«Cambia todo cambia, que yo cambie no es extraño» canta Mercedes Sosa en una canción de Julio Numhauser, que me gusta mucho.
Nunca como ahora me habían impactado tanto los cambios. Ver la naturaleza presentando comportamientos inusuales me genera desasosiego. Tengo ya tres días observando una luna roja y una puesta de sol del mismo color. Creo que llegó el momento para que la rana eche pelos y el morrocoy suba palo. Tengo doce días en San Fernando de Apure y no he logrado ver un día claro, todo está brumoso, lleno de calima.
A lo anterior se suma el habituarme a una sensación térmica de 44 grados que amenaza con más. Intento mantener la ecuanimidad y eso dice que yo también he cambiado. Hace unos años, cuando el acondicionador de aire no lograba enfriar la habitación, me desesperaba y buscaba un técnico para que resolviera, ahora, me encojo de hombros, «es lo que hay», me digo y busco algo que hacer, pero alterarme nunca, no lograría nada haciéndolo.
¿Cuánto he cambiado? Además de los cambios físicos, que son notorios, por la edad, sé que he modificado muchas conductas que antes me crearon algún tipo de problemas. Creo que uno de los hallazgos más importantes es el de la paciencia. Trato de tomarme con calma lo que haya que enfrentar cada día y apartarme de lo que pueda incomodarme.
La disposición a seguir conociendo y aprendiendo me ha hecho una persona más curiosa y dispuesta a experimentar y a disfrutar de lo desconocido. Hoy por ejemplo, probé unos frutos traídos del estado Amazonas, por la suegra de mi hijo. Comí el pijiguao, una fruta pequeña de color verde y rojo por fuera y amarillo por dentro, y la coroba, un fruto de la palma del mismo nombre.
Sabores nuevos, el cerebro busca los conocidos para asociarlos y aceptarlos. Podría acercarse a la papa, pero no, cada uno sabe a pijiguao y coroba.
Estos años viviendo a seis horas de distancia de donde están mis hijos y nietos me hace querer disfrutar más la presencia de ellos, cuando los visito. Trato de llevarme a alguno, cada vez que salgo a caminar a algún lugar. Pinto con ellos y me alegra ver sus progresos. Una nieta me peina y habla sin parar. Todo eso me gusta. Supongo que tengo más disposición y entrega para ellos.
Uno de los nietos quiere mostrarme sus avances con la bandola y me emociona verlo ejecutar con tanto talento ese instrumento y el cuatro. Emocionado me muestra la adaptación que está haciendo para orquesta folclórica, de la pieza Alas a Malala de Arturo Márquez. Tiene once años, posee una sensibilidad y curiosidad que le lleva a querer aprenderlo todo. Es satisfactorio ver cómo los niños pueden interesarse por otro tipo de música que no sea la que la moda impone.
Tener la disposición a tranquilizarme, a no enfocar la mirada en lo caótico sino en lo esperanzador es también una manera de encontrar el equilibrio. Todo cambia y es bueno que así sea. No existen verdades absolutas y lograr adaptarse es una salida saludable.
Gracias por tu amable lectura.
Mi contenido es original.
Imágenes propias.
He utilizado el traductor de Google.
"Everything changes, it changes, it's not strange that I change," Mercedes Sosa sings in a song by Julio Numhauser, which I really like.
Never have the changes impacted me so much as now. Seeing nature displaying unusual behaviors makes me feel uneasy. I have now been observing a red moon and a sunset of the same color for three days. I think the time has come for the frog to shed hair and the morrocoy to step up. I have been in San Fernando de Apure for twelve days and I have not been able to see a clear day, everything is foggy, full of haze.
Added to the above is getting used to a thermal sensation of 44 degrees that threatens more. I try to maintain equanimity and that says that I have changed too. A few years ago, when the air conditioner couldn't cool the room, I got desperate and looked for a technician to solve it, now, I shrug my shoulders, "it is what it is," I tell myself and look for something to do, but never get upset. . , I wouldn't achieve anything by doing it.
How much did it change? In addition to the physical changes, which are noticeable, due to age, I know that it modified many behaviors that previously created some type of problems for me. I think one of the most important findings is patience. I try to take what I have to face each day in stride and stay away from what might make me uncomfortable.
The willingness to continue knowing and learning has made me a more curious person and willing to experiment and enjoy the unknown. Today, for example, I tried some fruits brought from the state of Amazonas, by my son's mother-in-law. I ate the pijiguao, a small fruit that is green and red on the outside and yellow on the inside, and the coroba, a fruit from the palm of the same name.
New flavors, the brain looks for familiar ones to associate and accept them. He could approach the dad, but no, each one tastes like pijiguao and coroba.
These years of living six hours away from where my children and grandchildren are makes me want to enjoy their presence more when I visit them. I try to take someone with me every time I go for a walk somewhere. I paint with them and I am happy to see their progress. A granddaughter combs my hair and talks non-stop. I like all that. I guess I have more willingness and dedication for them.
One of the grandchildren wants to show me his progress with the bandola and I am excited to see him perform that instrument and the cuatro with such talent. Excitedly, he shows me the adaptation he is making for a folk orchestra of the piece Alas a Malala by Arturo Márquez. He is once years old, he has a sensitivity and curiosity that leads him to want to learn everything. It is satisfying to see how children can become interested in other types of music other than what fashion imposes.
Having the willingness to calm down, to not focus on the chaotic but on the hopeful is also a way to find balance. Everything changes and it is good that it does. There are no absolute truths and adapting is a healthy way out.
Thank you for your kind reading.
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Muchas gracias.
Excelente post, gracias por compartir.
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