasivo-agresividad lacerante, recalcitrante, como esas sonrisas que te lanza tu peor enemigo cuando te tiene enfrente, antes de clavarte un cuchillo por la espalda apenas te des la vuelta.

Esas charlas que merecerían la cárcel, o por lo menos la censura más estricta, si vinieran con subtítulos en los que se pusiera lo que la gente realmente está pensando mientras habla, esas son las charlas que procuro evitar a toda costa, porque en ellas, inevitablemente, en menor o mayor grado, te conviertes en aquello que odias, en alguien igual a tu interlocutor, un hipócrita que no dice lo que piensa sino lo que le conviene.

Aquí aplica perfectamente lo que decía Bernard Shaw: "Aprendí hace mucho a no luchar con un cerdo. Tú te ensucias y al cerdo le gusta". Es una manera muy ruda de decirlo, pero es real, no hay manera de meterse al lodo sin ensuciarse.

image.png
Fuente

Debo aclarar aquí algo muy importante, que tal vez debí plantear desde el principio (mea culpa), y es que esto aplica casi exclusivamente a pláticas con extraños o personas no cercanas en lo afectivo. Cuando uno está con alguien querido, ya sea familia o amigo/a, la cosa cambia. Las pláticas insustanciales aquí cobran un cariz distinto porque están imbuidas en una confianza y cotidianidad que las revisten de una espontaneidad única, que no pocas veces lleva a las risas y/o discusiones de lo más absurdas y variopintas que en otro contexto no tendrían cabida.

Las charlas insustanciales aquí se vuelven receptáculo de su opuesto, y los superficial se vuelve vehículo de lo profundo. Aquí viven esas charlas entrañables que siempre recordamos y que tenemos con los más cercanos y queridos por nosotros. Las películas están llenas de estas escenas, y las amamos, porque todos las vivimos a nuestra manera.

En este contexto, como todos, amo las charlas insustanciales y su universo infinito de posibilidades, pero con los extraños para mí es distinto, y me cuesta darles cabida. Esto es parte de la "maldición" de los introvertidos, grupo no tan minoritario al que pertenezco, pero que por nuestro carácter menos vocal pareciera mucho más reducido de lo que realmente es.

image.png
Fuente

No sé si esto aplica para todos los introvertidos, supongo que no. Habrá quienes vean en estas interacciones una oportunidad de conectar, ya sea porque en realidad lo desean, o porque se han creído el discurso de que esa actitud es la "normal", según la sociedad en que vivimos actualmente, que tradicionalmente ha ensalzado a los extrovertidos y hecho menos a los introvertidos, y esto no es queja, es un hecho, hay libros al respecto, y si somos un poco observadores nos podemos dar cuenta fácilmente.

Pero antes de enfrascarme en otro tema, cortemos por lo sano que ya nos hemos extendido demasiado y empezamos a sonar reiterativos. Para gustos los colores, y como decía antes, si a la mayoría le gusta el azul, pues bien por ellos, pero yo prefiero el verde.

Si a ti te gusta el rojo, el morado, el amarillo, o cualquier otro, bien por ti también, disfrútalo y no ocultes tu preferencia, que no tenemos que ser todos iguales, pero si respetar la individualidad de los demás, prediquemos con el ejemplo, tal vez parezca poca cosa, pero puede marcar una gran diferencia. Muchas gracias por leerme y hasta la próxima.




©bonzopoe, 2024.

Sin-título-1.gif


imagen.png

Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


imagen.png

Sort:  

Hola @bonzopoe,
comparto bastante las ideas que expresas de tu publicación. Sucede que vivimos en una sociedad donde se premia la banalidad y la trivialidad. La gran mayoría no quieren estudiar, o debatir sobre los temas importantes a profundidad. A lo sumo basta con los "headlines", o repetir pre-establecidas, en el caso que se llega a tocar algún tema medianamente importante. Si no basta con hablar del clima, del partido de ayer o algo por el estilo.
Saludos

Muchas gracias por el comentario, siempre es interesante leerte a través de letras en vez de imágenes. Disculpa la demora en la respuesta, pero he tenido un inicio de año bastante complicado de tiempo. Saludos y un abrazo.