CANDOR LIGERO / LIGHT INNOCENCE

in Cervantes3 years ago

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Cuando era niño y disculpen la distancia, observaba que las personas se trataban con un respeto espléndido, pedirle la bendición a los padres era algo sagrado y tenía unos horarios invariables, como por ejemplo, al despertarse y al irse a dormir. Si algún pariente o familiar venía de visita al hogar, o se encontraban en una calle cualquiera e iniciaban una conversación, los niños después de inclinarse y solicitar la consagración respectiva, se alejaban del centro de la tertulia de los adultos, y cuidado con tratar de intervenir, y si lo hacías o ellos te lo solicitaban por cortesía, nunca debías contradecir o desmentir lo que se planteaba en la misma, es más, agrego, era concluyente y estaba prohibido moralmente intervenir en la socialización de los adultos.

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En mi fase de niño la inocencia era abundante, pareciera que el recipiente que contenía ese elemento divino, se volcó por accidente y de manera excesiva sobre nosotros, o se le rompió el asa a la vasija que la contenía, cuando nos estaban rellenando de una forma muy cautelosa con aquella sustancia celestial, que luego se transformó dentro de nuestro ser en una virtud, porque quedamos impregnados o embebidos de ella. Confieso que me hubiera gustado conservar en un frasquito aunque sea un poquito para usarla con gotero de vez en cuando, ahora en mis días de senectud, o tenerla en abundancia para sumergirme, meterme a voluntad, hacer clavados y chapuceos, con el fin de mantenerme cándido e impoluto en este mundo donde ese ingrediente escasea y va rumbo a la extinción.

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La edad adulta te permite pasar revista o ver por el retrovisor lo hecho a largo de tu existencia. Ahí precisamente es donde uno se da cuenta de algunos desvíos, errores o manchas de borrones de cosas, obviamente mal hechas que se ven en nuestra hoja de vida. Reconozco que tuve una infancia llena de precariedades, pero sinceramente tenia lo básico para vivirla. Hay pasajes de esta etapa ancladas exclusivamente en mis momentos de juego con mis amigos de la cuadra, los cuales aún conservo en su mayoría, a algunos de ellos se los llevó la diáspora y otros ya se mudaron al otro barrio como dice el poeta Rubén, los que quedan están por ahí como todos, sobreviviendo. Entre el grupo de niños que compartíamos y jugábamos teníamos un trato cordial, afable, sencillo, amable, se podría catalogar como otro nivel, donde la confianza prevalecía, y la amistad estaba por encima de cualquier estereotipo.

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Generalmente no nos tratábamos por nuestro nombre, casi siempre usábamos el apodo, el cual es un sobrenombre que otra persona nos colocaba; por lo común iba vinculado a aspectos fisonómicos, talla, procedencia, color de piel, una virtud, si éramos zurdos, si teníamos hermanos idénticamente igual; y en algunos casos llevaba la carga de la burla por nuestros defectos, aspectos que todos los seres humanos tenemos, y que con el apodo los sacaban a relucir. En algunas ocasiones el apodo cobraba matices denigrantes, grotescos y racistas, lo que provocaba el sarcasmo, y por ende daños al afectado. De igual forma, había casos donde guardaba relación con el nombre del oficio o el arte que desempañaban nuestros padres o algún familiar.

Acá es importante aclarar que un apodo no debe ser confundido con los llamados avatar, muy usados hoy en día en las redes sociales, ya que esa identidad virtual, es un acto voluntario que la propia persona escoge o se coloca como usuario para ser identificado en la web, o videos juegos que lo representa en la aplicación del ciberespacio de su preferencia, es decir no debe vincularse con el espíritu de este contenido. Siguiendo con el relato de los apodos, quisiera referir que el bautizo con éste, ocurría en los lugares de reunión colectiva como la escuela, la cancha deportiva o el parque, de igual forma cuando ya éramos un poco más grandes, y nos tocó ayudar en la manutención del hogar, ocurría en el sitio donde desempeñábamos esa labor, según nuestra edad.

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Ese apodo era heredable y transferible a la descendencia consanguínea y también cobraban en algunos, casos los que se mezclaban por afinidad en nuestra familia. Estos apodos o sobrenombres como también son conocidos, se convertían en nuestra impronta y a veces nuestro cerebro respondía solo a éste, y se nos olvidaba momentáneamente como nos llamábamos realmente. Por ejemplo en esos sitios de bautizo, anteriormente nombrados que por lo común era una extensión de nuestro hogar, estaban: la china, el negro, el zurdo, el gordo, el flaco, el llanero, el maracucho, el enano, el morocho bueno, el morocho malo, el morocho Rodríguez, y todas las variantes que contenía el apodo morocho, entre una lista muy larga que aun existe.

