[ES-EN] Odié mi primer trabajo. Y lo hice cada día durante 8 años. Dito Ferrer.

20211117_104244-01.jpeg
foto tomada con mi celular


Cuando tenía 17 años, entré en un aula por primera vez como maestro.

Y no sabía que iba a vivir un infierno cotidiano durante casi una década.

Si me hubieras pedido que describiera mi vida en una sola palabra en 2002, sin duda habría respondido: "un infierno". Empecé a trabajar con 17 años como profesor de primaria. El país había lanzado una convocatoria para jóvenes que querían convertirse en docentes, debido a una urgente necesidad en las aulas. Nos ofrecían la posibilidad de estudiar una carrera universitaria sin necesidad de hacer un examen de ingreso, entre otros beneficios. Yo quería ser informático, pero había quedado fuera de las oportunidades disponibles. Para mí, era perfecto. Para mí y para otros 4500 adolescentes que, al igual que yo, no teníamos un camino claro. Lo que nadie nos había explicado era lo que nos esperaría al ingresar a un aula.

El Desafío de Ser un Profesor Tan Joven

Ser un maestro tan joven no era, en absoluto, una ventaja. Mis primeros alumnos tenían 10 años, mientras yo apenas superaba los 17. No era una figura de autoridad, sino más bien un hermano mayor. Siendo sincero, no estaba preparado para lo que iba a vivir. Nos habían entrenado para enseñar, pero la verdadera lección la recibí el primer día de clases. Al pararme frente a los niños, con el objetivo de presentar la asignatura, me encontré completamente en blanco. Sus miradas, expectantes y curiosas, me desbordaban.

Por la tarde, me enfrenté a la primera reunión de padres. Las caras eran escépticas, algunas incluso irritadas. Y, nuevamente, me quedé sin palabras. Fue entonces cuando mi profesora guía, Mercedes, intervino y se encargó de la reunión en mi lugar. Yo, simplemente, añadí la única promesa que me atreví a hacer: "Les prometo que no voy a huir y dejar a sus hijos a mitad de curso." Y así lo cumplí.

A mi alrededor, muchos de mis compañeros empezaban a colapsar. Algunos abandonaban, otros sucumbían al estrés, algunos mostraban comportamientos inapropiados, y otros simplemente se rendían. Yo, por el contrario, me aferré a mi promesa. Sin embargo, esa determinación me costó mucho. Viví con una irritabilidad constante, desarrollé un rechazo profundo al aula y mis crisis de tartamudez empeoraron con el paso de los años. A pesar de todo, seguí adelante. Cada día cumplía con mi trabajo, de manera casi automática.

Un encuentro lo cambió todo

Los años pasaron, hasta que un día, por casualidad, me encontré con uno de esos niños. Lo reconocí al instante. Ya no era un niño, era un joven adulto, y me sorprendió decirme: "¿Sabes que fuiste uno de los dos profesores que más influyó en mi vida?" Me explicó que, gracias a mi influencia, hoy era médico. Esa conversación cambió mi perspectiva. Aunque yo estaba atravesando momentos difíciles en ese momento, sus palabras me dieron la fuerza para seguir adelante.

Ese mensaje se grabó profundamente en mí, y desde entonces, decidí tatuar en mi banner personal la frase que resume mi experiencia: "Si quieres cambiar una vida, enseña." A veces, el verdadero impacto no se ve de inmediato. El trabajo que haces, aunque parezca insignificante, puede tener un efecto transformador en el futuro de alguien.

Sé que estás pasando por momentos difíciles, pero debes seguir haciendo tu trabajo. No sabes qué vida cambiarás, al menos, cambiarás la tuya.


portada landing 2.png

Si eres:

  • Un CEO o un ejecutivo con poca o ninguna visibilidad online.
  • El fundador de un proyecto buscando potenciales inversores.
  • Un emprendedor tratando de escalar su negocio unipersonal.
  • El dueño de un negocio buscando construir un legado online.

