Sin retorno
El hombre recordó: “Como pa’ este tiempo, ya había llovido hasta cuatro veces. Habíamos recogido canastas de ocupo y apio, también de maíz. ¿Te acuerdas?” –la mujer asintió y lo miró con los ojos entrecerrados por el sol. El hombre continuó: “Ahora pura maleza es lo que hay. Ni un retoño de nada, mujer. Pura sequedad: nada” –dijo el hombre como con un terror por dentro.
Las montañas enfebrecidas sobresalían frente a la llanura gigantesca. Los pocos árboles que había estaban desnudos y delgados. Como el fuego, el calor crecía en un vaho que inmovilizaba todo y la tierra cuarteada parecía una costra. “Si tuviéramos las vacas, tendrían pasto de más, pero ni eso tenemos”, afirmó el hombre desconsoladamente y con los brazos caídos.
De repente la mujer miró al recién nacido pegado a su pecho y le dijo al hombre: “Mis pechos también están secos. Ya no me queda nada”. Entonces el hombre miró el horizonte y alzó la mano: “Me han dicho que detrás de aquellas montañas, todo es diferente. Mañana salimos para allá. En algún lugar debe haber una mínima esperanza no para nosotros sino para ese niño que ya hasta le cuesta abrir los ojos”.
En realidad, observo un atisbo de ese futuro sombrío que cada año tenemos más cerca, pues ya hasta el más obtuso de los negacionistas calla y por lo tanto otorga. Todos queremos ver en ese horizonte, una metafórica vela donde prenda la chispa de la esperanza, precisamente pensando en esas generaciones, que como al niño de tu relato, también les va a costar mucho abrir los ojos. Por cierto, me quedo con las ganas de saber qué es el ocupo. Abrazos
Jajajaja. Ocupo no, ocumo!!!! Desconfía de las mujeres cegatas como yo, con teclado dañado. jajajaja. Me gusta la idea de la vela como esa pequeña luz en el horizonte. Creo que voy a robártela para un próximo relato. Te abrazo fuerte, @juancar347
Ja, ja, ja...ya sabes que después de todo, pertenezco a ese gremio de piratas tontos que se dejan atracar por unos ojos de sirena. Abrazos
Con un rememorante aire rulfiano, tu relato, más allá de la anécdota, confronta la realidad de una "tierra baldía" que parece desterrar a su gente en búsqueda de un más allá de mejores oportunidades, que ojalá consigan. ¿A qué faltas se deben esta aridez, esta sequedad? Lo humano que es capaz de negarse a sí mismo. Gracias y saludos, @nancybriti.
Oye, qué interesante comentario, @josemalavem! La falta de lluvia se convierte en un detonante para movilizarse y el futuro del niño, el motivo para poder buscar mejores lugares. El entorno árido y sin frutos provoca el viaje, la búsqueda. Abrazos
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Gracias por vuestro apoyo, amigos!!! Saludos
Muy buen relato querida amiga.
Ojalá, y el horizonte no esté tan lejos, y los ojos no se cierren, y las fuerzas den para llegar hasta él.
Querido mío, siempre es bueno saber de ti!!! Que nunca perdamos las fuerzas, ni el norte ni las esperanzas. Abrazos
Inmensamente agradecida, @don.quijote!!! Feliz y emocionada por vuestro apoyo.
Es un relato muy interesante, triste pero con un atisbo de esperanza. Me encantó tu narración.