Lamentablemente, no se puede medir en estos momentos, hasta donde esos apodos o sobrenombres que nos colocábamos aleatoriamente entre los amigos, nos gustaba o no, así como tampoco medir su nivel de impacto en nuestra psique. En ese lapso lo hacíamos quizás más como un juego y una manera de comunicarnos, era como la semiótica de la época que reflejaba las características físicas e incluso defectos y virtudes de quien recibía el apodo. Ahora en mi edad adulta, reconozco que hubo un agravio que nos causamos mutuamente cuando niños en esos días donde solo nos vinculaba la amistad, el juego y la escuela.

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Ese agravio no es cuantificable hoy en día, como se dice coloquialmente ya el daño está hecho, y por ahí andan los amigos que me quedan, respondiendo solo por el apodo. En estos momentos de madurez ya solo queda coadyuvar para que esto no siga sucediendo. Pero tenemos unos aliados que están cooperando, como por ejemplo la ciencia. Esta ha avanzado en estudios serios y ha hecho aportes importantes en este sentido, y ha reportado que el uso de apodos si es medible y causa mucho daño, por eso la importancia de evitar el uso de éstos en las personas, sobre todo en la niñez, donde se ha demostrado que van en detrimento de la salud psicológica y emocional del individuo que lo padece o sufre.

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Otro que está contribuyendo en los últimos años, es el propio ser humano. Éste ha pasado a otra instancia de conciencia y esto ha sido el fruto del estudio, la interacción y la investigación. Ahora las personas están más informadas y se defienden de estos ataques que anteriormente eran vistos como inofensivos pero que realmente ocasionan problemas en la personalidad, provocan sentimientos de insatisfacción, fomentan seres poco comunicativos y los que lo sufren casi siempre están desmotivados y con poco interés acerca de los acontecimientos de su entorno y el propio. Ahora todos esos juegos del apodo y la chanza que parecían inocuos, entretenidos y hasta jocosos, entran dentro del ámbito de estudio del bullying que son esas conductas agresivas, de burla, segregación, racismo, xenofobia, lo cual marca o causa efectos nocivos en el plano psicológico al que lo adolece, ya que éste afecta, atropella, invade, subestima, denigra y promueve la exclusión de la persona.

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Los grupos humanos se han tenido que juntar ubicándose en asociaciones de protección que cuidan para que esto se evite, que no cause daño o lo minimice, y está demostrado que en algunos casos es irreversible y puede provocar decisiones por quienes lo sufren o los han sufrido, que son devastadoras y traen consigo una gran carga emocional negativa, que los marca y les crea muchos complejos, deteriorando de forma evidente la convivencia.

Estos comportamientos defensivos del ser terrenal con respecto a este tema hoy en día, son justificables, además que han ido acompañados de una cantidad de cuerpos jurídicos que los respaldan, grupos de protección, campañas por las redes sociales, así como de estudiosos de ramas que tienen que ver con el comportamiento humano desde el punto de vista biológico y fisiológico. También otros análisis, que se han sumado, hablan que esta práctica perniciosa deja huellas psicológicas, psiquiátricas, sociológicas, pedagógicas y antropológicas. Asimismo otras ciencias sociales, han complementado estas teorías, siendo los resultados muy parecidos y coinciden en que esta costumbre del apodo va en detrimento de la salud mental, dañan la autoestima, el autoconcepto, el autovalor, la autoimagen y por ende, impactan negativamente al sujeto.

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Por cierto, otras que están proporcionando apoyo, son una cantidad de instituciones con rango local, regional, nacional y mundial, que han asumido esta situación como un reto y están haciendo grandes esfuerzos por evitar que esta orientación, que inició como un simple juego infantil, siga avanzando y toque aspectos que pueden marcar negativamente a una persona, transformarlo en un ser poco sociable y con limitado interés por interactuar con sus semejantes, entre otros aspectos ya descritos.

Mi pregunta es, ¿Por qué mi generación nunca manifestó abiertamente que esto del apodo era un irrespeto y que lo afectaba o molestaba grandemente? quizás la respuesta está en que antes las personas no conocían ni defendían tanto sus derechos como ahora. También la ciencia estaba entretenida en otros tópicos, seguramente tan importantes como este, pero no se le había dado la relevancia que tiene y que hoy la mayoría de las personas conoce y evita caer en ese error, por mas inofensivo e inocente que parezca, pero que causa un daño terrible en los aspectos descritos en párrafos anteriores. También las instituciones y las redes sociales han volteado a observar con seriedad este problema y están aportando para corregirlo, claro está cada uno con su dinámica.

