Orbis, El Mar

in Cervantes3 years ago (edited)

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Orbis es un trabajo que tiene mucho significado para mí; por ser mi inicio como relator de historias, y cuya continuación he tenido olvidada desde hace mucho tiempo. Han pasado más de dos años desde que escribí “El Kiosco de Bocadillo”, el anterior relato de la trama. Hoy he querido retomar Orbis, para tratar de darle continuación al que fue mi primer intento por escribir una serie de relatos cortos y llevarla a una conclusión.

Al final del post encontraran una lista de enlaces, a los relatos previos, que recomiendo leer para familiarizarse con la trama.


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Orbis, El Mar

Para alguien que había pasado toda su vida frente al lecho seco de un rio y el agua era un lujo que poca gente en la villa podía tener en su casa, estar por primera vez frente al mar era absolutamente abrumador.

Iván la insto a que se quitara sus viejas botas y metiera los pies en el agua, pero Aurora se reusó a hacerlo, la imponente vista y la fiereza de las aguas la sobrecogía, sentía como si oprimiesen su abdomen y le dificultasen el respirar.

―Vamos Aurora, ven conmigo, te prometo que no te pasará nada ―le gritó Iván, desde la orilla, donde la espuma de las olas se diluía en la blanca arena ―. Acércate mona, no tengas miedo.

Aurora temerosa, se sacó las botas y sintió la arena en sus pies, le pareció que nunca se había quedado descalza, fuera de su casa o la habitación de Iván; hasta donde sabía, era la primera vez que sus pies pisaban algo diferente a un frio piso de concreto.

Pudo sentir la arena deslizándose entre sus dedos, y le pareció extrañamente agradable, al igual que el calor que provenía de los diminutos granos. Caminó lentamente hasta donde Iván la esperaba, haciéndole señas para que se apresurara y se detuvo justo antes de pisar la arena mojada.

―¿Qué pasa mona?, date prisa ―le insistió Iván.

Respiró hondo, tratando de apartar el miedo de su mente, a pesar del atronador sonido de las olas, que parecían golpear su cabeza. Pisó la arena mojada y sintió como la fría agua de una ola rompiente, se deslizaba entre la punta de sus dedos y fue como si un gran peso se liberara de su espalda, repentinamente su miedo desapareció y corrió chapoteando a sujetarse de la cintura de Iván que la acogió entre sus brazos.

―Vez que no había nada de que temer ―le dijo, sin que ella prestara la más mínima atención, eso ya lo sabía.


Después de llegar a la estación del tren, se dirigieron directamente a la habitación donde vivía Iván, que era parte de una vivienda compartida por tres familias; una de las cuales le subarrendaba uno de sus cuartos a su hermano.

―Te prometo que buscaré algo más grande para que estemos más cómodos ―le dijo Iván cuando notó la consternación en su rostro ante lo diminuto del lugar.

No era que ella estuviese acostumbrada a un sitio muy grande, a fin de cuentas, la casa de La Villa, era una de las más pequeñas de todo el lugar, pero, al menos allá tenía su propio cuarto, que incluso era más grande que éste.

―Con lo de la venta de la casa de La Villa, podremos arrendar un pequeño departamento en el centro, mañana me ocuparé de buscarlo, cuando vaya al trabajo, uno que podamos mantener con mi salario, como ya no debo mandar dinero a mamá… ―Iván hizo una pausa ―. Debería alcanzar para que vivamos tranquilos.

Esa noche Iván durmió en el suelo para cederle su cama, sin embargo, Aurora no pudo casi conciliar el sueño, había pasado mucho en los últimos días, la repentina enfermedad de su madre y su apresurado desenlace, así como haber tenido ella que hacerse cargo de todo lo relativo a su inhumación, le habían hecho madurar de golpe.

Ahora, a menos de una semana del fallecimiento de su madre, toda su vida había cambiado, ya La Villa no era su hogar, se encontraba en la más grande de las ciudades, sola con su hermano, sin nadie más en el mundo en quien apoyarse. Su única opción era seguir madurando.


