Tributo a Rodolfo Varela

in Cervantes3 years ago (edited)

Hay un nombre que ocupa un lugar central en la vida cultural contemporánea de Cumaná, del Estado Sucre, y, de Venezuela particularmente para la danza, en especial de la danza contemporánea, de la que fue su gran impulsor: Rodolfo Varela.

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Sucintamente, puedo resumir que destacó en la danza como bailarín, coreógrafo, docente, promotor, gestor administrativo. Nacido en el Estado Táchira en 1944, luego de una larga trayectoria dancística en Caracas y Nueva York, se establece en Cumaná en 1980, donde creó la Escuela Descentralizada de Danza, la agrupación Fundadanza, la Compañía Juvenil de Danza Contemporánea, el Festival Sucrentino Internacional de Arte, entre otras iniciativas. Ha sido un promotor y gestor cultural de primera línea, como la recuperación del viejo Cine Paramount como teatro para la ciudad, a través de la Fundación Proartes, de la que formé parte junto con otros amigos y trabajadores culturales (José Luis Figueroa, Elizabeth Hernández, Aníbal Tobón). Pero además ha cultivado la poesía, las artes plásticas (pintor, hacedor de objetos al modo "ready-mades").

En noviembre de 2018, ya jubilado y un poco enfermo, se retiró. Como dije en el acto de homenaje-despedida: "Vuelve a respirar sus aires originarios, que no suplantan los marinos, tan acendrados en él; a redescubrir la luz de las montañas y la hospitalidad familiar." Hoy Rodolfo Varela está atravesando por momentos difíciles de salud, como a muchos artistas e intelectuales venezolanos les ha tocado en estos aciagos tiempos. Incluso se ha impulsado una campaña (ver aquí).

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Quiero ofrecer mi tributo en vida a Rodolfo Varela, a través de unos fragmentos de textos que escribí y leí en actos relacionados con él en distintos años.


En la apertura de la exposición “Rodolfario desbocado” de Rodolfo Varela (19-11-1998):

Cuando pensaba qué podría decir esta noche en la apertura de esta exposición que nos presenta Rodolfo, me convencía que, sobre todo, se trataba de hablar de Rodolfo mismo. Y entonces acudí al viejo I Ching, tan caro a nuestro amigo, y se me mostró el hexagrama 56: El Andariego, que en el dictamen dice: “El andariego. Éxito por lo pequeño. Al andariego la perseverancia le trae ventura”, y en el comentario: “El andariego no tiene morada fija, la carretera es su hogar. De ahí que ha de preocuparse por conservar interiormente su rectitud y firmeza, y cuidar de detenerse únicamente en lugares adecuados manteniendo trato tan sólo con gente buena. Entonces tendrá ventura y podrá seguir viaje sin ser molestado”. A la luz de esta figura que me ofreció el antiguo libro sagrado chino, siento e intento comprender el trabajo que hoy nos entrega Rodolfo, recto, firme y andariego.

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Foto tomada de su publicación poético-fotográfica Crucigramas, de edición digital.

Rodolfo anda, cae, se levanta, se apasiona y baila, como Zaratustra. Como él, golpea y se golpea: filosofa a martillazos. Muere y ríe. Llora lágrimas de noche y alcohol y cuerpo. Rehace su memoria en los restos, en lo deleznable, en lo perdido, en los márgenes de la vida. Así es su obra de hoy. Pastiche, rompecabezas, collages, instalaciones, armados y almados con la ardiente paciencia que busca decirse y decirnos. Un gesto único y múltiple por celebrar y conjurar el sabor y saber de la herida, de la incompletud, de la imposibilidad, del hueco, de la errancia… Ver y verse, recuperar y recuperarse en los vanos e inadvertidos objetos, en las piezas abandonadas por el tráfago de la vida, pero imantados por la obsesión reveladora, imaginados nuevamente en otro orden, en otra realidad, para otro sentido.

“Rodolfario” y Rodolfo vienen a mí; me muestran un rostro y su otro en el espejo. Yo quiero devolverles algo a cambio, y tomo prestadas las palabras del poeta Antonio Ramos Rosa: “En cualquier parte un hombre / discretamente muere. // En cualquier parte un hombre / abre su puño y ríe”.

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Rodolfo Varela en una de sus coreografías (Foto: Luis Gerardo González) Fuente


En otro momento, creo que del mismo año (1998), a propósito de una exposición fotográfica:

Rodolfo, el artista y outsider, es imagen hoy (¿acaso desde que lo conocemos no lo ha sido?), se nos muestra ajeno y nuestro, enmascarado y cierto. Lo recuperamos en su mirada interrogante y límpida, en sus gestos decantados por el hacer -es decir, el vivir-, por sus movimientos, aunque detenidos en la fotografía, llenos de deseo y expresión. Descubrimos al Rodolfo joven, con la gracia y la ingenuidad del bailarín que da sus primeros saltos; al Rodolfo que se abre a la madurez de la búsqueda (toda iniciación es un viaje y una búsqueda) y la diferencia; en Caracas bajo la guía de la querida maestra Sonia Sanoja, poetisa del cuerpo transfigurado; en Nueva York, perdido en la ciudad laberinto, conducido por el hilo de ese portento de la danza que fue Merce Cunningham.

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Con su maestra y amiga, la bailarina y coreógrafa Sonia Sanoja Fuente

Remozamos al Rodolfo de Cumaná, con sus creaciones coreográficas líricas e irónicas, testimonios de una lectura del mundo y del ser humano. Pero también su alma fundacional y tesonera, a la que esta ciudad no ha podido todavía corresponder. El docente, el organizador, el promotor vive de algún modo en el encuadre fotográfico, pero, sobre todo, fuera de él: en el vivo transcurso de los trabajos, los placeres y los días.

(…)

La imagen-testimonio de Rodolfo, su presencia recortada y congelada en un encuadre, se vuelve carne percibida de un espíritu que se mueve y apuesta a la belleza y a la vida, que habita nuestra memoria y nuestro afecto, que es compañía de este aquí y ahora.

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En su coreografía "Ícaro Fénix", de 2013 (Foto: Jairo Márquez) Fuente


Y del texto del homenaje-despedida cuando se retiraba a su tierra de origen, un texto que titulé "El viaje no termina":

He tenido el gratísimo honor de en varias oportunidades ser invitado a ofrecer unas palabras en actividades relacionadas con esta casa de la danza y el arte, y con Rodolfo, particularmente.

Recuerdo que en una de esas ocasiones, creo que a propósito de una exposición de fotografías de Rodolfo, leí un poema que le había dedicado, y que ahora quiero volver a compartir, al que titulé "Andén", que, como ustedes deben saber, es una acera a lo largo de la vía de las estaciones de trenes o ferrocarriles para que los viajeros entren en los vagones y bajen de ellos.

Deambular en los bordes
Buscar el paso a la otra orilla
Atravesar las grandes aguas
como dice el viejo I Ching

He allí el límite y su otro
la claridad vencida del día
el pensar oculto de la soledad
el efímero encuentro del amor
la felicidad evanescente del sosiego

Hemos vuelto al mismo punto
Hemos recorrido los cotidianos
rincones del sueño
Hemos repetido el familiar rostro
en el espejo

El viaje no termina
Permanecemos en el andén


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Mi gratitud al artista, maestro y amigo


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