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El respeto es un valor muy importante que estamos obligados a afianzar desde el hogar y la escuela tiene el deber de reforzarlo, pero nuestro comportamiento como sociedad siempre fue y debe seguir siendo, alegre, afable, de hermandad y no debemos dejar que eso cambie por la conducta de algunas agrupaciones que se sienten con el poder de maltratar o perseguir a los miembros de una colectividad que nunca practicó intencionalmente los antivalores. El apodo o sobrenombre siempre era una muestra de juego, afecto, cariño, apego, fraternidad e inocencia, al menos en mí tiempo de niño, y vuelvan a disculparme por retrotraerlos a esos períodos tan lejanos, pero ahora debemos de evitarlos para que nuestros hijos, nietos y toda la descendencia aguas abajo, no sufran las consecuencias que causa ese proceder negativo.

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FIN

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When I was a child and excuse the distance, I observed that people treated each other with splendid respect, asking the blessing of parents was something sacred and had invariable schedules, such as when waking up and going to sleep. If a relative or relative came to visit the home, or they were in any street and started a conversation, the children, after bowing and requesting the respective consecration, would move away from the center of the adult gathering, and be careful not to try to intervene, and if you did or they requested it out of courtesy, you should never contradict or deny what was raised in it, indeed, I add, it was conclusive and it was morally forbidden to intervene in the socialization of adults.

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In my childhood phase, innocence was abundant, it seems that the container that contained that divine element, accidentally and excessively overturned on us, or the handle of the container that contained it broke, when they were filling us with one a very cautious way with that celestial substance, which later became a virtue within our being, because we were impregnated or imbued with it. I confess that I would have liked to keep in a bottle even a little bit to use it with a dropper from time to time, now in my old days, or have it in abundance to immerse myself, get in at will, do dives and botches, in order to stay candid and pristine in this world where that ingredient is scarce and on the way to extinction.

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Adulthood allows you to review or see in the rear-view mirror what has been done throughout your existence. That is precisely where one notices some deviations, errors or smudges of things, obviously poorly done that are seen in our resume. I admit that I had a childhood full of precariousness, but honestly I had the basics to live it. There are passages of this stage anchored exclusively in my moments of play with my friends from the block, which I still have for the most part, some of them were taken by the diaspora and others have already moved to the other neighborhood as the poet Rubén says, those that remain are out there like everyone else, surviving. Among the group of children that we shared and played, we had a cordial, affable, simple, kind treatment, it could be classified as another level, where trust prevailed, and friendship was above any stereotype.

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Generally we did not treat each other by our name, we almost always used the nickname, which is a nickname that another person gave us; Usually it was linked to physiognomic aspects, size, origin, skin color, a virtue, if we were left-handed, if we had identical brothers; and in some cases he carried the burden of mockery for our defects, aspects that all human beings have, and that with the nickname they brought out. On some occasions the nickname took on degrading, grotesque and racist overtones, which caused sarcasm, and therefore damage to the affected person. Similarly, there were cases where it was related to the name of the trade or art that our parents or a family member performed.

Here it is important to clarify that a nickname should not be confused with the so-called avatar, widely used today in social networks, since that virtual identity is a voluntary act that the person himself chooses or places himself as a user to be identified in the web, or video games that represents you in the cyberspace application of your choice, that is, it should not be linked to the spirit of this content. Continuing with the account of the nicknames, I would like to mention that the baptism with this one, occurred in the places of collective meeting such as the school, the sports field or the park, in the same way when we were a little older, and we had to help the maintenance of the home, occurred in the place where we carried out that work, according to our age.

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That nickname was inheritable and transferable to consanguineous descent and also charged in some cases, those that were mixed by affinity in our family. These nicknames or nicknames as they are also known, became our imprint and sometimes our brain responded only to it, and we momentarily forgot what we really called ourselves. For example, in those christening sites, previously named, which were usually an extension of our home, there were: the Chinese, the black, the left-handed, the fat, the skinny, the llanero, the maracucho, the dwarf, the good brunette. , the bad morocho, the morocho Rodríguez, and all the variants that the morocho nickname contained, among a very long list that still exists.