Este era su segundo día en Alessia, esa mañana Iván la había llevado a conocer la que seria su nueva habitación, se trataba de un pequeño apartamento con dos habitaciones y un baño, estaba en el tercer piso de un edificio de cuatro.

―El sitio no esta muy bien cuidado, tiene algunos problemas de fontanería y hay que repintar las paredes, pero creo que estará bien para ambos, debo comprar una hornilla para poder cocinar y un par de catres para ambos, eso lo hare esta tarde ―explicó Iván, mientras le mostraba el lugar.

Aurora caminó de un lado a otro y se asomó en ambas habitaciones y el maltratado baño, no era su casa de La Villa, pero sería su nuevo hogar. Las habitaciones eran prácticamente iguales, pero sólo por la ventana de una ellas entraban abundante luz de exterior, luego se enteraría de que la vista de la otra, daba a un edificio vecino.

―Te dejaré escoger cual será tu habitación ―le dijo Iván ―. ¿Cuál te gusta más?

―Prefiero esta ―respondió Aurora, casi sin pensarlo, pero con poco interés, señalando la habitación más iluminada.

―Es una excelente elección mona ―le dijo su hermano ―. Ya observaste la vista desde la ventana.

Aurora, con desgano, caminó hasta la ventana, para encontrarse con una impresionante vista del mar, una solitaria y e iluminada playa de arenas blancas, que se asomaba entre los edificios de los alrededores, no se había percatado antes, pero el rumor que escuchaba desde que habían entrado al departamento, eran las olas rompiendo en la costa.

―¿Qué te parece? ―le preguntó Iván, que la veía desde la puerta.

―Me gusta…, me gusta mucho ―respondió ella, sonriendo por primera vez, desde que llegó a Alessia.

―Vamos, quieres conocer el mar ―le dijo repentinamente su hermano.

Después de caminar un rato por la arena, se sentaron en una banca a sacudir sus pies para poder volverse a poner las botas, mientras lo hacían Aurora sacó un pañuelo de su bolsillo para secar sus manos y se encontró con la tarjeta que le había dado aquel hombre en el tren.

―Iván, había olvidado darte esto ―dijo la niña extendiendo la arrugada tarjeta a su hermano.

―¿Qué es esto? ―preguntó Iván retóricamente ―. ¿Quién es este Luciano Morelli?

―Es un señor que estuvo hablando conmigo en el tren, me dijo que podía enseñarme a leer el libro de mi tía Julia ―respondió Aurora.

―Aquí dice que es profesor de la Universidad de Alessia, Facultad de Arqueología ―leyó Iván, en el pequeño pedazo de papel ―. ¿Qué te dijo exactamente?

―Me pidió ver el libro de mi tía y luego me preguntó si lo entendía ―explicó Aurora ―. Yo le dije que no y me preguntó si quería aprender a leerlo y yo le dije que sí ―dijo la niña encogiéndose de hombros ―. Entonces me dio su tarjeta y me pidió que te dijera que lo llamaras cuando llegáramos a Alessia.

―Bien, yo guardaré esto ―dijo Iván metiendo la tarjeta a su bolsillo ―. Averiguaré quién es y luego decidiremos que hacer, por ahora debemos regresar al apartamento, tú te encargaras de empacar mis cosas, mientras yo voy a trabajar y buscar lo que necesitaremos en nuestra nueva habitación, si todo va bien, hoy será la última noche que durmamos en el mismo cuarto…, ¿sabías que roncas? ―le dijo riendo.

Texto de @amart29 Barcelona, Venezuela, marzo de 2021


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  1. Orbis, El Abismo
  2. Orbis, La Caldera
  3. Orbis, Los Cavadores
  4. Orbis, La Zona Olvidada
  5. Orbis, Aurora
  6. Orbis, Axia
  7. Orbis, La Biblioteca
  8. Orbis, Las Catacumba
  9. Orbis. Adiós a La Villa
  10. Orbis, Alessia
  11. Orbis, El Kiosco de Bocadillos

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Gracias a todos por visitar mi publicación, espero sus comentario y agradezco su apoyo, hasta la próxima


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