Una mujer sola frente al mar
Desde lejos, la observo. Me decido a acercarme. Ella presiente mi presencia y voltea: me mira y luego vuelve su atención al mar que está en calma y azul. Me pongo a su lado y guardo silencio. Al rato la escucho suspirar mientras se pone las manos en la cintura como si estuviera cansada de tanto andar. De repente me dice, mirando de frente: “¿Desde cuándo estás aquí? Yo la miro de soslayo calladamente, con ganas de decirle: ¡Desde siempre, madre, desde siempre!
Como en un sueño, la veo quitarse el cabello del rostro y alzar la mirada al cielo para mirar los pájaros que pasan. Me señala con el dedo un emplumado que se ha quedado atrás y perdido. Luego volvió los ojos al mar como si fuera una niña y estuviera contando las olas. En aquel instante solo el rugido del mar rompía el silencio. Quería decirle que volviéramos a casa, que debíamos marcharnos, pero preferí callar dejando fluir el tiempo.
Han pasado algunos minutos cuando vuelve a hablarme. Como no entendí lo que decía, le pido que repita. Ella me mira extrañada, seguramente perdida en un laberinto sin salida. No me hace caso. Cuando vuelve a hablarme, lo hace más fuerte: “Siempre he vivido tan sola, dijo. Nunca tuve esposo ni hijos”. Yo bajé la cabeza y sentí que algo me apretaba en el cuello. Con algo de tristeza miré el horizonte. En aquel instante me sentí como si nunca hubiese existido y no sé quién estaba más sola, si yo o ella.
Bella y triste historia, narrada desde una voz tomada por el sentimiento del desconocimiento del otro o el propio. Quizás la desolación se asemeje a la ausencia que puede producir el síndrome del Alzheimer, donde parece aposentarse el vacío de la memoria afectiva. Gracias. Un abrazo, @nancybriti.
Creo que la memoria es una enemiga de los sentimientos, @josemalavem!! Cuantos se pierden con el olvido, cuantos que no deberían estar permanecen en el recuerdo. Abrazos para ti
Agradecida y contenta por vuestro apoyo, amigos!!!