Unfortunately, it is not possible to measure at the moment, to what extent those nicknames that we randomly placed among friends, we liked or not, nor to measure their level of impact on our psyche. In that period we did it perhaps more as a game and a way of communicating, it was like the semiotics of the time that reflected the physical characteristics and even defects and virtues of whoever received the nickname. Now in my adulthood, I recognize that there was an injury that we caused each other as children in those days when we were only linked by friendship, play and school.

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That injury is not quantifiable today, as they say colloquially, the damage has already been done, and my remaining friends are out there, responding only by nickname. In these moments of maturity, it only remains to help so that this does not continue to happen. But we have some cooperating allies, such as science. This has advanced in serious studies and has made important contributions in this regard, and has reported that the use of nicknames is measurable and causes a lot of damage, hence the importance of avoiding the use of these in people, especially in childhood. , where it has been shown that they are detrimental to the psychological and emotional health of the individual who suffers or suffers from it.

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Another that is contributing in recent years is the human being himself. This has passed to another instance of consciousness and this has been the fruit of study, interaction and research. Now people are more informed and defend themselves from these attacks that were previously seen as harmless but that really cause personality problems, provoke feelings of dissatisfaction, promote uncommunicative beings and those who suffer are almost always unmotivated and with little interest about of events in your environment and your own. Now all those nickname and joke games that seemed innocuous, entertaining and even humorous, fall within the scope of study of bullying, which are those aggressive behaviors, mockery, segregation, racism, xenophobia, which mark or cause harmful effects on the psychological plane to which it suffers, since it affects, runs over, invades, underestimates, denigrates and promotes the exclusion of the person.

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Human groups have had to come together, placing themselves in protection associations that take care so that this is avoided, that it does not cause damage or minimize it, and it has been shown that in some cases it is irreversible and can provoke decisions by those who suffer or have suffered them , which are devastating and bring with them a great negative emotional charge, which marks them and creates many complexes, obviously deteriorating coexistence.

These defensive behaviors of the earthly being with regard to this issue today, are justifiable, in addition they have been accompanied by a number of legal bodies that support them, protection groups, campaigns on social networks, as well as scholars of branches that they have to do with human behavior from a biological and physiological point of view. Also other analyzes, which have been added, speak that this pernicious practice leaves psychological, psychiatric, sociological, pedagogical and anthropological traces. Likewise, other social sciences have complemented these theories, the results being very similar and they agree that this custom of the nickname is detrimental to mental health, damages self-esteem, self-concept, self-worth, self-image and therefore, negatively impacts the subject.

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By the way, others that are providing support, are a number of institutions with local, regional, national and global rank, which have assumed this situation as a challenge and are making great efforts to prevent this orientation, which began as a simple children's game , keep moving forward and touch on aspects that can negatively mark a person, transform them into a not sociable being and with limited interest in interacting with their peers, among other aspects already described.

My question is, why did my generation never openly state that this nickname was disrespectful and that it greatly affected or annoyed them? Perhaps the answer is that before, people did not know or defend their rights as much as they do now. Science was also entertained in other topics, surely as important as this one, but it had not been given the relevance that it has and that today most people know and avoid falling into that error, no matter how harmless and innocent it may seem, but that causes terrible damage in the aspects described in previous paragraphs. Also the institutions and social networks have turned to seriously observe this problem and are contributing to correct it, of course each one with its dynamics.

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Respect is a very important value that we are obliged to strengthen from home and the school has the duty to reinforce it, but our behavior as a society has always been and must continue to be, cheerful, affable, of brotherhood and we must not let that change for the conduct of some groups that feel they have the power to mistreat or persecute members of a community that never intentionally practiced anti-values. The nickname was always a sign of play, affection, attachment, brotherhood and innocence, at least in my time as a child, and I apologize again for taking them back to those distant periods, but now we must avoid them so that our children , grandchildren and all the descendants downstream, do not suffer the consequences that this negative behavior causes.

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THE END

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Muy bueno tu post amigo louis. aun creo que en estos tiempos los apodos pueden ser positivos, en mi opinión la verdadera ruta es promover la aceptación, ser llamado por algo que realmente no es un defecto como lo pueden ser el color de piel, gentilicio o rasgos puede no generar un daño siempre y cuando la identidad de los jóvenes se mantenga intacta y estable, disfrute de tu redaccion, me gusta como trataste el tema y la conclusión del párrafo final, sin duda un tema que debe tratarse mas de esta forma y menos con campaña superficial. Mis felicitaciones.