En cualquiera de estos casos, necesitas una presencia sólida en la red profesional más grande del mundo.

Transforma tu presencia en LinkedIn y lleva tu Marca Personal al siguiente nivel con posts de storytelling estratégico.

https://subscribepage.io/storytellingestrategico

English

When I was 17, I stepped into a classroom as a teacher for the first time.

I had no idea it would feel like hell for nearly a decade.

If you had asked me to describe my life in one word in 2002, I would have undoubtedly said: "hell." I started working at 17 as a primary school teacher. The country had launched a call for young people to become teachers, due to the urgent need in schools. They offered us the chance to study for a university degree without entrance exams, among other benefits. I wanted to be a computer scientist, but the opportunities had already passed. For me, it seemed perfect. For me and for 4,500 other teenagers who, like me, had no clear direction. What no one told us was what awaited us once we entered the classroom.

The Challenge of Being a Teacher So Young

Being a teacher at such a young age was not, in fact, an advantage. My first students were 10 years old, while I was barely 17. I wasn’t an authority figure, but more like an older brother. Honestly, I was unprepared for what I was about to experience. We had been trained to teach, but the real lesson came on my first day in the classroom. As I stood in front of the children, trying to present the subject, I froze. Their faces, eager and curious, overwhelmed me.

In the afternoon, I faced my first parent-teacher meeting. The faces were skeptical, some even irritated. And once again, I was left speechless. That’s when my mentor, Mercedes, intervened and took over the meeting for me. I simply added the only promise I dared to make: "I promise I won’t run away and leave your children halfway through the year." And I kept that promise.

Around me, many of my colleagues began to break down. Some quit, others succumbed to stress, some displayed inappropriate behavior, and others simply gave up. I, on the other hand, clung to my promise. However, that determination came at a cost. I lived with constant irritability, developed a deep aversion to the classroom, and my stuttering episodes worsened over the years. Still, I kept going. Every day, I did my job, almost automatically.

The Encounter That Changed Everything

Years passed, until one day, by chance, I ran into one of those children. I recognized him instantly. He was no longer a child, he was a young adult, and he surprised me by saying: "You know, you were one of the two teachers who had the most influence on my life." He explained that, thanks to my influence, he was now a doctor. That conversation changed my perspective. Even though I was going through difficult times, his words gave me the strength to keep going.

That message became deeply ingrained in me, and since then, I decided to feature the phrase that summarizes my experience on my personal banner: "If you want to change a life, teach." Sometimes, the true impact is not immediately visible. The work you do, even if it seems insignificant, can have a transformative effect on someone's future.

I know you're struggling right now, but you need to keep doing your job. You never know whose life you’ll change. At the very least, you’ll change your own.


portada landing 2.png
If you are:

  • A CEO or an executive with little or no online visibility.
  • The founder of a project looking for potential investors.
  • An entrepreneur trying to scale a one-person business.
  • A business owner looking to build an online legacy.

In any of these cases, you need a solid presence on the world's largest professional network.

Transform your LinkedIn presence and take your Personal Brand to the next level with strategic storytelling posts.

https://subscribepage.io/storytellingestrategico

Sort:  

Buenas noches @ditoferrer. A esa edad, 17 años, también me inicie en el mundo de la docencia con niños de preescolar, la experiencia, aunque agotadora fue gratificante.

Tal como señalas, el solo hecho de encontrarte con un exalumno que te recuerde con cariño y sienta que le aportaste, ya sientes que todos esos años valieron el esfuerzo. Saludos

Fue un reto empezar a esa edad. Era tan niño como mis alumnos, un hermano mayor, no un adulto. Pero aprendí.

Esta es una de las historias que más atesoro porque me enseñó como funciona la vida. Das ahora y recibes más adelante.

Un placer tenerte por acá. Gracias ❤️