Buenos días, valoro que hayas leído el post y tu comentario. Viví personalmente ese tipo de situaciones que planteo y tengo amigos y familia que también lo han padecido. Porque no es el apodo cariñoso, sino el despectivo e hiriente el que debemos atacar. Muy amable.

Buenos días, valoro que hayas leído el post y tu comentario. Viví personalmente ese tipo de situaciones que planteo y tengo amigos y familia que también lo han padecido. Porque no es el apodo cariñoso, sino el despectivo e hiriente el que debemos atacar. Muy amable.

Gracias por el apoyo y valoración del post. Fui y soy víctima de lo planteado. También mi familia y amigos lo sufrieron. Debemos estar atentos a esto, me refiero al apodo despectivo e hiriente. Gracias

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Buenos días, gracias por haber observado el post y el mensaje implícito que el encierra. Un placer amigos

Un tema muy bien desarrollado en tu publicación mi amigo. Las muchas referencias personales lo hacen muy ameno de leer y nos trasladan a esos momentos en que nuestros apodos eran casi nuestra identidad. Es interesante que esos apodos no había manera de que uno mismo se lo asignaran y era la pandilla o nuestro entorno familiar los que se encargaban de colocarlos. Me gusta el hecho de que antes no había recelos con estos apodos y ninguno de los que vivimos esa época o la gran mayoría, no se sintió menospreciado por esto.

Hoy en día, aunque la gente se asigna un avatar, no tiene la misma peculiaridad de los apodos y aunque algunos pueden ser conocidos en la vida real con ellos, no tienen ese mismo significado o valor. Grandes recuerdos me ha traído de mis amigos de la infancia y de como todos nos conocimos con apodos, que incluían incluso a las chicas, pero siempre con el respeto por delante. Excelente trabajo mi amigo. Saludos.

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@fragozar01

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Amigo @louis18 El tema desarrollado, es algo que traemos desde hace muchísimo tiempo atrás. Es más, en las mismas familias, se pudo haber iniciado un tipo de apodo como muestra de cariño, tal como: nene, quedando así entre familia hasta que se hace mayor. Asimismo cuando en algunos lugares recortan los nombres propios, es decir, A Francisco le llaman Chicho, al mismo José le dicen Cheo. Entonces también podríamos decir que los apodos familiares, se vuelven motivo de burla. Has escrito un interesante y muy completo post. Me gustó el tema. Felicitaciones amigo.

Buenas noches amigo Numa. gracias por leerlo y opinar. El post está enfocado cuando el apodo pasa la frontera de la burla, el racismo, el bullying, entre otros. Hay personas que le colocan apodos despectivos y le impactan su autoestima, autoconcepto y hasta el auto valor. Es un tema polémico, pero a la vez, interesantes. Saludos amigo

saludos @louis18 leyendo tu post me trasladé a mis tiempos de adolescente, tiempos en los cuales los juegos, las bromas, los sobrenombres son cosas típicas de esta edad. Recuerdo que algunos sobrenombres resaltaban alguna característica de la persona. A veces esta característica era motivo de burla, motivo de ser peyorativo con aquel a quien se le endilgaba el remoquete. Esto muchas veces se tornaba en hostigamiento hacia la persona.
En otros el sobrenombre era motivo de resaltar alguna cualidad y el aludido se sentía orgulloso de llevar ese sustituto de su nombre.
Muchas veces estos sobrenombre sustituían el nombre original de la persona, al extremo que nadie sabía realmente o lo conocía por su nombre.
Como dices amigo, al rememorar todo esto nos damos cuenta de que muchas veces permitimos injusticias, hacia otros y hacia nosotros mismos.
Vale en estos momentos guiar a nuestros hijos y a todos aquellos pequeños que tengamos la oportunidad de hacerles ver que eso no esta bien por los daños que puede ocasionar.
Gracias amigo por compartir este contenido que nos lleva a reflexionar sobre estas cosas que muchas veces no le paramos.

@pesyfire25. Hola amigo, gracias por tu opinión. Si es así, como tú lo dices a veces uno no sabía cómo se llamaba realmente determinada persona. Lo traje a colación porque en mi familia y amigos hubo casos dónde el apodo lo usaban a manera de burla y hasta racista. Esas personas quedaron marcadas y llenas de complejos. También son poco sociables y comunicativas. Pero también están los apodos cariñosos que las personas los asumen tranquilamente. No se debe confundir esta práctica con el avatar, tal y como lo explico en el contenido. Gracias por leerlo y comentarlo. Saludos🤝😃